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Cómo el refresco de dieta arruinó una década de mi vida

Después de gastar una fortuna en especialistas, resonancias magnéticas y medicamentos, descubrí que mi migraña provenía de la intolerancia al aspartame.

Imagen vía Eleia Samonte/Flickr.

Pasé gran parte de mis veintes confinada a mi habitación con las persianas cerradas a causa de las migrañas crónicas. Cuando cancelaba planes al último minuto, la gente suponía que estaba usando mi condición como una excusa, pero no entendían lo mucho que habría preferido estar en un bar o un concierto y no postrada en la cama. Mis amigos llevaban una vida nocturna, y yo quería golpear mi cabeza contra una pared.

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Estaba trabajando como recadera para MTV, asistía tiempo completo a la escuela y trabajaba medio tiempo en la oficina de un dentista. Las migrañas interrumpían estas actividades, y por mucho que tratara de aguantar los días largos con ayuda de la cafeína, el dolor me paralizaba.

Al principio, mi doctor me describió como alguien "proclive a los dolores de cabeza" cuando expresé mi preocupación. Aunque las migrañas comenzaron como dolores de cabeza, no sólo lastimaban la parte superior. El dolor viajaba a mis oídos, espalda, cuello dientes, y —lo peor de todo— detrás de los ojos. Me quedaba incapacitada hasta el punto en que levantarse de la cama para tomar los medicamentos contra el dolor era algo demasiado difícil de soportar.


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Me automedicaba con una botellita de Excedrin, que funcionaba para los dolores de cabeza, pero cuando experimentaba migrañas varias veces a la semana, no funcionaba. Mi médico me prescribió Fioricet, que está hecho de los mismos ingredientes que el Excedrin, así como un sedante llamado Butalbital. Después de seis meses, mi cuerpo desarrolló una tolerancia. Intenté todo lo que me recomendaron: frotar café molido directamente en la frente, masajear las sienes con aceite de menta, sujetar rodajas de papa cruda en mi cabeza con un pañuelo. Tomé un suplemento herbal llamado MigreLief durante un año. También hice yoga.

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Nada de eso funcionó.

Finalmente me mandaron con un neurólogo, quien supuso que podría tener un quiste en mi cerebro el cual estaba causando las migrañas. Me hice una resonancia magnética, y tenía razón: tenía un quiste de cuatro milímetros en la parte más importante de mi cuerpo. En ese momento estaba aterrada, pero un neurocirujano me dijo después de que el quiste no estaba situado en una parte del cerebro que provocara migrañas.

A mis 28 años visitaba a un especialista en migrañas tres veces a la semana y recibía un tratamiento de electroestimulación e inyecciones para anestesiar los nervios occipitales en la cabeza y la espalda. Aquel médico tuvo la teoría de que era alérgica a algún tipo de alimento, por lo que debía mantener un registro de todo lo que ocurría en mi cuerpo en el transcurso de un mes. Cuando pasaron las cuatro semanas y revisamos el bloc de notas, tomó un marcador y dibujó una línea amarilla en dos palabras que me miraban fijamente a la cara: "refresco dietético". Consumía casi tres botellas al día; la mayoría de las veces, lo tomaba pensando que la cafeína podría aliviar el dolor.

Después de gastar miles de dólares en especialistas, resonancias magnéticas, medicamentos y visitas a urgencias, resultó que una intolerancia al aspartame —el edulcorante artificial en los refrescos de dieta— es lo que me había afectado durante los últimos ocho años.

Se acepta de manera anecdótica de que el aspartame es un desencadenante de la migraña. Una investigación realizada en los años 80 sugirió que podría aumentar la frecuencia del dolor de cabeza en más del 50 por ciento de los pacientes con migraña, aunque los estudios posteriores que intentaron establecer una correlación no han sido concluyentes.

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Aaron Carroll, profesor de pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Indiana, consideró la evidencia contra el azúcar falsa publicada en el New York Times el año pasado; le contó a VICE que los estudios que encuentran una correlación son los estudios de casos controlados con tendencia al "sesgo de memoria". "El sesgo de memoria se refiere al hecho de que las personas que han padecido de algo buscan sus memorias y recuerdan las cosas de manera diferente a las personas que están sanas", explica. "Eso puede conducir a diferencias en las respuestas que sesgan los resultados de un estudio".

La conclusión más importante a la que llegué es el hecho básico de que es esencial estar al tanto de lo que pones en tu cuerpo. Mis migrañas desaparecieron tan pronto como dejé de consumir refrescos de dieta, junto con diversos productos "bajos en grasa" hechos con aspartame. Ahora leo las etiquetas de los alimentos cuando voy de compras, y cuando salgo a comer, normalmente bebo agua o té helado sin azúcar. Como la mayoría de la gente, me dan leves dolores de cabeza en las resacas o por la falta de una buena noche de sueño. Pero después de un par de ibuprofenos, me siento normal de nuevo.

"En la cuestión de la migraña, no hay una solución única para todos; el trabajo de investigación es la clave", explicó a VICE Jonathan Borkum, un psicólogo licenciado, autor de estudios y de un libro sobre el tema. "Para ti fue el aspartame; para otra persona podría ser el vino tinto, el clima lluvioso, desvelarse, e incluso los sentimientos de culpa. La lección que hay que aprender de las migrañas es la importancia de cuidar el cerebro, y que llevar una dieta y un estilo de vida saludables es fundamental.

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