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Fotos

Bésame, Cali

Después de visitar los moteles de sexo de Santo Domingo, me metí a un motel en Colombia donde puedes coger frente a un Bush o un Osama bin Laden de yeso.

En esta etapa estoy dedicando mi vida al sexo y, de paso, a fotografiar la arquitectura del sexo, sobre todo los lugares con la mayor concentración de dicha actividad, es decir, los moteles y hoteles de amor. Para mi último proyecto fui a Cali, Colombia, y pasé dos semanas en el Hotel Kiss Me. Me la pasé comiendo felizmente arroz, habichuelas, papas y tostones dos veces al día con los empleados, jugando billar con el dueño en su penthouse, al lado de su alberca privada, y andando de fisgón con mi cámara en las habitaciones, muchas recién usadas, de un hotel único en el mundo.

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Lo raro de Kiss Me, el hotel de amor más grande y popular de Cali, es que dentro y fuera de las más de 180 habitaciones, cada una con una tema diferente, hay mucho más arte que imágenes sexuales. De hecho, si no fuera por los tubos, el menú del sex shop, los dos canales de porno en la televisión, y los jacuzzis y los saunas en mi Suite Presidencial Gold, habría jurado que estaba en un museo de arte popular. Una estatua de 17 metros de altura y de cuatro toneladas de la pechugona Venus de Milo, la afrodita de amor griega, parada encima del hotel, es un ícono de arte clásico que demuestra la cultura del hotel, pero también es un anuncio para atraer a parejas en una ciudad sexualmente muy liberada y activa (no por nada se llama Cali Caliente, capital de la salsa y la cocaína).

Aunque en lo personal no me excitaría tanto coger en la habitación USA con dos aviones chocando contra las Torres Gemelas y figuras de tamaño real de Bush y Osama bin Laden parados al lado de la cama, o en la habitación de Alemania, donde Hitler saluda a un Volkswagen bocho, sí entiendo la atracción de pasar unas horas de placer dentro de un iglú o en la Habitación Salvaje con una cama debajo de unas palmeras. Para mí, es justo eso que hace Kiss Me tan especial, no forrar las habitaciones con imágenes eróticas sino exóticas, estimular fantasías de viajes más que de viejas, y tratar de expandir el horizonte de los clientes en cuanto a objetos y costumbres de culturas y países del mundo.

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Sin embargo, la gente va a Kiss Me a echar pata no a admirar el arte. Y por eso muchas de las habitaciones tienen tubos, “maquinas de amor” donde la mujer se sienta encima de las piernas de un inca, un gorila o Fidel Castro mientras el hombre la penetra parado enfrente, columpios con estribos para levantar patas al aire, ruletas de amor que giran para decidir en que posición toca, y condones regalados por el hotel para asegurar una experiencia sana. La prostitución es legal en Cali pero casi no van profesionales al hotel, sino parejas y amantes del bueno sexo, de todos los colores, edades, clases sociales y combinaciones de género y números (hasta seis personas caben en una suite), y el hotel funciona como una institución de salud pública para toda la población, dedicado a ayudar a mejorar el sexo de todos en una ciudad ya bastante caliente.

Kurt Hollander es fotógrafo y escritor. Esta serie de fotos fue tomada con una Nikon D600. Su autobiografía, Several Ways to Die in Mexico City, se va a publicar en español en 2014 con el título ¡Viva la muerte! Visita su página: kurthollander.com

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