Me robaron el celular en Transmilenio y la ladrona se tomó una selfie
Ilustraciones por Valeria Montana.

FYI.

This story is over 5 years old.

Noticias

Me robaron el celular en Transmilenio y la ladrona se tomó una selfie

Quedé a merced de la célebre técnica del "cosquilleo", término idiota que los policías usan para llamar a un vil atraco.

Hoy hace ocho días me robaron el celular en Transmilenio. Hoy, el presidente de la República pasa revista de las estaciones, los articulados y la gente que los usa y en un videito de celular, le pide a la ciudadanía que utilice el sistema "con respeto". Pero no solo es el presidente, también la Policía Nacional, aseguran frente a los medios de comunicación que la única manera de lidiar con las bandas de ladrones es mediante la denuncia.

Publicidad

Personajes, ingenuos o taimados. Me quedo con la segunda, sobre todo después de la semana pasada y mi episodio del robo y un recuerdo que me dejó una ladrona que hacía parte de la banda.

Ingresé a las dos de la tarde a la estación de la Calle 85 con Autopista. En la entrada dos bachilleres estaban "raquetiando" a dos pelados como de 13 años con pinta de raperos. Pero esta no era la imagen de los agentes de la ley cumpliendo con el deber. Eran dos matones que riéndose azoraban a los dos chinos.

El bus G11 con parada en la Universidad Nacional llegó 15 minutos después y estaba hasta las banderas, y como no tenía intenciones de abrir las puertas de la estación y trancarlas a riesgo de caer a la calle para entrar de primero y luego quedar desecho por buses de muchas toneladas, me subí casi de último.

Iba escuchando música y con el teléfono en el bolsillo delantero izquierdo del jean. Apenas puse un pie en el bus, un tipo y una muchacha se pararon justo en frente mío y se agarraron con el alma a las barandas. Detrás un gordo engominado y otro de traje (pero tenis) me empujaron y quedé a merced de la célebre técnica del "cosquilleo", terminacho que los policías repiten tan contentos de haber hecho una inteligencia que les haya permitido darle un nombre tan idiota a un vil atraco.

Pasados los días y mirando el episodio, fue la rabia de tener que empujar a dos pendejos que se quedaron en la puerta del bus, porque (creía yo) eran incapaces de circular hacia el centro lo que me hizo vulnerable. Cuando el ladrón cedió un poquito ¡záz!, el celular fuera y en las manos del de atrás. Y claro estaba el gordo con mi teléfono en la mano, y en un segundo se lo pasó al de traje, y el de traje a otro y este último salió corriendo.

Publicidad

Entonces agarro al gordo aún dentro del bus y como las ancianitas esas que le piden ayuda a Spider-Man grité, pero caraja vida que me tocaba conformarme con la Policía Nacional que hasta el día de hoy no he visto que se merezca el título de "héroes" que tanto dicen que son. Mas bien todo lo contrario.

El conductor del bus empezó a tratar de cerrar las puertas conmigo entre la estación y el articulado, y no era que no me hubiera oído porque me subí al primer vagón. Otra histérica al fondo gritaba "bájenlos" refiriéndose a mí y al ladrón, y por alguna extraña razón de la física, esos cuerpos torpes, fofos y lentos de los bogotanos comprimieron sus átomos dejando el espacio libre que nunca son capaces de dar y armaron un corrillo alrededor mío y miraban al piso rogando que si alguien sacaba un puñal fuera a dar a mi nuca y no a la de ellos.

A empujones me tiraron entonces del bus, y un muchachito bajito salió detrás mío y me ayudó a agarrar al gordo ladrón mientras llegaban los bachilleres que seguro estaban mirando el celular y no haciendo su trabajo. Porque controlar a los ladrones, aunque parezca ridículo repetirlo, es su trabajo. Resulta que el bajito era un agente de la policía que iba "de incógnito" y había visto todo.

Entonces el panorama es el siguiente: al gordo y el de traje y tenis los tiene la policía, hay una cámara de seguridad que si no grabó el robo hay que tirarla a la basura, testigos y un agente que puede proceder a judicializar al hombre.

Publicidad

Aunque estaba de incógnito, el agente estaba era visitando a la novia que trabajaba cerca. Y montado en la película de tombo gringo, empezó no a leer sino a vociferar los derechos del atracador. Luego tomó las cédulas y estos son los personajes:

Edison y Juan Carlos

03 de Julio de 1979 Bogotá D.C.

Bogotá D.C.

1.72m

A+

Sexo: M

(Debo aclarar que existe una muy alta probabilidad que estas cédulas fueran robadas.)

Y cuando le termina de tomar los datos al de traje el incógnito como lo seguiremos llamando le dijo: "Váyase"…

¿¡VÁYASE!? ¿¡VÁYASE!?

