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La ayahuasca me ayudó a procesar el asesinato de mi madre

Durante la ceremonia tuve una sensación de total entrega, como si todos mis miedos y dudas se escurrieran.

La mamá de Celia alimentándola de bebé. (Todas las fotos son cortesía de Celia Peachey)

En 2008, Celia Peachey, de 35 años, perdió a su madre, Maria Stubbings, a manos de una ex pareja y asesino convicto. Celia se dispuso a superar la tragedia y desde entonces ha intentado liberarse emocional y mentalmente de esa angustia. La meditación y las campañas de beneficencia la han ayudado, pero lo que resultó particularmente benéfico fue una experiencia con la sustancia sicodélica ayahuasca en un retiro de Ayahuasca Internacional en España.

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La ayahuasca es una mezcla amazónica de DMT con una planta que induce estados alterados de consciencia, los cuales duran de 4 a 8 horas después de la ingesta. Los chamanes de la selva la han usado durante miles de años gracias a sus propiedades de sanación física y emocional, aunque en Occidente aún no se comprueba su eficacia. A continuación, Celia da su propia versión sobre cómo este viaje le ayudó a procesar lo que ocurrió con su madre.

Era como si algo se saliera de mi cuerpo. Mis manos estaban muy relajadas y yo estaba allí acostada, rendida, mientras de mí salían risas y gritos histéricos. Para otros parecería que estaba poseída y que estaba sufriendo mucho, pero más bien era como si me liberara de esa posesión. No me estaba volviendo loca, sino que más bien estaba volviendo a mis sentidos.

Ésa fue la primera noche que tomamos ayahuasca juntos; estábamos en círculo tapados con cobijas en el vestíbulo extremadamente ornamentado de una villa en España. Imágenes vívidas e increíbles adornaron mi mente. Los brillantes colores parecían amplificar mis sentidos.

Como los últimos remanentes de esa sensación estaban pasando por todo mi cuerpo, creí que ya se había terminado. Mientras veía a todos empecé a reírme. Vómito, diarrea, gente rodando en el piso. Me dije: "¿Qué estoy haciendo? Esto es un manicomio".

De repente la ayahuasca me pegó otra vez. Fue entonces cuando hubo una erupción de emociones y una intensa liberación. Me invadió una sensación de que el amor me aterrorizaba. Mi mamá y su historia me pasaron por la cabeza.

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Debido al abuso que ella sufrió de niña, le aterrorizaba el amor. Las relaciones saludables no duraban; su baja autoestima la hizo tanto vulnerable como más receptiva de las personas que podrían lastimarla. En ese momento la ayahuasca me mostró cómo esto, en cambio, se había convertido en un miedo mío: que si me enamoraba podía destruirlo, volverme loca o atraer a la persona equivocada.

Preparación de la ayahuasca.

En la segunda noche sentí una profunda conexión con el universo y celebré a toda la gente que amo, en especial a mi hermano. Tengo suerte de que siga vivo, ya que el hombre que asesinó a mi madre después lo siguió por toda la casa para evitar que encontrara su cuerpo. Mi mamá estaba muerta en el baño, y si mi hermano la hubiera encontrado, él también estaría muerto.

Fue tan sólo a 15 minutos de haber salido de un retiro de meditación Vipassana de diez días que supe que mi madre había sido asesinada. Yo estaba en el campo y simplemente empecé a gritar. Pensé: O me mata o me hace más fuerte, y rápidamente decidí lo segundo. Sentí que algo cósmico hacía un balance. Supe que estaría bien.


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Mi mamá fue asesinada de la forma más horrible y degradante. Fue violada, golpeada, estrangulada con una correa y dejada en el baño. El asesino vació sus cuentas bancarias, vendió nuestros regalos navideños, su ropa y los juguetes de mi hermano y vivió una semana en la casa (con el cadáver de ella).

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Yo conocía a ese hombre. La primera vez que nos vimos parecía buena persona, pero en poco tiempo me di cuenta de que algo no iba bien, ya que mi mamá cada vez estaba más confundida y nerviosa.

Celia (a la derecha) y su mamá.

La última vez que la vi le dije en cuanto regresara del retiro la llevaría a pasear por su cumpleaños. Ella estaba en el vestíbulo y sentí que quería decirme algo, pero no podía. Creo que él se estaba escondiendo en la casa. Cuando íbamos a la estación, me dijo: "Me encanta cuando estás por aquí, Celia, me siento mucho más fuerte". Ésa fue la última vez que la vi. Me abrazó muy fuerte.

La investigación de su muerte concluyó hace nueve meses y encontró que hubo varias fallas por parte de la policía, incluyendo mala conducta y negligencia. Recibimos una disculpa sin precedentes y ahora yo hago campañas de caridad para hacer un cambio en las futuras víctimas de violencia doméstica.

Ya tenemos dos tercios de las firmas que necesitamos para presionar al parlamento a que haga una indagación pública en las fallas del estado. Si obtenemos las 75 mil firmas, la forma en la que el sistema opera actualmente será reevaluada para que las víctimas reciban la protección que merecen. Desafiar al sistema a través de esta campaña me dio algo de alivio, pero todavía necesito ver mi propio sistema interno.

Ya había leído sobre la ayahuasca y al principio me asustó, ya que se necesita que te deshagas un poco de tu control. Luego un amigo descubrió un retiro donde la gente tomaba ayahuasca con fines sicoterapéuticos y entonces decidimos probarla.

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Durante la ceremonia tuve una sensación de total entrega, como si todos mis miedos y dudas se escurrieran. Cuando tuve la visión de atraer a quienes casi siempre alejo me sentí a punto de vomitar. Vomité. Puedes nombrar todas las cosas que estás purgando y para mí fue claro que estaba liberando el miedo a la intimidad que tanto busco.

Debido a mi experiencia de vida, casi todo me ha dado miedo. Tanto que no podía salir de casa, no podía comer. La ayahuasca en verdad me ayudó a trascender esos miedos.

Hay mucho escepticismo alrededor de la ayahuasca quizá porque no se sabe mucho sobre ella. Como no se habla mucho de ella, aún no estamos condicionados a aceptarla, aunque el internet está cambiando eso. Además, muchos operamos desde algún miedo interno. La ayahuasca te hace enfrentarte a ti y a tus miedos. No todos estamos dispuestos a hacer eso.

Ya van dos semanas desde mi regreso y me siento segura. No me había sentido segura en mucho tiempo. Borré mi tristeza y me liberé de mucho sufrimiento. Es raro ya no sentirme anclada a mi tristeza; casi la extraño. Pero al mismo tiempo me siento muy agradecida. Y extrañamente libre.