Hablamos con camioneros sobre la vida en la carretera

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Hablamos con camioneros sobre la vida en la carretera

Hablamos en inglés o alemán, gesticulando con manos y pies o con la ayuda del traductor de Google. Al margen de cómo nos comunicáramos, una cosa quedó clara: todos ellos echaban de menos su hogar.

Este artículo se publicó originalmente en VICE Alpes.

Ürsu, camionero de profesión de 61 años, ha parado en el área de servicio de Grauholz. La autopista que pasa junto a Berna es una de las más antiguas y concurridas de Suiza. "Antiguamente, la de camionero era una profesión romántica", recuerda. Pero las cosas han cambiado. "Carreteras congestionadas, horarios muy justos, control continuo y sueldos muy bajos a final de mes". Confiesa que no le gustaría estar en la piel de uno de los jóvenes que ejercen su profesión hoy día.

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Ser camionero de larga distancia es un trabajo exigente, con un promedio de 48 horas de trabajo a la semana, ampliables hasta 60. En España, de media, un camionero gana unos 2.500 euros brutos al mes, lo que supone 1.900 euros tras los impuestos. En el Reino Unido, la media es de 2.450 euros, en los Países Bajos, 1.780 euros y en Alemania, 1.960 euros. No parece que las condiciones laborales ni los salarios de los camioneros vayan a mejorar en el futuro, teniendo en cuenta que cada vez son más las empresas de transporte que contratan a conductores del centro y el este de Europa, dispuestos a hacer el mismo trabajo por la mitad del sueldo.

Estos camioneros, originarios de países como Estonia, Lituania, Polonia, Hungría, Rumanía, Bielorrusia o Ucrania, a menudo se pasan semanas e incluso meses en la carretera, comiendo y durmiendo en espacios de menos de tres metros cuadrados durante el viaje. Para muchos de ellos, la falta de trabajo en sus países les obliga a aceptar el trabajo en esas condiciones tan precarias, circunstancia que, por supuesto, aprovechan al máximo las empresas de transporte.

Fui a la estación de servicio de Grauholz para conocer a varios de estos conductores de larga distancia. Algunos se negaron a que les hiciera una foto y me dijeron que en su lugar sacara a su camión. Hablamos en inglés o alemán, gesticulando con manos y pies o con la ayuda del traductor de Google. Al margen de cómo nos comunicáramos, una cosa quedó clara: todos ellos echaban de menos su hogar.

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Fjodor, 53 años, de Kazajstán

"Llevo casi tres meses en la carretera. Dentro de dos semanas vuelvo a casa con un amigo de Bielorrusia, que también hace trayectos largos. Él tiene dos hijos pequeños; para mí es más fácil porque mi hijo ya es mayor.

No me puedo quejar, me pagan 750 euros al mes, cuando en mi país podría ganar como mucho 100 euros, si tuviera la suerte de encontrar trabajo".

Kristjan, 26 años, de Estonia

"Como camionero, te pasas la vida esperando. Horas, a veces días. Esa es la peor parte del trabajo. Al principio me llevaba un libro, pero ahora me dedico a mirar el móvil. En cuanto me pongo otra vez al volante, me siento mejor. Me relaja. No me importa no saber dónde voy a estar la semana que viene, siempre y cuando no tenga que esperar mucho.

Ahora nos presionan más que antes, nos vigilan a todas horas: la empresa, los clientes y la policía. No sé cuánto tiempo más seguiré como camionero. Quizá lo deje cuando encuentre novia".

Alexandr, 36 años, de Bielorrusia

"Fjodor es amigo mío. Muchas veces viajamos juntos y hablamos de todo un poco: de cómo van las cosas por casa, nuestros problemas y lo que nos espera en el futuro, cuando nos jubilemos. A veces me da miedo volver a casa, sobre todo después de un viaje muy largo. Nunca sabes si ha habido cambios muy drásticos en tu ausencia, teniendo en cuenta que estamos en una dictadura postsoviética. Por supuesto, llamo a mi familia siempre que puedo, pero uno nunca puede estar seguro de lo que pasará mañana. Te lo dice alguien que ha visto demasiadas cosas".

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Anatoli, 35 años, de Bielorrusia

He conducido desde Bielorrusia hasta Lituania, luego Polonia, Alemania y hasta aquí, Suiza. Primero transporté madera, luego muebles y después flores. Creo que de vuelta voy a llevar cápsulas de café o algo así. A veces me paso meses en la carretera. No sé cómo explicártelo, pero a veces me siento muy triste. Pienso en mi casa. Tenemos un pequeño jardín, muy bonito. El problema es que no hay trabajo. ¿Qué otra cosa puedo hacer? Ya solo sacarme el carné de conducir me ha costado una fortuna, así que no puedo dejarlo. Tengo que ganar dinero".

Mike, 56 años, nacido en Sicilia y criado en Alemania

"He llegado a tener decenas de camiones y he transportado de todo lo que te puedas imaginar. He ido a sitios como Sudáfrica, EUA y Rusia, y a ciudades como México D. F. y Kabul. Gané mucho dinero, pero me cansé y quise apartarme todo lo que pude de ese estilo de vida. Ahora trabajo por solo 2.500 euros al mes.