Si, eso dijo el señor agente de la ley. Y el otro ni corto ni perezoso tomó su maletica, y le dio uso a esos tenis, y hasta pensé que el cabrón pudo haber hecho una buena carrera deportiva en la marcha.

"Vamos es a clavar a éste" dijo el policía refiriéndose al gordo. Y el policía que saca las esposas y el gordo que empieza a sudar profusamente, se le colorean más los cachetes y esconde las manos regordetas detrás del culo, reflejo que seguro le quedó de las épocas en las que le daban chancleta.

Entonces aparece otro personaje en escena, un ciudadano comprometido que me prestó un celular para llamar a mi teléfono porque "Qué tal que lo hayan soltado por ahí". Marco y… ¡tono!, no lo han podido o querido apagar.

Me contesta una muchacha (cuya foto viene al final de este texto) y me dice que ella siguió en el bus, que vaya a la estación de la Calle 80 con Carrera 53 y que nos vemos en la entrada, que tiene una chaqueta de jean y unas botas de piel amarilla. Luego supe que me mentiste mujer.

Publicidad

El ciudadano ejemplar y un "chúcaro" como les dicen a los imberbes que imparten justicia, ley, bolillo y chat me acompañaron hasta la estación de esa cita, vuelvo y marco, la chica me dice que ya baja, espero 10 minutos marco de nuevo pero el celular ya está apagado.

Entonces regreso a la 85 para poner el denuncio y resulta que han hecho cambio de turno en la estación. "Pero no se preocupe que seguro mi sargento ya llegó" me dice el bachiller.

Y en efecto está mi sargento apoyado en la barra junto con el gordo, (ahora sin esposas) y hablando como dos amigos entrañables. No, no tomé el número del sargento ni de ningún policía, primero por despiste y la situación que no me hizo caer en cuenta pero finalmente menos mal porque no quiero meterme en más líos con unos mafiosos.

El sargento sin dejar que me presente suelta un monólogo que va más o menos así:

-"Vea hermano, ya no hay nada que se pueda hacer, porque ya pasó el tiempo de la flagrancia y por las leyes del país él tiene también sus derechos. Otra cosa que usted no puede hacer es retener a un civil, eso también es delito, y EN CASO DE QUE SI FUERAN CRIMINALES LO PUDIERON HABER APUÑALADO Y HASTA MATARLO, AGRADEZCA."

-"¿Entonces usted me ayuda a poner la denuncia?

-"Usted no me ha entendido, ya no hay testigos, es su palabra contra la de él."

-"La cámara seguro registró el robo"

-"Esas cámaras no funcionan, además PONER EL DENUNCIO ES UNA PENDEJADA PORQUE CON LO DEL PARO JUDICIAL ESO SE LE DEMORA LO QUE QUIERA Y ADEMÁS LAS CÁRCELES ESTÁN ASÍ (mientras juntaba los dedos de la mano y estiró los labios como un pollo). Ya lo perdió, igual fresco que a este no lo llevamos a la UPJ".

Publicidad

Mi sargento llamó al bachiller más pequeño, la mitad de grande del gordo y le dijo que lo escoltara hasta la UPJ y en un suspiro los dos se fueron entre la gente. Ya no había nadie ni nada. El sargento se subió en su moto sin despedirse y se fue. Volví a la parada del bus y justo llegó el bus G11.

Ya por la noche, después de haber sofocado los impulsos de venganza justiciera del pequeño paramilitar que todos llevamos dentro. Me llega un mensaje al correo de un amigo con una foto, y unas coordenadas. La ladrona, seguro tratando de apagar el teléfono activó un sistema de emergencia que envía fotos y ubicación a mis contactos. No llevaba chaqueta de jean, tenía una blusita azul oscuro y estaba en la 100 con Autopista cuando hablé con ella. Seguro comprando tiempo mientras la policía se volvió inoperante.

Y si mujer, acá está la selfie que nunca te quisiste hacer. La selfie que nos deja ver no solo tu rostro sino tu cara de estar trabajando, la cara de no entender cómo apagar un celular, aparato que estás acostumbrada a llevarte a tu casa o a la casa del mafioso para el que trabajas. También vemos un interesante juego de luces en el que el sol toma parte y parece que te hubieras maquillado solo un párpado. Si lees esto, dile a Edison y a Juan Carlos, que gracias por no apuñalarme. No sé cual es cual, pero en serio, al del traje dile que empiece a trotar por las mañanas, que tiene la técnica para al menos competir como amateur en la marcha y al gordo que cambie de loción, que así lo van a empezar a oler de lejos y que tranquilo que puede seguir comiendo como come, porque dadas las cosas, y los agentes de la ley que nos gastamos, ni siquiera nos podemos dar el lujo de tener el cliché del raponero ágil.