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Cultură

¿Cómo es la vida después de un intento de suicidio?

Como acaba de pasar el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, decidimos investigar cómo es la vida cuando se te da una segunda oportunidad.

Foto vía el usuario de Flickr amiraelwakil.

En México, cada año en promedio se quitan la vida 5,230 personas; es la decimocuarta causa de muerte en el país y la tercera causa de muerte entre los adolescentes mexicanos. El suicidio no tiene nada de glamoroso y nadie lo sabe mejor que quienes han sobrevivido a un intento. Y como acaba de ser el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, decidimos investigar cómo es la vida cuando se te da una segunda oportunidad.

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VICE platicó con algunos jóvenes que sobrevivieron a un intento de suicidio. Melanie* tiene 24 años de edad, estudia una maestría, encontró su lugar en una comunidad poliamor y ahora trabaja en una línea de atención al suicida. Shenika tiene 25 años de edad y es feliz escuchando a Weird Al Yankovic. También hablamos con Sam, un chico de 27 años de edad que asegura que su perro le salvó la vida y quiere abrir un centro de rescate para animales. Y por último, Terry, un chico de 20 años que creció en una familia adoptiva y espera algún día poder adoptar niños, y Sara, una chica de 20 años que vive en la Bahía de Monterrey y cuya razón para vivir es la danza.

* Se cambiaron algunos nombres a petición de los entrevistados.

Melanie, 24 años

Foto cortesía de Melanie.

VICE: Háblame sobre tu depresión.
Melanie: Desde que tenía nueve o diez años de edad, sentía que había nacido en la época equivocada, en el lugar equivocado y en la familia equivocada pero no sabía como conseguir lo que quería. No sé por qué pero me sentí en control cuando descubrí que podía aislarme. Cuando entré a preparatoria, empecé a salir con un tipo que me agredía físicamente y mi vida estaba hecha un desastre. Me cambié de escuela y de casa. Pasé de estar en un equipo de natación relativamente fácil a uno muy competitivo. Era abrumador. Todo esto pasó cuando tenía 15 años.

Cuéntame del intento de suicidio.
Era domingo por la noche y quería salirme de la escuela. Hablé con mi mamá y me dijo "No", y yo dije "Ok, vete a la mierda". Entonces fui y me robé un montón de pastillas del botiquín de mi papá. Al final me tomé 40 pastillas de paracetamol y 20 relajantes musculares. Me desmayé una hora después. Mi papás subieron a preguntarme si quería cenar y les dije "No, ya me tomé muchas pastillas". Si no hubiera dicho eso, seguro no habrían notado que algo andaba mal. Dejé una nota en mi computadora. La escribí porque creí que era un requisito para el suicidio pero en realidad no tenía nada qué decir.

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¿Y qué pasó?
Me internaron semana y media en el hospital. Estuve inconsciente por tres días. Me hicieron una evaluación sicológica y tuve que quedarme en el hospital otras 72 horas. Luego tuve una semana de terapia. Recuerdo que aunque ya no participaba en el juego de la vida, tampoco sentía que encajaba con los chicos con los que convivía en la sala de siquiatría. Hubo un momento en el que pensé "Mierda, no estoy tan mal como estas personas. Tengo que salir de aquí".

¿Cómo te sentiste después?
Estuve en negación hasta que entré a la universidad. Recaía en la depresión, me hacía la víctima y la utilizaba como apoyo. Después me di cuenta de que era una forma de evadir las experiencias de la adultez. Me impedía avanzar y obtener las cosas que quería. Fue entonces cuando hice un verdadero esfuerzo para convertirme en una persona completa.

Parece que ya estás bien. ¿Para ti qué es lo mejor de estar viva?
Gracias a la terapia encontré mi identidad en la comunidad poliamor, empecé a trabajar en Trevor, un proyecto para la prevención del suicidio y me di cuenta que iba por el camino equivocado. Con lo del poliamor descubrí que había una palabra para todo lo que sentía y que había más personas que querían hacer lo mismo que yo. Creo que eso es lo más emocionante. Y trabajar en Trevor me da la intimidad de platicar con alguien cuando baja la guardia. Ese tipo de intimidad no se da en una conversación normal. Es un lazo que no he encontrado en ningún otro lado.

