Aprendí a tener sexo como un hombre gay

Foto vía Flickr, usuario Marcus Hansson.

He aquí un descubrimiento que se puede presumir: mientras se ponía el sol sobre un festival de música al que asistí hace poco, llegué al orgasmo en medio de una multitud. Un orgasmo al aire libre, de la mano, literalmente, de un hombre que me masturbó en público, un hombre que era el amante de mi amigo Alexander. Me besó después y luego hizo un gesto para que yo besara a otro hombre, que luego besó a otro hombre, que luego me besó.

Yo estaba en el centro de una energía gay, y en la cima de mi post-orgasmo vi a Dios. En lo alto del cielo, se levantó: un holograma por encima de un escenario de arcoíris con láseres y sobre un mar de cuerpos. Uno de los chicos me empezó a tocar, y tocó mi cuerpo, mis pechos, mi camiseta. Aquí estaba yo, rodeada por las reinas y jovencitos, ninguno de nosotros era tímido. Yo era una mujer casi heterosexual frotándome contra un grupo de chicos gays. Y esta es la parte que puedo presumir: estaba finalmente teniendo sexo como un hombre gay.

Durante años, mis mejores amigas y yo hemos lamentado nuestra incapacidad de tener sexo al igual que nuestros amigos homosexuales, que parecen ejercer un ideal de amor libre que nosotras anhelamos, lleno de oportunidades equitativas, decisión propia de una vida opuesta a la monogamia, ser ramera sin vergüenza, y una aceptación comunitaria de todo lo anterior. El mundo del sexo gay fue para nosotras un lugar mágico, donde era posible la monogamia tradicional, tal vez, pero por lo general cuestionada, donde los celos existen, pero pueden ser ignorados o ejecutados en algo más candente. Aunque algunos de nuestros amigos gays estaban en relaciones de largo plazo y algunos de ellos eran solteros, se les permitió a todos estos chicos involucrase con otros, o al menos expresar el deseo por los demás.

No todos los hombres homosexuales quieren tener sexo de una sola manera, pero mis amigas y yo envidiamos el ritmo de vida sexual de nuestros amigos gays, porque nosotras también deseamos estar con otras personas. Nuestra experiencia nos dijo (y la ciencia ha comenzado a apoyar esto) que las mujeres desean el sexo tanto como los hombres y pueden desear múltiples parejas al igual que (algunos) los hombres.

La epifanía de que podía coger como un chico gay llegó gracias a algunas manos expertas, el sentimiento de éxtasis del concierto, y también una bolsa de hongos de psilocibina, pero todo eso dio inicio la noche anterior, cuando me llevé a casa un hombre al que había deseado durante años. Lo llamaré Jake.

Nunca había manifestado mi deseo por Jake, que es algo de lo cual hablamos la noche que terminamos durmiendo juntos. Me di cuenta que soy mala para tirarle la onda a los chicos, y espero a que ellos lo hagan. Jake me entrenó para ser más como nuestro amigo Marlon, un lindo y hermoso gay que constantemente trata de acorralar a Jake en las fiestas a pesar de la heterosexualidad obvia de Jake. Él me dijo que no le molestaban las insinuaciones de Marlon pero se alagaría si alguien como yo le tirara la onda. "Ve tras los chicos," Jake me aconsejó. Así que empecé con él.

En el pasado, no me había acercado a hombres no porque no quiera o porque los hombres no me querían a mí, sino debido a la dinámica de poder de las relaciones heterosexuales tradicionales. Las secuencias del cortejo están bien ensayadas: la soltería como un camino hacia la convivencia en pareja y la convivencia en pareja se define como una monogamia. La mujer es la persona amada, el hombre es el amante, perseguidor y perseguido, bla, bla, bla. Nada de esto me parece lógico. Envidiaba a mis amigos homosexuales, porque empiezan desde cero y manejan la dinámica del cortejo para satisfacer sus deseos, en lugar de forzar sus deseos para encajar con algún modelo predeterminado.

La manera más simple que he encontrado para reescribir el guión de heteronormatividad es simplemente hacer y decir: esto es lo que estoy haciendo. Me gusta decirle a la gente que estoy tratando de coger como mis amigos gay, eso es más específico y más divertido que decir: "Estoy tratando de practicar relaciones de género neutral, no es necesariamente lo opuesto a la monogamia sino tener mente abierta, ya sabes.”

Desde mi revelación divina debido a la masturbación a manos de ese hombre, yo le he estado diciendo a todos los chicos y chicas que conozco acerca de mi proyecto de tener sexo como un hombre gay. Las conversaciones que le han seguido han sido tan increíbles como el sexo que he estado teniendo.

Ayer, el chico que me encanta me envió un mensaje de texto en el que me decía que había encontrado un pasaje en mi libro favorito de Chris Kraus, I Love Dick—que le presté después de su primera visita a mi cama— “¡ella quiere la vida sexual de un hombre gay!”, le pedí que me enviara la cita.

—…amar a los hombres, coger. ¿Hay manera de vivir esto como una persona gay, orgullosamente?

—LOL, me acabo de dar cuenta que yo también le tomé foto a esa página cuando volví a leer el libro, hace tres semanas…

—Qué tonta.

Esta es la pregunta del libro, algo que he pensado mucho últimamente:

"Todo mi ser ha cambiado porque me he convertido en sexualidad: mujer, heterosexual, con ganas de amar a los hombres, coger. ¿Hay una manera de vivir esto como una persona gay, orgullosamente?”

En I Love Dick, la respuesta no radica en actos sexuales, sino en lo que le llamo "actos de palabra". "La lectura cumple la promesa de que el sexo es agradable, pero casi nunca se puede cumplir", Kraus escribe, "cada vez más grande, ya que estamos entrando en la vida de otra persona, en su ser, el corazón y la mente". Del mismo modo, a menudo apoderándose de lo que deseamos, convirtiéndose en lo que queremos ser, puede ser tan simple como decir lo que queremos, nos adentramos en nuevos mundos dentro de nosotros al declarar nuestras necesidades y nuestros deseos, y descubrimos que —todo este tiempo— la solución a nuestros problemas nos estuvo acompañado.

@Fifidunks