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El alfabeto (ilustrado) del narco mexicano

Ch de "charola"

Uno de 29 testimonios que he recogido entre gente metida en la Guerra contra el Narco.

Éste es uno de 29 testimonios que he recogido entre gente metida en la Guerra contra el Narco. Los nombres y locaciones específicas han sido omitidas por seguridad. Lo he acompañado de un dibujo y de mi definición sobre alguna de las 29 palabras que he escuchado mentar a esta gente. Aquí les dejo la palabra de esta semana: Charola.

Ilustración por Gabriel Escalante.

I. “Cuando estábamos súper morras fuimos a Vallarta a tirar party. Íbamos la Brenda, Mónica, Nora, Martita, la Lore, Karla —otra morra que no conoces— y yo, entaconadas y listas para ponernos hasta el huevo. Vamos al Cactus, dijo la Brenda, y nosotras Ajá-Sí-Cómo-No. O sea, el Cactus era un antro súper fresa al que estaba muy cabrón entrar, pero la Brenda a güevo quería estar ahí; la Brenda, a quien siempre le ha gustado estar en el ojo del huracán, o sea en lo mejor de lo mejor. Llegamos y la primera bronca fue la lista de acceso: que Garza no se qué, que Salinas no se qué, que Azcárraga no se qué. Y los fresotas bien acá, saludando a los cadeneros de piquete en la nalga y demás. No había manera de entrar. En eso, la Brenda voltea a verme: ¡Gaby! ¡Saca la charola! En lo que llevaba trabajando para el Poder Judicial jamás lo había hecho, pero pues ya estando ahí dije chínguesu. Señor, y miro al cadenero, Venimos buscando a alguien; Por favor, Señorita, pase usted y sus amigas. A ver, dijo mirando a la perrada que estaba afuera, ¿Quién viene con Gaby? Y de repente toda la raza sin poder entrar empezó a gritar “¡Ga-by! ¡Ga-by! ¡Ga-by!” Entraron mis amigas y yo, y hasta jalé a otra gente que ni conocía. El cadenero le llamo a un par de chalanes que nos llevaron frente a la pista de baile. Quitaron a un grupo de morras que estaban en una mesa para sentarnos a nosotras. Qué pena, me digo ahora, Pobrecitas, pero pues ahí estábamos pisteando de gratis porque el dueño, nos dijo el mesero, les manda estos tragos cortesía de la casa. Uta, la Brenda luego luego bailando arriba de la mesa. En eso los chalanes se comenzaron a amontonar alrededor de nosotras; Oiga, me dijo uno, ¿Trae pistola? La dejé en casa (me contuve de la risa). Nos fuimos a las 7 de la mañana. Cuando nos despertamos no recordaba bien cómo había terminado el party. ¿Dónde estaba la charola? Me había valido: la había perdido en el antro. Nos habíamos limpiado con la pinche charola.”

II. “Había un lugar en ese entonces que estaba de moda en Tijuana, a donde iba puro malandrín. Se llamaba La Oh. En los lugares de ese entonces (el Guadalajara, el News, después la Baby) los de la entrada solían ser muy alivianados y con que fueras cada semana, les consumieras y los saludaras de beso, nunca tenías pedos. Recuerdo que después de las corridas de toros de los domingos, Ramón, uno de los Arellano, solía invitar la peda a todos los que íbamos al Frog’s, aunque no lo conocieras. Bueno, esto último nomás lo cuento como antecedente. Lo que más bien quiero contarte es que para entrar a La Oh sí había pedo: te podías ir súper bien vestida y ni así. Pues ahí estábamos las mismas de siempre, todas emperifolladas. Yo llevaba un tul negro, una diadema rosa y un cinto con hebilla metálica grandota en forma de flor. Haz de cuenta que estás viendo a Madonna, pero pues ni así pudimos entrar. Como era de esperarse, la Brenda, que a güevo quería estar adentro, me dijo Gaby, tienes que sacar la charola. En ese tiempo las charolas eran metálicas y pesadas. Estaban en una especie de cartera que nomás dejaba ver su brillo cuando la enseñabas. Desde lo de Vallarta me había jurado nunca volver a usarla, así que le dije que No, no lo vamos a volver a hacer; Ay no mames, Gaby; No, Brenda; Ándale, está chingonsísimo adentro; Tengo una mejor idea. Lo que hice fue lo siguiente: me quité la hebilla del cinto y les dije a todas que me siguieran; me paré enfrente del cadenero, saqué la hebilla y la deslicé rápidamente enfrente de su jeta. Soy la autoridad y vengo con siete amigas. El fulano peló los ojos súper impresionado. Señorita, por favor, pase usted. Qué bruto. Pobre gente ignorante, me dije: haz de cuenta que se habían abierto las aguas del Mar Rojo. Pero pues así eran las épocas del PRI. Era bien chistoso.”

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C de "contras"

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