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Ayer aborté

Chile, el lugar en el que vivo, es uno de los pocos países retrógradas que aún lo tiene en la ilegalidad, junto al Vaticano, Malta, El Salvador y Nicaragua. Esto no debería de hacerse en la clandestinidad.

Para proteger la identidad de la chica cuya historia se cuenta aquí, el texto será firmado por Andrea Ocampo, quien recibió el testimonio directamente de la chica y escribió la crónica en colaboración con ella.

Lo hice anoche. Hace un mes pedí las pastillas a través de una página web donde me informé de todo. Se llama Women and Web y además consulté El Manual de la Liga del Aborto de la Línea Aborto Libre. En la caja viene una dosis de Mifepristona y seis de Misoprostol, dos químicos que en Chile no están legislados ni a disposición de las mujeres. La Mifopristona, que se toma 24 horas antes que las pastillas de Misoprostol, corta el suministro de progesterona, que es la hormona que mantiene el embarazo. Con el Misoprostol la cuestión es llegar y expulsar todo lo que hay en el útero. Hoy a las siete y media de la noche se cumplieron las 24 horas desde que tomé la primera tanda; se ponen bajo la lengua y hay que esperar 15 minutos para básicamente morir.

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Sentí algo muy brígido (fuerte). Le comenté a mis amigos que la sensación es similar a la de una terrible resaca combinada con un dolor hardcore. Yo en particular tengo reglas súper dolorosas y este dolor era tres veces mayor. Era un dolor grande. Tiritaba de frío, de dolor y de miedo. Fue una sensación muy penca (mala), en verdad no conozco los efectos, a pesar de que he leído y me han contado mucho sobre el tema, pero nunca se sabe cómo va a reaccionar el cuerpo. Siempre está el miedo de no saber qué va a pasar, de que el dolor endurezca, que empiece la fiebre o sangre más de lo pensado. Pero lo más grande es el miedo. Miedo a tener un aborto incompleto o que la guagua (bebé, en mapuche) quiera vivir y quede con malformaciones. Puede pasar y es aterradora esa posibilidad

Estuve cerca de hora y media con esa sensación, estaba hecha mierda, después me quedé dormida. Media hora después desperté mejor. Todo el proceso estuve acompañada de amigos y en un ambiente súper protegido. En el manual dice que hay que estar aguja (atenta) con el sangrado, o sea que si estás empapando más de dos toallas por hora, hay que preocuparse. En mi caso no fue así, afortunadamente. Ahora, un día después, sigo sangrando como si fuera el primer día de regla. Tuve mucho cuidado con el tema de las comidas porque tenía náuseas de nervio, de dolor, de lo que fuera. Compramos toda la comida en función de cómo iba a ser el sangrado. Esto es súper violento porque perfectamente podría estar en una clínica privada con una persona capacitada y me estarían dando comida que saben que no me va a hacer mal. Sólo estoy tratando de usar el sentido común en un momento de la humanidad donde esto no debería estar en la clandestinidad. De hecho, Chile es uno de los pocos países retrógradas que aún lo tiene en la ilegalidad, junto al Vaticano, Malta, El Salvador y Nicaragua.

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Comí cositas ricas, como helado de piña y cosas dulces como duraznos en conserva y arroz con verduras. Igual traté de comer bien durante todo este mes que estuve embarazada, porque si bien mi intención no era llevarlo a termino, estar embarazada implica demasiadas cosas. Para empezar, chupa toda la energía del universo: estuve tirada una semana porque no me podía levantar, vomitaba a cada rato. Tenía que estar saludable para que en este momento no hubieran complicaciones.

Al principio, cuando me enteré del embarazo, estuve sufriendo, sobre todo los primeros tres días en que no quería ni comer, pero después me empezaba a desmayar y me la pasaba en el baño. En un mes me creció una copa del sostén, me sentía pesada y el asco no me dejaba vivir. Para mí fue una tortura. Lo primero que pensaba por las mañanas era: "¡Estoy embarazada, conchetumadre!" Así comenzaban todos mis días y de ahí para adelante.

