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Cultură

Por favor, dejad ya de hablar de 'Juego de Tronos'

Las historias de duendes peleando contra elfos con espadas van dirigidas a personas que tienen problemas para socializarse.

Foto vía

Hace unos días, Juego de Tronos —eso de lo que todo el mundo en internet está hablando y parece adorar— regresó con una nueva temporada. Por alguna razón, es una serie que la gente siempre me quiere explicar comparándola con otras producciones de HBO, por ejemplo me dicen: “Es como The Wire pero con magos”, “Los Sopranos pero con espadas” y así. Yo no la he visto y, la verdad, creo que no la veré. Y no es porque no tenga HBO Go, ni porque cada vez que he intentado bajar algo de internet me encuentro una barra de descarga que no se mueve nada y un pop-up que me quiera vender pastillas para la impotencia sexual. La realidad es que aborrezco cualquier cosa que tenga que ver con la “fantasía”.

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Todos conocemos los estereotipos del fan de la fantasía: trabaja en una tienda de Games Workshop y suspira con resignación cada vez que le viene un niño preguntándole cómo se juega. Son las personas que encontraron un Jardín del Edén cultural en la sección de novelas gráficas y cómics en las librerías. Y ahora pasan mucho tiempo discutiendo en bares sobre la muerte de Bruce Lee. Odian la moda en cualquiera de sus manifestaciones, pero al mismo tiempo quieren ser diferentes.

Pero bueno, volviendo a Juego de Tronos, la serie tiene una intención clara: gustar no solo a este tipo de público. También es un programa para quienes disfrutan viendo True Detective, leyendo a Donna Tartt y escuchando a bandas de rock contemporáneo. Es sexy, tiene un gran reparto, hay política y hay asesinatos brutales en cada capítulo. Puedes hablar de la serie en fiestas y la gente no se va reír de ti. Pero por más que me digan que Juego de Tronos no es solo para gente a la que le gusta hablar de dragones, repito que mi odio por la “fantasía” va mucho más allá.

En realidad, no me importa si Juego de Tronos es algo como “Mad Men con magos”. Es un problema personal que tengo, el mismo que hizo que me quedara dormido durante la primera película de El Señor de los Anillos, que dejara a medio ver la segunda y pasara por completo de la última entrega. Quizá sería mejor persona si dejo mis prejuicios a un lado y aprendo a apreciar la fantasía, las virguerías narrativas y el sutil humor que hacen las delicias de los fans de JdT. Pero no creo que ese sea mi problema, ya que creo que nunca he tenido una imaginación limitada. De niño, me encantaban Los Cazafantasmas. En mi adolescencia, no me basaba en cuánta violencia había en una película para decidir si verla o no. Nunca rebobiné la cinta para volver a ver el beso lésbico en American Pie 2, y pasé por mi etapa de leer “libros guays” como a Kerouac, Salinger, Ballard, Philip K. Dick y otros. Cuando crecí, descubrí el alcohol, las chicas y el nu-metal, y empecé a apreciar cosas que los fans de la fantasía también aprecian, como Matrix Twin Peaks. No tengo ningún problema con la actividad paranormal, la energía oculta o el demonismo; mientras no aparezca la palabra “orco” de por medio, todo está bien.

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Mucha gente dice que soy un retrógrado por no entender la fantasía. Pero, ¿soy yo el retrógrado, o más bien lo son los que estuvieron contando los días para el estreno de La Desolación de Smaug?

Quizá si Juego de Tronos se desarrollara en un lugar verdaderamente mítico o futurista, podría pasar por alto el componente fantástico. No tuve ningún problema con creerme Blade Runner, pero JdT y la fantasía en general me recuerdan demasiado a la Inglaterra rural de los años 30.

Foto vía Flickr.

Luego está el problema con el sexo. El Señor de los Anillos —a pesar de contar con Viggo Mortensen, Orlando Bloom y Liv Tyler— logró evadir cualquier aspecto sexual en la película, lo único que vemos es un poco de escote y unos besos. Según me cuentan, Juego de Tronos tiene mucho sexo. Buen trabajo, identificaron el problema y metieron más chichis en la serie.

Me parece que estos libros, películas, canciones y series de televisión sobre extraños seres con orejas puntiagudas correteando por las montañas y peleando contra elfos con espadas van dirigidas a personas que tienen problemas para socializarse.

Otro punto: ¿dónde está la gente de color en El Señor de los Anillos? Es algo común que se dice, una acusación que se hace a los mundos de fantasía. Pero no significa que debamos ignorarlo. Después de investigar un poco en internet, la justificación general es que estas historias fueron escritas a partir de cuentos populares británicos. Pero a ver, un momento, yo pensaba que estábamos hablando de fantasía. Entonces está bien que existan personajes míticos, dragones y miles de elfos, pero no negros. Para mí, es algo problemático. Como dije, no he visto Juego de Tronos. Y quién sabe… quizá realmente sea buenísima. A lo mejor en unos años sea capaz de superar mis prejuicios y podré ver la serie. Pero por el momento, no puedo soportar a los putos orcos.