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Cómo ir al Mundial en cuatro sencillos pasos

Te pasamos la guía práctica que nos llevó al absurdo partido de Argelia-Corea del Sur.

Gracias a vivir en el mismo continente, tuvimos la suerte de estar en un partido del Mundial. No podíamos quedarnos afuera de la fiesta que parece la de todos pero que es la de unos pocos. Sabiendo todo lo contradictorio que nos resulta apoyar una causa de una organización truculenta como la FIFA, pero sin poder evitar la emoción y ansiedad que nos embarga cada cuatro años, teníamos que decir presente. Estando en Buenos Aires, tan cerca de un Mundial, la idea fue simple: ir en auto a Porto Alegre, la ciudad sureña de Brasil, la más cercana de las sedes, al menos para vivir el Mundial desde adentro por un fin de semana.

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Según nuestra experiencia, para ir al Mundial, sólo hay que seguir cuatro simples pasos:

1. Conseguir auto y saber conducir.

2. Pedir acreditación de prensa.

3. Cuando la rechacen, comprar entradas para algún partido.

4. Aprender esperanto.

Conseguimos el auto, y los conductores. Sin duda, y a pesar de tratarse de casi un día entero de viaje, era la forma más simple y barata de estar adentro del Mundial. Dijimos: “Vamos al Mundial, tengamos o no entrada”. Luego pedimos acreditaciones, pero seguramente nuestra falta de seriedad nos dejó afuera de esa posibilidad. Perdidos por perdidos, decidimos ir un fin de semana, y ver qué pasaba. Y de pronto apareció la chance: podíamos acceder a comprar entradas en el difícil sistema de venta electrónica que más que venta es una lotería. Como los penales. Y como la vida. Que son como el futbol. Y bueno: conseguimos para ir a ver Argelia-Corea. Muchos nos dijeron que sería claramente el peor partido del Mundial. Algunos se burlaron. Pero no nos importó: lo vital era estar allí. Si íbamos a conducir 1,300 kilómetros para ir sin entradas ni esperanzas de estar en un estadio, ¿cómo no lo íbamos a estar dispuestos a hacerlo ya con un ticket en la mano?

Ahora faltaba algo: el alojamiento. Los precios por las nubes, la disponibilidad en duda, nos hizo optar por otro camino: aprender esperanto, el idioma universal lanzado en 1887 por L. L. Zamenhoff con el objetivo de eliminar los conflictos que las diferencias culturales provocaban en el mundo. Es que uno de los Bola Sin Manija es esperantista y existe entre ellos toda una red de solidaridad e intercambio con la cual podríamos buscar hablantes de esperanto en Porto Alegre que nos recibieran un par de noches. Lo encontramos. Ahora el resto debíamos aprender a hablar, ya que podríamos haber fingido que lo hablábamos para justificar el alojamiento. Pero nos dimos cuenta que fingir hablar un idioma es lo mismo que hablarlo. Entonces nos preparamos con algunas clases. Y ya estaba todo listo, el Mundial nos esperaba.

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En esta primera parte de la siguiente crónica audiovisual podrán ver en siete minutos las clases de esperanto, la partida de Buenos Aires a las tres de la madrugada, el encuentro con el fantasma del Maracanazo, cómo vivimos la clasificación de Costa Rica en Santana do Livramento, la goleada de Francia a Suiza en una platea especialmente preparada para nosotros en Rosário do Sul, y la victoria de Ecuador a Honduras en medio de la nada en un televisor que no se veía. Además, la llegada a Porto Alegre, y cómo vivimos la agónica victoria de Argentina a Irán en el fan fest junto a un brasileño fanático de Argentina.

A pesar de estar en Brasil, no sentíamos tanto clima de Mundial. El clima sólo aparece en el fan fest o dentro del estadio. Los brasileños con los que hablamos, en general, estaban muy desencantados de su selección. Es que Porto Alegre, y todo Río Grande do Sul es una región muy especial de Brasil. Los gaúchos, en muchas cosas, se sienten más cercanos a Argentina y Uruguay que a Brasil. Como nosotros, toman mate, hacen asados y se tratan de “che”. Los gaúchos y los gauchos son la misma cosa. Y muchos nos decían que veían a la Argentina en la final, pero no a Brasil. Por lo mismo, vimos muchos riograndenses con camisetas albicelestes. De hecho, ya conocimos en el video a André, que nos decía que Brasil es São Paulo y Río, que él era gaucho y que por eso hinchaba por Argentina.

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En esta segunda parte del video, comenzamos el día con nuestro hospedador enseñándonos a hacer chimarrao, el mate brasileño. Luego participamos de la fiesta previa de la hinchada de Argelia, equipo que fuimos a apoyar. Allí encontramos a otros tres argentinos que fueron a ver al equipo africano, y que a pesar de que Argentina jugaba allí tres días después, no se quedaban a verla. Mostramos las cosas del estadio que no se ven por la tele, deliramos con el tremendo 4-2 que nos tocó ver, iniciamos una ola, conocemos a Fuleco y emprendemos la vuelta a casa. En el retorno, transportamos a un riograndense hasta Santana do Livramento, donde nos quedamos a ver Chile-Holanda; nos confundimos acerca de cuándo estábamos en Uruguay y cuándo en Brasil, y ya en Uruguay paramos en Tacuarembó a ver Brasil-Camerún y descubrir a otro gran personaje: un relator de futbol que estuvo en varios Mundiales, y que nos demuestra que Gardel era uruguayo.

Entre las conclusiones que sacamos de haber estado en un Mundial del lado de adentro, destacamos:

1. Está buenísimo.

2. No se puede evitar comportarse como un idiota.

3. No se puede evitar gritar nombres de países cuando uno reconoce una camiseta o bandera. No hay nada que conversar, el diálogo termina allí. Uno grita el país del otro, y el otro grita el país de uno. La unidad de los pueblos.

4. Todo está a muy alto volumen.

5. Nos hace lamentar no haber sido futbolistas.

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Para finalizar, las instantáneas de lo que es vivir un Mundial de cerca.

Apenas pasamos la frontera de Brasil, vimos esto. Otra cultura.

No sabemos cómo terminó la escena.

En el Mundial también se necesitan árbitros de tenis. Piensan en todo.

El Mundial: una oportunidad inmejorable para ponerse cosas ridículas en la cabeza.

Sí. En Brasil venden pizza de chocolate. Una vergüenza y un lujo.

No nos olvidamos de lo que es la FIFA.

El Mundial saca a relucir lo más escabroso de nuestro sentimiento de unidad con gente que no conocemos.

Mate brasileño.

Para agregar emoción, las pantallas muestran una cuenta regresiva hacia el partido.

Llegamos.

Mira la primer parte de este artículo. 

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