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¿Qué estudias?
Estudio una maestría en epidemiología y bioestadísticas para ver la epidemiología siquiátrica y como la sexualidad la modifica. Estudio la distribución y los determinantes de los trastornos siquiátricos en las diferentes identidades sexuales y de género.

Shenika, 26 años

Foto cortesía de Shenika.

¿Cuándo pensaste en suicidarte?
Shenika: Han pasado muchas cosas en mi vida. Ahora me doy cuenta que se acumularon. Yo creo que 2013 fue el peor año. Tuve muchos problemas con mi familia, perdí algunos amigos, me enteré que mi hija iba a necesitar una operación seria y me di cuenta de que la carrera a la que había dedicado una gran parte de mi vida no era la indicada. Pero la gota que derramó el vaso fue el año pasado, cuando hubo un cambio en mi relación. Colapsé después de casi seis meses de desesperación. Ya no quería vivir. Cualquier cosa era mejor que lo que estaba experimentando.

¿Hubo algún intento de suicidio?
Un día mi novio me dejó después de recoger el auto de la agencia y se fue con la mujer por la cual decidió abandonarme. Me subí al auto sin saber qué hacer. En ese entonces mi hija se quedaba en la casa de sus abuelos porque su escuela quedaba a una cuadra, además en esos meses andaba muy mal y no quería que me viera en ese estado. Así que me subí y arranqué. Pensé que si chocaba, todos lo problemas se iban a acabar. El 6 de marzo de 2014 aceleré a 140 kph en una zona de máximo 48 kph en una calle llena de baches. De milagro no choqué.

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¿Cómo sobreviviste?
Cuando me di cuenta de lo que acababa de hacer y de lo que pudo pasar, fui a la sala de emergencia más cercana y le dije a los trabajadores que sentía que podía hacerme daño. Después de estar histérica por horas y de platicar con un siquiatra, entré voluntariamente a una clínica para trastornos del estado de ánimo y estuve ahí cinco días. Ahí aprendí sobre la depresión y me diagnosticaron sicosis maniaco-depresiva.

¿Cuál ha sido tu logro favorito desde que trataste de quitarte la vida?
Me salí de la escuela y me cambié de carrera. Mi mayor logro fue aprender que todo vale verga. Y que ahora me dedico a algo que me hace feliz. Lo más gratificante de trabajar en casa y de abrir mi propio negocio es que puedo subirme a mi camioneta, poner música a todo volumen con las ventanas abiertas y asustar a la gente con mi espantosa voz. La libertad total es lo que más disfruto. Poder ir a donde quiera y cuando yo quiera, con mi música, claro. Una vez iba manejando con el comediante Weird Al a todo volumen y vi a los ojos al conductor de al lado mientras asentía con la cabeza. El conductor aceleró mientras movía la cabeza en desaprobación. Es increíble como algo tan insignificante te puede hacer tan feliz.

Sam, 27 años

Harris, el perro de Sam. Foto cortesía de Sam.

¿Cuándo sufriste de depresión?
Sam: Aún lo hago. Es un lucha diaria. Algunos días me despierto y lo primero que pienso es "Date un tiro". Digamos que ya me acostumbré. Son muchas cosas las que me estresan: deudas, desempleo, relaciones pasadas, etcétera. Todo empezó desde la secundaria.

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¿Cuánto intentaste quitarte la vida?
En mi primer año de preparatoria, creo. Traté de colgarme en mi closet.

¿Cómo sobreviviste?
Me colgué con mi cinturón pero se rompió. Antes de que se rompiera, traté de desabrocharlo. No me acuerdo bien porque me desmayé y el cinturón se rompió.

¿Te arrepentiste?
Más bien entré en pánico. No me puse a pensar "Decidí que ya no quiero hacer esto". Más bien fue un "Mierda, me estoy muriendo".

