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Cultură

Además de maltratar animales, Seaworld es bastante aburrido

Nunca he ido a SeaWorld, así que no estaba seguro si su clausura sería en realidad una pérdida para la humanidad. Por esta razón, decidí pasar un día ahí para averiguarlo.

Seguro ya vieron —o al menos saben sobre— Blackfish, documental que salió en 2013. También saben que la opinión pública se ha vuelto en contra de SeaWorld, el parque temático de animales marinos.

A pesar de que el documental se estrenó el año pasado, a la gente le sigue molestando el tema. En mi Twitter y Facebook ha aparecido un artículo del Huffington Post con el título de “The End of SeaWorld” (“El fin de SeaWorld”) en repetidas ocasiones durante las últimas semanas. Si lo que dice el artículo es cierto, la empresa SeaWorld está llegando a su “fin”.

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Nunca he ido a SeaWorld, así que no estaba seguro si su clausura sería en realidad una pérdida para la humanidad. Por esta razón, decidí pasar un día ahí para averiguarlo.

Me preocupaba que el parque resultara ser muy divertido porque entonces tendría que escribir acerca de lo asombroso que es y hacerles buena publicidad gratis. Pero (alerta de spoiler) el parque resultó ser una total y completa basura. ¡Uf!

La parte más memorable del parque, sin duda, son los minutos que pasan entre que sales del auto y llegas a la entrada, antes de descubrir que el boleto de entrada cuesta 84 dólares (1,100 pesos). A partir de ahí, todo fue de mal en peor.

En la entrada, lo primero que puedes ver es una serie de pequeñas criaturas acuáticas que al parecer puedes acariciar como si fueran mascotas.

O en todo caso y para ser mas preciso, sacarlas del agua y picarlas mientras tus padres toman fotos en vez de decirte que las regreses a la maldita agua. Así como a esta estrella marina.

De vez en cuando, una adolescente que supervisa la pecera le recuerda a la gente que no saque a las criaturas del agua porque “¡necesitan agua para vivir!”. Pero la mayoría de las veces, la gente hace caso omiso a sus peticiones.

Más allá de las peceras para acariciar animalitos, hay un lugar que contiene animales que sólo son para contemplar. Como esta tortuga, que tiene una herida abierta y sangrienta.

Cuando alguien entre la multitud preguntó qué le había pasado, la chica encargada del recinto dijo algo sobre unos antibióticos y enseguida empujó a la tortuga de vuelta al agua, lejos de la vista de todos.

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Ahora sé que la única razón por la que a la gente le importan tanto las orcas es porque se estrenó un documental muy famoso que dice que deberíamos preocuparnos por ellas. Y que, en realidad, no hay diferencia entre las orcas y los pandas en el zoológico o los pollos que venden como nuggets en los restaurantes ahí mismo. Cualquier maltrato animal es una lástima.

Dicho esto, sería imposible ver Blackfish y no sentirse mal al ver a estos animales nadando en un ciclo eterno, animales cuya existencia no es más que servir como fondo para selfies.

Por supuesto, la atracción principal de SeaWorld es la serie de espectáculos.

Nunca antes había pensado en lo que pasa en un espectáculo de SeaWorld y ahora estaba presenciando uno. Lo único que había visto eran las secuencias de cinco segundos en documentales o comerciales. La verdad, en estas secuencias los espectáculos parecían muy emocionantes.

Sin embargo, la cantidad de cosas que sabe hacer una ballena asesina para entretener a la gente que está sentada en las gradas se limita a una sola cosa: saltar fuera del agua y volver a entrar casi de inmediato.

Por muy impresionante que sea que los entrenadores sean capaces de enseñarle a estos animales a hacer esos trucos cuando se los ordenen, hay un límite de veces que es entretenido ver saltar una orca un segundo fuera del agua. Si piensan como yo, entonces sabrán que ese número es exactamente: uno.

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Al parecer, SeaWorld está consciente de ello, así que se han esforzado mucho para adornar el espectáculo. Después de hacer sonar muchas campanas y de silbar varias veces para llevar a cabo el acto de saltar fuera del agua durante un segundo, los presentadores se las arreglan para hacer que esta basura se convierta en un espectáculo que dura más de 20 minutos.