Se necesita mucha plata para tener un hijo y yo estoy endeudada hasta el pico por culpa de esto. La ecografía, que es obligatoria antes de todo el procedimiento del aborto, cuesta. Para hacerlo en las condiciones más seguras posibles, tenís que cerciorarte de hacer todo lo que dice el manual. En caso de que tengas mala suerte y tu embarazo es ectópico, o sea que no alcance a llegar al útero y el huevo se aloje en la trompa de falopio, no puedes hacerte un aborto con pastillas, porque el Misoprostrol va a darte unas contracciones de la muerte. O sea, te provocaría la muerte. Igual puedes hacerte una eco en el sistema público, pero al hacerlo así, el sistema te registra automáticamente como "futura mamá". Para pasarla piola (discretamente) hay que hacerlo en una clínica privada, donde entre consulta y examen pagas 20 lucas (cerca de 40 dólares).

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El día que me fui a hacer la eco, fui con una amiga. Como en Chile está prohibido el aborto, no puedes llegar a hacerte una eco y decir que el objetivo final es terminar el embarazo. Tampoco puedes estar alumbrando (manifestando) mucho que no querís tener la guagua (bebé) porque no sabes quién te puede andar sapeando (vigilando) y te pueden denunciar. Y si te denuncian te vas presa. Yo no quiero que me sapeen ni ir presa. Entonces fingí ser la joven confundida que no cachaba (sabía) qué onda con su embarazo. Las matronas quieren que las guaguas nazcan, entonces no tienen porqué saber que no quieres a esa guagua. Ellas te tratan como futura mamá, comienzan a hablar en función de la guagua con ese vocabulario que —para mi situación— fue súper violento, porque, ¡qué chucha! Mientras me hacían la eco, una de las matronas, extremadamente feliz, me dijo: "¡Mira, está latiendo su corazoncito!" y yo ahí, negra (impactadísima). Le dije que bajara el volumen y parece que no me entendió o no me quiso entender y se lo subió. Hueón, ¡no quiero escuchar esto! ¡¿Cómo te digo que no quiero escuchar eso?! Así te arriesgas a que te sermoneen como todo el mundo te sermonea. O la típica: "Piensa que un hijo es una bendición", pero ese tono amoroso no me sirve, yo tengo dudas al respecto.

Cuando la gente habla del aborto tiende a pensar que la mujer que aborta no tiene ningún cuestionamiento del tipo "el origen de la vida" y que sólo quiere destruir y matar gente. Quizá uno ha tenido esos deseos, pero yo igual pensé en un momento: "Hay una cosa que está viviendo dentro de mí". Obvio que pensé en: "Es posible que pueda nacer y convertirse en un ser humano a futuro". Pero cuando vi esos dos centímetros, que eran siete semanas, para mí fue estar viendo un tumor. Y yo no quería tener eso. Lo más terrible no son los malestares físicos, son los psicológicos, no hay nada ni nadie que te sostenga. Es un proceso que se vive abandonada del Estado y de las instituciones. Yo tengo la suerte de tener gente buena onda y feminista a mi lado. Pero algunas amigas me han contado que lo hicieron solas y no sé cómo lo soportaron.

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Tengo 24 años, a esta edad mi mamá tuvo a su primer hijo. Mi hermana mayor también tuvo su primer hijo a esta edad, porque se supone que ya estás preparada para tener hijos. Quizá físicamente, pero eso no es nada, porque hay una discusión respecto a la maternidad que en Chile no se ha dado ¡No basta con dar a luz! ¡Tienes que tener aseguradas un montón de cosas más! Yo aún no termino de estudiar, no estoy trabajando y no tengo ingresos. Por lo tanto, no estoy en condiciones de garantizar un hogar o una familia. No porque la otra persona involucrada no sea mi pareja, sino porque simplemente no quiero tener un hijo. En un momento pensé: "¿Y si lo tengo?" Siento que la guagua tiende a controlarte un poco la mente. Bromeaba con mis amigos diciéndoles que la guagua me tenía poseída porque, a veces, decía cosas que no suelo decir. Comentarios tontos. Pero me duraba 15 minutos ese pensamiento y volvía en mi. Yo quiero ser mamá en el futuro, obvio. Ha de ser increíble tener un hijo y cuidarlo, procurar que sea la mejor persona que él puede ser. Y todas las cosas bonitas de la maternidad. Me encantaría, pero cuando tenga las condiciones para asegurar una buena vida, si no, puta, ¿pa' qué?.

