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Cultură

Cloración Criminal

Una entrevista con un químico clandestino.

En el imaginario popular, el terreno de la química clandestina es un lugar monótono, espolvoreado con ocasionales pasturas de rumores de saponificación de GBL y falsos reportes de reducciones exitosas de pseudoefedrina. Pero existen experimentadores solitarios, personajes ingeniosos, científicos independientes, que buscan avanzar en el estudio de la síntesis de las drogas psicoactivas, en la privacidad de sus hogares. Por su participación en el ignominioso casamiento de los nucleófilos y electrófilos proscritos, han pagado un alto precio: su libertad. Aquí les presento una entrevista con un químico clandestino cuya curiosidad por las moléculas prohibidas lo llevó a terminar encerrado en una jaula.

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Los restos de una gota de fenilacetona en una amalgama de Hg.

VICE: Quisiera hablar sobre la química clandestina y lo que implica operar un laboratorio secreto. ¿Cómo te iniciaste en todo esto?
Químico anónimo: A principios de los noventa hubo una enorme ola de información sobre psicodélicos. Tenías a Terence McKenna caminando por ahí con una playera de DMT, hablando sobre la salvia, pero nadie sabía dónde conseguir salvia ni DMT. Era algo criminal tener que ir a un concierto de Grateful Dead o a un rave —estas escenas tan espantosas— para conseguir drogas interesantes e inusuales, pero no había mucha opción. Había algunos compuestos que las grandes compañías de abastecimiento de químicos tenían a la venta, pero la mayoría de las fenetilaminas eran muy difíciles, sino es que imposibles, de conseguir.

Yo era un chico científico y seguí mi curiosidad hasta ese objetivo natural. Lo primero que sinteticé fue DMT. En retrospectiva, me parece algo ridículo, pero era algo que simplemente no podía encontrar. Nadie estaba haciendo extracciones; estoy hablando de los días antes de la disponibilidad generalizada de los recursos botánicos. Estudié la síntesis y decidí tomar el camino clásico con el indol, pero mi primera síntesis de DMT fue bastante mala —el indol huele a mierda literalmente— y terminé apestando el edificio en el que vivía. Esto fue antes de la histeria por los laboratorios de cristal, así que aunque no era normal que tu departamento apestara a mierda y solventes, nadie se alarmó. Cuando finalmente produje DMT con éxito, sabía tanta química que tenía una paleta sintética mucho más extensa con la cual trabajar. Esto fue por ahí de 1993, y estaba toda esta emoción por el MDMA. Como dije, estos raves espantosos estaban en plenitud. Empezó como un pasatiempo muy costoso y regalaba lo que hacía, pero eso no es sustentable en el largo plazo así que empecé a vender mi material.

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¿Qué fue lo que te motivó a distribuir los químicos en grandes cantidades?
Uno escucha todas estas pendejadas mesiánicas de boca de los químicos. Mi motivación era muy clara: quería la oportunidad de probar drogas que no podía conseguir de ninguna otra manera. Probé el MDMA y pasé al DOM, mescalina, 2C-B y varias otras. Realmente disfrutaba ver el efecto que causaba sacar estas cosas a la calle, y ver los signos de interrogación en los rostros de la gente, y se volvió mi principal fuente de ingresos durante siete años.

Es interesante cómo han cambiado las cosas. Ahora muchas de estas drogas las puedes obtener sin mucho esfuerzo, pero los precursores para su síntesis están muy bien vigilados. 
Es distinto. En aquellos tiempos, intentar conseguir cualquiera de los benzaldehídos sustituidos era una verdadera pesadilla; no son exactamente piezas clave en el comercio químico. El negocio químico internacional de trato directo con el consumidor estaba en pañales. Pero ahora hay mucha más presión sobre ciertas cosas; antes podías comprar un barril de 200 litros de alcanfor 1070 o aceite de ocotea por tres mil dólares. Ahora no hay forma de hacerlo. No digo que sea más difícil o fácil, es simplemente diferente y es algo que está siempre evolucionando.

Te daré un ejemplo: alrededor de 1998 un grupo de nosotros estábamos intentando trabajar con unos compuestos de Shulgin, los 2C-T. Eran mucho más complicados que las fenetilaminas tradicionales y no podíamos hacerlos de manera eficiente. Eventualmente un grupo privado de químicos e inversionistas se unieron para abrir un laboratorio en Polonia para producir un kilogramo de 2C-T-7. Fue estúpidamente caro, y todo el proceso me pareció una medida muy extrema. Hasta donde sé, ese esfuerzo grupal fue el primer ejemplo de síntesis casera de una droga del  “mercado gris” por parte de los usuarios finales. Menos de dos años después, este químico tomó fuerza y fue lanzado como Blue Mystic en Holanda, y después como un químico puro en Estados Unidos. El 2C-T-7  fue una de las primeras drogas de diseño en el sentido moderno, y creo que parte de su popularidad se debió al hecho de que no se podía conseguir por lo difícil que era producirlo en un laboratorio clandestino.