Ya pasaron más de diez años y mírate, aquí sigues. ¿Qué es lo que más te gusta de la vida?
Soy muy nerd. Me encantan los videojuegos y las películas. Son mis dos vías de escape. Antes consumía drogas pero esa parte de mi vida ya terminó. Me encanta jugar con mi perro. Mi perro es mi vida. Harris (mi perro) me salva la vida todos los días. Honestamente, en los cuatro o cinco años que llevo con él, cada que tengo pensamientos suicidas, recuerdo "No puedo hacerle eso a mi perro".

¿Cuál es tu sueño?
Tener mi propio centro de rescate para perros.

Terry, 20 años

¿Cuándo empezaron las tendencias suicidas?
Terry: Cuando tenía 17 años de edad. Traté de suicidarme el 15 de octubre de 2013, a la edad de 18 años. Compré tres paquetes de paracetamol y me los tomé todos de una sola vez. Estaba en el trabajo. Como no dejaba de vomitar, me llevaron al hospital. Me dieron unas pastillas para vomitar. Vomité tanto que sentía que estaba sacando lo que recubre el estómago. Tuve que quedarme en el hospital toda la noche mientras me hacían una serie de análisis de sangre.

¿Qué es lo que más te gusta de estar vivo?
Tener amigos que me animan cuando me siento mal. Además, hace poco me reuní con mi padre y con mis hermanos que no había visto desde que me dieron en adopción. Llevaba nueve años sin verlo. Mi sueño es adoptar a un niño porque yo también pasé por eso. Quiero cuidarlos y darles mi amor para que no vayan por la vida sin saber cómo se siente que alguien te cuide. Por desgracia, la mayoría de los que reciben a los niños lo hace por dinero. También sueño con ser feliz y tener una familia propia que me ame de forma incondicional. Mi recuerdo favorito es la Navidad de 2013 que pasé con mi novio y sus padres después de mi intento de suicidio. ¡Nunca me la había pasado tan bien en una cena de Navidad!

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Sara, 20 años

Háblame de tu historia con el suicidio.
Sara: Traté de quitarme la vida cuando acababa de entrar a la preparatoria. Mi padre era alcohólico y drogadicto. Además abusaba de su familia en el aspecto físico, emocional y mental. Viví con el hasta que cumplí 12 años, cuando mi mamá se divorció de él. Pero el daño ya estaba hecho. También tenía un trastorno alimenticio. En mi primer año de prepa pesaba 38 kilos. Sentía que ya nada valía la pena.

¿Hubo algún intento de suicidio?
De repente colapsaba hasta el punto en que no podía respirar. Una vez empecé a escribir en mi diario y se me olvidó qué estaba escribiendo. En ese momento decidí que no podía más. Mi hermano estaba en la casa. Me metí al baño y me tomé todo el ibuprofeno que había. Creo que ingerí cerca de 60 pastillas. Después regresé a mi cuarto y me empezó a dar mucho sueño pero tenía sed y fui a la cocina por un poco de agua. Es lo ultimo que recuerdo. Desperté en el hospital con mi hermano sentado a mi lado.

¿Qué te hizo tener ganas de vivir?
Antes del intento de suicidio y de la hospitalización, iba a clases de danza pero no era nada serio. Cuando regresé al estudio de danza, mi maestra me dijo "creo que necesitas bailar más". Y empecé a bailar todos los días. Eso fue lo que salvó mi vida. No era buena para expresar mis sentimientos de forma verbal pero podía hacerlo por medio de la danza. Empecé a bailar y a dar clases. Me enfoqué en la danza contemporánea pero bailaba de todo.

¿Y la danza sigue siendo parte de tu vida?
Sí, ahora soy la capitana del equipo de baile de la universidad. Acabo de cumplir un año como maestra en un lugar llamado Dance Fusion. Es para los niños que no pueden pagar clases de danza. Les damos clases gratis o con colegiaturas muy baratas.