Yo vengo de una familia súper hecha mierda, como mucha gente que conozco. Familias que no tienen las condiciones ideales para crecer. Familias donde falta plata, donde falta cariño. Pero también he visto familias saludables, súper exitosas en ese sentido y a eso aspiro, eventualmente, en 10 años más. Por supuesto que en la vida familiar hay cosas que se te escapan de las manos, obviamente que no siempre todo es feliz. Las relaciones humanas son complejas pero hay ciertos recursos que, existiendo, pueden desembocar en una infancia más saludable, en un futuro más saludable y yo encuentro que la plata es un factor determinante en eso. Por eso las cuicas (fresas) te pueden decir: "¡Ten la guagua!". Puta, obvio poh hueón porque tienes plata, porque te la pueden cuidar y buena onda por ti; pero yo soy pobre, no puedo tener una guagua sin tener plata, sin tener una casa, sin poder garantizarle la comida.

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Habría tenido que dejar la universidad y ponerme a trabajar. Sería una carga para mi mamá, ya que habría tenido que pedirle que cuidara al bebé mientras yo trabajara. Y básicamente, habría tenido que dejar de vivir mi vida y vivirla en función de otra persona a esta edad. Habrían reaccionado como el hoyo porque vengo de una familia evangélica. No sólo conservadora, sino que evangélica. Mi mamá esta súper chata (agotada) cuidando a los hijos de mis hermanos, un niño más era la pura zorra (desastre). Y además mi mamá se hubiese sentido como el pico (mal) porque tuve un hijo fuera del matrimonio. ¡Y sin pareja!

Quedé embarazada porque tuve sexo sin condón. La clásica calentura. A las dos semanas después me fui a duchar, me miré al espejo mientras me estaba secando y me encontré raras las tetas. Estaban distintas. Si antes apuntaban hacia fuera, ese día apuntaban para dentro. Me puse a pensar en qué cosas hacen que las tetas te cambien y, por supuesto, que son factores hormonales: no era menopausia, ni la regla, entonces era embarazo. Además de no usar condón, hubo otra cosa que no hice y que pude hacer: el método de Yuzpe, un sustituto de la píldora del día después. En los consultorios no te dan la píldora y la cajita cuesta como 11 lucas (cerca de 16 dólares), pero lo que hago yo —y lo que hacemos la gente pobre para sustituirla— el método Yuzpe, que es comprar estos anovulatorios en dosis que cuestan 2 lucas (tres dólares) en el Doctor Simi y te tomas cuatro en las 72 horas siguientes al acto sexual sin protección, y 12 horas después te tomas otras cuatro. Y eso es como el equivalente a la dosis de Levonorgestrel. Depende de la municipalidad si es que las matronas te dan la píldora del día después. En Chile no hay como una política pública central respecto al manejo de la pastilla. Pero está el Yuzpe.

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En este momento estoy débil porque he botado mucha sangre. Lo que podría pasarme son complicaciones como una infección en el proceso del sangrado. Una fiebre por la noche o una hemorragia. Si eso pasa tengo que ir rápido a urgencias porque eso no lo puedo manejar. Recomiendan que uno se haga el aborto cerca de un servicio de salud, a no más de una hora de distancia.

Cuando me di cuenta que estaba embarazada fue cuando tuve un sangrado —que yo primero mal interpreté como la regla—, pero duró sólo una mañana de domingo. Después no sangré más. Cuando quedai' embarazá hay un sangrado de esas características que se llama sangrado de implantación. Dije: "mañana me voy a comprar el test y voy a salir de la duda". Fui a comprar un test en la farmacia cuando tenía como cinco días de retraso, me lo hice en la casa de una amiga y salió positivo. Se supone que tienes que esperar 15 minutos, pero al minuto que hice pipí ya tenía dos rayas. Estaba últra embarazá.

Ese día estuve súper confundida, no sabía qué hacer. Hacía muchas bromas para evadir el tema. Yo ya sabía lo que se venía, sabía que iba a ser un proceso largo. Sabía que iba a tener que esperar un mes, más o menos. Y que no lo iba a pasar bien. Siempre supe que si esto me pasaba, lo primero que tenía que hacer era abortar. Pero todo el daño que sufrí ese mes no fue porque haya pensado en tener la guagua o no, sino por no haber podido abortar en condiciones decentes, tener que soportar el trato como futura mamá, tener que callarme y pasar todo esto piola en mi casa.