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En aquel entonces, internet servía para diseminar los conocimientos sobre las drogas. Había menos énfasis en diseminar las drogas en sí.
Empezando en los noventa, hubo una serie de foros en los que los químicos se reunían para discutir sus trabajos. Uno de los resultados de estas discusiones fue que muchas de estas síntesis se tradujeron a un inglés simple que todos podían entender. Para las personas sin una educación formal en química orgánica, la terminología utilizada en las revistas científicas y las patentes farmacéuticas eran tan técnicas que parecían un idioma extranjero. PiHKAL simplificó las cosas; Shulgin habla un idioma más cercano a lo que entiende la persona promedio. Pero las discusiones en línea llevaron las cosas aún más lejos, y el resultado fue que muchas más personas decidieron sintetizar su propio MDMA.

La bióloga Eva Harris describe una técnica sencilla que permite a la personas en los países en desarrollo llevar a cabo una reacción en cadena de la polimerasa a través de ciclos térmicos manuales, y su trabajo es considerado una obra maestra en la comunicación de la ciencia. Lo que me impactó cuando leí su libro fue que estaba haciendo por la genética lo que los químicos clandestinos habían hecho por la síntesis de anfetaminas; ambos son resultados que provienen de ese deseo por simplificar, aumentar el acceso, y llevar la tecnología a quienes la necesitan.
Yo usé los ingresos de mi trabajo para conseguir equipo adecuado, pero algunas de mis mejores recuerdos son de cuando apenas empezaba. Quería hacer cosas increíbles con herramientas completamente inadecuadas. Todos estaban haciendo reducciones con amalgamas de mercurio o reducciones de hidruro de litio y aluminio, y eso era todo. Existía esta leyenda sobre unos motociclistas que supuestamente tomaban un barril de aluminio, le echaban metilamina y fenilacetona, y arrojaban el barril al río para enfriar la reacción y evitar que explotara. Es obvio que era una historia ridícula, pero algunos güeyes se la creyeron y empezaron a usar barriles de PTFE como envases para la aminación reductora de la fenilacetona y el nitrometano. Esta es una reacción violenta a pequeña escala, así que usaban un kilo, colocaban una válvula de escape para la presión, ¡y cruzaban los dedos! Todo mundo dependía de equipo improvisado.

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HgCl2 en una báscula.

Puedo entender la improvisación de ciertas cosas, pero sin equipo analítico estás trabajando a ciegas. Tanto de la química depende de entender lo que tienes en tu matraz; trabajar sin acceso a equipo de análisis sofisticado es como viajar en el tiempo cincuenta o cien años.
Incluso en los laboratorios de la universidad, el análisis era más difícil; no había referencias para muchos de estos químicos, en especial para las fenetilaminas. Era un juego de azar. No tenía otra cosa más que la cromatografía de capa delgada para monitorear el progreso de la reacción, y después tomar el punto de fusión del producto final. Es por eso que los reportes forenses me parecieron tan fascinantes cuando allanaron mi laboratorio. Por supuesto, es una desgracia que el primer vistazo a la identidad química de mis productos se debiera a mi arresto, pero incluso mientras me privaban de mi libertad, estaba fascinado por lo que los químicos forenses habían descubierto.

“Incluso mientras me privaban de mi libertad, estaba fascinado por lo que los químicos forenses habían descubierto.”

¿De qué te acusaron exactamente?
El primer cargo fue por fabricar metanfetaminas. Por razones en las que no pienso ahondar, no me arrestaron cuando allanaron mi laboratorio y salí huyendo hacia el extranjero para esperar los reportes forenses. En mi ausencia, me acusaron de fabricar metanfetaminas porque eso era lo único que la policía sabía procesar. Quedaron sorprendidos por mi laboratorio. El 2C-C que estaba haciendo no estaba en su léxico químico. Pensaron que debían ser metanfetaminas y estaban determinados a probarlo. Ese cargo permaneció durante casi un año. Hubo un momento en el que mi abogado y yo dijimos: “Vayámonos por esto de las metanfetaminas. Podemos ganarles”. Los estudios de campo regresaron positivos por metanfetaminas, pero los oficiales de narcóticos sabían que había algo más, así que pidieron a un contratista privado que hiciera pruebas para buscar rastros de compuestos programados. Estos güeyes hicieron pruebas de todo; literalmente analizaron la pintura en las paredes de mi laboratorio. Después delinearon los posibles caminos sintéticos con lo que encontraron, y debo decir que dieron en el clavo con todo. Mientras estaba escondido en el extranjero, esperaba que no encontrara nada. ¡No hubo manera!