El espectáculo comienza con una entrenadora que sale y pide que se pongan de pie los “miembros del ejército de EU jubilados y en servicio al igual que sus aliados en todo el mundo”. A nosotros, el público, nos piden que aplaudamos mientras se escucha música patriótica y la entrenadora explica que “SeaWorld no sólo está dedicado a los hombres y mujeres con uniforme, sino a el mundo que todos compartimos”.

Nunca había escuchado algo tan cursi en toda mi vida.

Es muy difícil para mí no hacer énfasis en lo horrible y ofensivo que fue escuchar la trilladísima música que siguió. La mejor manera que se me ocurre para describirlo es esta: Imaginen que hacen una versión cristiana de Glee y hubiera un episodio tributo al musical del Rey León en Broadway.

Aquí pueden escuchar la banda sonora completa. Les dejo una muestra de la letra:

Many times it happens, just by surprise,  (Pasa muchas veces, que por sorpresa,)
Out in the world, in front of your eyes—  (Allá afuera, en el mundo, frente a tus ojos)
You see a little kindness, someone who lends a hand,  (Ves un poco de amabilidad, alguien que te echa una mano)
The caring, sharing spreads like a vine,  (El cuidado y la convivencia se extienden como una vid)
When they return the kindness, passing it on down the line.  (Cuando esa amabilidad es recíproca y se transmite)

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Hasta el sujeto que se encarga de re escribir los éxitos del pop y adaptarlos para los niños diría que es “demasiado”.

El resto del espectáculo estuvo repleto de las entrenadoras de SeaWorld bailando y hablando sobre la importancia de cuidar el medioambiente. Durante el show, las entrenadoras fingían tanto su sonrisa que apenas podían hablar.

Es el tipo de entretenimiento para niños planeado por personas que nunca conviven con niños.

El segundo espectáculo que vi fue el de los delfines, que era más o menos lo mismo. Más animales saltando fuera del agua y más pendejos bailando a la orilla de la alberca al ritmo de una música empalagosa y condescendiente.

Aunque en esta ocasión creo que había una trama. Pero no estoy seguro de qué trataba. Era algo sobre una niña que saltó desde la ventana de su cuarto y luego se hizo amiga de una vieja vestida de perico para proteger el medio amiente. Creo, no sé.

Me imagino que cuando abrió por primera vez el parque, en los años 60, seguro fue como la escena en Jurassic Park donde ven al braquiosaurio por primera vez. Pero ya no funciona así en el 2014. Ahora los niños que ven estos espectáculos crecieron con el internet, tienen televisiones 3D en sus casas y un aparato en sus bolsillos con el que pueden ver todas las películas que existen. Para impresionarlos se necesita mucho más que animales saltando una y otra vez con música de fondo que suena como si la hubiera escrito Trey Parker para burlarse de los cristianos.

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Supongo que ganan mucho dinero con este negocio. Pero creo que en serio deberíamos considerar si de verdad vale la pena arruinar la vida de unos animales y hacer que todo el mundo te odie por eso.

Aparte de los espectáculos, también hay otras atracciones: una montaña rusa, una góndola y paseos por el agua. Nada muy emocionante.

A pesar de el hecho de que SeaWorld se ubica en el Sur de California, la gente que lo diseñó nunca pensó en construir algo para proteger del sol a las personas que hacen fila para entrar a las atracciones. Cuando fui al parque era un día tranquilo, por lo que nunca tuve que esperar más de 20 minutos en una fila. Aun así, cuando por fin llegaba mi turno de subirme al juego, me veía y me sentía como si acabara de correr un maratón. No me imagino lo horrible que ha de ser en un día más ajetreado o cuando haga más calor.

Ése fue básicamente mi día en SeaWorld: dos shows, dos juegos y muchas horas viendo animales tristes. No estoy seguro de cuál sea el antónimo de la palabra “recomendar”, pero sea la palabra que sea, es la que usaría para SeaWorld.

Creo que si van a maltratar animales para el entretenimiento de la gente, al menos deberían hacer algo que fuera divertido. Eso no significa que así se podría aceptar o justificar lo que hace SeaWorld. Simplemente haría que los 84 dólares que cuesta el boleto de entrada duelan menos.

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