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El sólo hecho de haber nacido mujer, ha significado que este mes haya sido terrible… no sé como explicarlo. Lo he pensado caleta (mucho). Hay un video en Youtube en el que se hablan de estadísticas, y una de las cosas que dice es que en la Cámara de Diputados, en la Comisión de Salud, votan seis mujeres y como 30 hombres. Pero resulta que hay legislaciones en las que no se puede negar el carácter de género. O sea que no es posible que hombres, que jamás van a pasar por el dolor que pasé anoche, estén decidiendo por mi y que además, me nieguen la posibilidad de ser atendida en buenas condiciones. Ellos no saben lo terrible que fue y es, física y psicológicamente. Nunca van a saberlo porque no tienen útero. Nunca les han dolido los ovarios. ¡Entonces cómo es posible que tengan la soltura de hablar del derecho a la vida! ¡Esta cuestión casi destruye mi vida! A nivel psicológico me estoy destruyendo, estoy más susceptible a emociones negativas.

Un día llamé a un amigo para decirle que me estaba volviendo loca. Había dejado el psiquiatra. Estaba con un tratamiento regular por depresión y estaba sintiéndome regio. Ahora voy a tener que volver. El otro día pedí una hora, casi de urgencia, pero me la dieron para 2 semanas más. Probablemente le cuente, pero no todo porque uno nunca sabe quién te puede sapear. ¡Ni siquiera puedo ser honesta con mi médico! Él tiene el poder para delatarte si quiere. Teniendo una declaración tuya, cagaste

Todo lo que ha pasado ha sido una decisión y es un proceso sumamente político. Obvio, porque en el fondo es lo que he estado defendiendo toda mi vida. Nunca he tenido una posición contraria al aborto porque siempre tuve muy claro en que la decisión sobre el cuerpo de una mujer es de la mujer. Esta situación implicó poner en practica todo eso, vivir en carne propia toda esta violencia. Tenía referencias de gente cercana, porque conozco a tantas mujeres que han pasado por esta misma situación. Es algo casi normal en estos tiempos. Las mujeres siempre han abortado. El problema es que ni la medicina ni el derecho están a la altura de las mujeres y de la protección que se nos debería garantizar. Probablemente, en este momento, en algún lugar hay una mujer abortando en la clandestinidad y sólo puedo dimensionar lo terrible que es para ella, con mi propio dolor.

Ahora estoy súper aliviada. Hoy me miré al espejo en la mañana y amanecí bonita. No estaba así hace mucho tiempo. Me siento muy bien, me saqué un peso de encima gigantesco. Todo volvió a su centro y lo bueno es que salió bien, no tuve ningún drama; quizá sí tengo suerte. Ya no tengo nauseas, puedo fumarme un cigarro sin drama. Yo soy súper buena para el café, pero antes me daba asco. Como las embarazadas cambian sus gustos… bueno eso me pasó a mí. Hoy voy a poder almorzar con la certeza de que no lo voy a vomitar.

Un día estaba almorzando en el centro, sintiéndome pésimo, justo el día en que se estaba discutiendo el aborto en la Comisión de Salud. La diputada Demócrata Cristiana (DC, centro derecha) Carolina Goic, presentó un texto que decía que ellos como partido pensaban esto y no sé qué. Entonces llega Gutenberg Martínez —también de la DC— y dice "Oye, pero en ese texto no están puestos los lineamientos ideológicos que promulgamos en nuestro último congreso". Buscaron los lineamientos y no los encontraron, así que quedó la cagada. Al final, no legislaron y vetaron la discusión hasta nuevo aviso. Ese es el poder de la gente de la DC. ¡Pero nadie en Chile es de la DC! Yo no conozco a ni uno, pero hacen lo que quieren. Vuelvo: veía la noticia del momento previo a que se diera la (no) discusión en el Congreso. Estaba puesto TVN, el canal "de todos los chilenos" y entrevistaban a unos diputados que venían llegando. Y luego le preguntan a un cura, abajo decía "Episcopado se pronuncia" Pero ¡Y yo hueón! ¡Yo almorzando ahí para la cagá! ¡Qué le cuesta al periodista del canal público ir con un micrófono a la calle! Ir al Paseo Ahumada y preguntarle a las mujeres qué piensan. Me interesa más escucharlas a ellas que a un cura. Además, se supone que vivimos en un país laico. Pero en este país nada es lógico, o como debiera ser.

Me siento invisibilizada, callada a la fuerza, triste. Tengo miedo. Aún no sé qué le puede pasar a mi cuerpo. Tampoco sé qué puede pasar conmigo, ando demasiado paranoica. Ando con mucho cuidado. Hablo poco y lo que hablo tengo que hacerlo con mucho cuidado. Me da rabia y me da pena. De esto aún no salgo.

@andreiii