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¿Qué encontraron?
Definitivamente no encontraron metanfetaminas. Fui muy cuidadoso de no guardar grandes cantidades de productos programados en el laboratorio mientras estuvo activo; parecía un laboratorio de química orgánica bien equipado. Creo que decidieron irse por el 2C-C porque era el único material presente en grandes cantidades como para ameritar cargos serios, según sus lineamientos. Estaba experimentando con varios procesos para clorar el 2C-H. El método original de Shulgin era un poco desorganizado y de bajo rendimiento. Usé cloruro de sulfurilo, el cual me dio mejores resultados, pero era un problema no poder separar las impurezas policlorinadas con la recristalización o la destilación. El truco, según descubrí, era clorar el benzaldehído, lo cual hacía más fácil la separación. Era genial ver el reporte de laboratorio post-mortem y ver exactamente lo que había salido. De hecho recibí una carta de agradecimiento de algunos de los miembros del laboratorio forense, por haberles dado lo que dijeron había sido el caso más interesante en años.

¡Increíble! ¿Qué efecto tuvo su reporte en la corte?
Un jurado compuesto por colegas, no fue lo mejor que me pudo pasar, dado que dichos colegas no eran tan brillantes. Hablar de grupos funcionales diferenciales sólo los confunde; lo único que el fiscal tiene que hacer es pararse, señalar el equipo y los químicos, y hablar sobre las tragedias de la epidemia de cristal, y estás jodido. Me sorprendió lo estúpido que fue todo eso. Decían que mis intermedios de 2C-C eran 2C-B, del cual no había ni un nanogramo en mi laboratorio. Cuando intentamos aclarar que los dos químicos contienen un halógeno completamente diferente, simplemente pelaron los ojos, como diciendo: “Ahí vas con tus disparates químicos otra vez”. Y tuve que negar ese cargo. Fue como ir a un huerto de manzanas y ser acusado de tener un naranjo ilegal. Me dieron algunos años. Algunos dicen que tuve suerte.

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Sí, es cuestionable. ¿Sientes que la policía y los otros prisioneros te respetaban más que al reo promedio porque habías cometido un crimen intelectual?
Me pareció más fácil llegar a la cárcel y mentir: “Sí, estaba cocinando cristal”. Fue mucho mejor que intentar explicar: “Estaba trabajando en una fenetilamina psicodélica halogenada poco usual”. Otros prisioneros se acercaban y querían hablar de química; todos los supuestos cocineros de cristal me abordaban con estas síntesis fantásticas y juraban que servían. Simplemente dejas de discutir y les dices: “Sí, es increíble, yo también lo hacía cuando cocinaba”.

Cuando te soltaron, ¿cómo te reconciliaste con la química? Es extraño, pero algunas personas involucradas en crímenes químicos han terminado con carreras académicas muy exitosas.
Si descubres cómo transformar el mercurio en oro, eso es algo muy difícil de ignorar. Nunca olvidas cómo manejar la bici del MDMA. Por supuesto, es un círculo vicioso: te mandan a prisión por hacer química ilegal, y cuando sales, ganarte la vida de forma ilegal es todavía más atractivo porque nadie te quiere contratar. Es una joda remplazar todos tus reactivos y tu equipo, pero eso ni siquiera se compara con lo difícil que es aprender química orgánica.

¿Qué hiciste cuando te soltaron?
Pasó algo que nunca anticipé mientras estuve en prisión: el mercado cambió de forma dramática, y mi trabajo terminó desplazándose a China. Para cuando regresé a la sociedad, las cosas estaban irreconocibles. Quedé estupefacto. El mercado de las investigaciones químicas había seguido avanzando viento en popa, y sólo hizo falta la mefedrona para que todo quedara grabado en la mente del público. En retrospectiva, esos primeros días del 2C-T-7 me parecen tan pintorescos. La comunidad sintetizadora está fracturada; aún quedan algunos grupos por ahí, pero la necesidad original ya no existe. Tengo sentimientos encontrados sobre la mayor disponibilidad de estos químicos. En el entorno actual quizá nunca me habría vuelto un químico. La mitad de las sustancias que me motivaban a sentarme con un libro de texto las puedes comprar en línea con una tarjeta de débito. Es extraño, pero el mercado dejó a un gran número de químicos clandestinos sin trabajo. No puedo competir con China, ¡soy una víctima más de la globalización!

¿Ahora qué?
Todavía tengo un gran interés en la química; la perfumería es algo que me tiene muy emocionado últimamente. Sí, la perfumería. Puede ser.

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