Estoy con mi cuarta esposa, que es de Rusia. Ella todavía sabe lo que significa ser una familia.

Sí, nuestras condiciones laborales son una mierda. El tráfico, la presión, los conductores de Europa del Este… Todo es una mierda. Pero bueno, tengo 56 años y conduciré hasta el día que me muera. Es mi vida, mi libertad. Y no, no te puedo dejar subir al camión. No dejaría entrar ni a mi hermano. Trae mala suerte".

Andriy, treinta y tantos, de Ucrania

"Llevo dos años al volante. Es el único trabajo con el que puedo ganarme la vida. De vez en cuando me vienen imágenes a la mente normalmente justo antes de quedarme dormido, pero a veces incluso mientras estoy conduciendo de un día que tuve que ingresar en el hospital porque me hice daño. Todo era muy brillante. El tipo que tenía al lado había perdido una pierna y tenía un agujero en el estómago. Era horrible. ¿Crees que estoy loco?

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No quiero salir en la foto, pero escribe ahí que quiero tener una buena vida. No pido más. ¿Lo escribirás?".

Jakub, 34 años, de Polonia

"Conduciré cuatro semanas seguidas y luego me iré a Varsovia, a pasar un par de días en casa con mi mujer y mis hijos. Llevo flores y tulipanes en macetas de Países Bajos a Suiza, Italia y España. Echo de menos a mis hijas. Hoy es el cumpleaños de la pequeña y yo sigo aquí, en el camión, lejos de casa".

Denis, 57 años, de Ucrania

"No me molesta tener que comer solo, dormir solo y beber solo. Es mejor no pensar en cómo estaría si todo fuera distinto. Pero a veces es complicado. Mi madre está enferma, en una residencia. Cuando pienso en eso, me entran ganas de ir a visitarla y hablar con ella del pasado. Antes era una persona muy alegre, se reía mucho. Me da miedo que un día se muera de repente y yo no esté a su lado. Otras veces, en cambio, me encanta estar lejos de casa. Es así… No sé qué más contarte".

Lazio, cuarenta y tantos, de Rumanía

"Solo trabajo para los alemanes y los holandeses. Los rumanos anteponen los camiones a las personas que los conducen. Para mí este estilo de vida está muy bien. No sé por qué los demás se quejan tanto. Por primera vez en mi vida puedo pensar en mi jubilación y tengo dinero para visitar al médico cuando estoy enfermo. Eso me da tranquilidad".

Jan, 65 años, de Países Bajos

"Tendría que haberme jubilado en marzo, pero seguiré trabajando hasta octubre, porque será el mes que cumpla 25 años trabajando para la misma empresa y me van a hacer una fiesta a lo grande. Llevo más de cuarenta años al volante. Las cosas han cambiado mucho desde que empecé: hay más tráfico, más estrés, menos tiempo… Más camioneros de Europa del Este. Se gastan una fortuna en su licencia en Rumanía, Polonia o Rusia, vienen aquí y dicen: 'Contrátame, trabajaré a cualquier precio; no importan adónde tenga que ir ni cuánto tiempo tenga que estar conduciendo'. No me malinterpretes, no los culpo a todos. La culpa la tienen las empresas que los contratan por la mitad o un tercio de nuestro sueldo. Eso está mal, muy mal".

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Ronaldo, 54 años, de Portugal

"Un Schnitzel con patatas, ensalada, una taza de café y una buena ducha te cuesta todo 36 euros aquí, en Suiza. En Alemania te costaría la mitad, pero ni aunque costara 10 euros, no me lo podría permitir. Me traigo la comida: bastante carne, huevos y verdura en tarros de vidrio. Mi hermano es agricultor y lo demás… Bueno, lo puedes conseguir en otro sitio".

Toni, 46 años, de Macedonia

"Tengo mi propia empresa y somos cuatro camioneros. Voy tirando, pero es duro. Una empresa de transportes solo puede ahorrar en dos cosas: el gasóleo o los conductores, lo que sea más rentable. Y eso no va a cambiar en los próximos años.

Mis empleados son de confianza, soy mi propio jefe, tengo familia y los niños están sanos. ¿Qué va a cambiar porque me queje de que va mal el negocio? Mira, te enseño una foto de mis hijos…".

Ürsu, 61 años, de Suiza

"Empecé a trabajar de camionero el 3 de septiembre de 1976, hace casi 40 años. El negocio ha empeorado mucho, pero está igual en todas partes. Lo que me fastidia de verdad es el poco respeto que se tiene por nosotros hoy. Antiguamente era un trabajo muy digno; yo me sentía orgulloso de ser camionero. Hice muchos amigos y nos protegíamos unos a otros.

Hoy en día la gente solo mira por sí misma, y no me extraña, porque muchos trabajan por una miseria para compañías que los exprimen al máximo. Es una forma de esclavitud moderna, básicamente. Pienso mucho en esas cosas durante los viajes largos".

Traducción por Mario Abad.