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Cultură

Confesiones de un feminista: ¿Quién amará a mi hijo asexual?

La cagué al decirle que sus genitales eran armas.

No es fácil ser un hombre que anhela tener un mundo para la mujer. Por eso, cuando Vice me ofreció esta columna, decidí que la tendría que escribir de forma anónima. Espero que eso no haga que me tomes con menor seriedad.

Mis mejores deseos,

Logan Stuart

Mi hijo fue criado durante los primeros cuatro años de su vida como un niño-niña. Queríamos crear un entorno asexual en el que pudiera habitar, donde estuviera libre del mayor número posible de estereotipos. Aunque esto parecía ser una simple utopía, mi pareja y yo no éramos ingenuos.

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Sabíamos que el mundo estaba haciendo todo lo posible por encerrarlo en una caja con la etiqueta “opresor masculino”. Que incluso desde preescolar, quedaría expuesto a los estereotipos de género que le dirían que las mujeres no juegan futbol tan bien como los hombres, aunque no existan razones fisiológicas para ello. Que amamantar en medio de un restaurante de comida rápida no era “natural”. Que las mujeres que bailan desnudas para entretener a los hombres eran “putas”, y no personas normales con sueños y anhelos, intentando pagar su educación. Pero en nuestro hogar, gracias a Dios, todavía podíamos imponer nuestras propias reglas. Así que le dimos a nuestro hijo un nombre neutral: Sam. ¿Fox o L. Jackson? Nadie estaba seguro de entrada, y ése era el punto. Durante las primeras 48 horas, mi madre le cambió el pañal, y después le entregó el bebé a mi padre para que no pudiéramos ver la reacción en su cara, y así hacer un experimento doble ciego.

Cuando por fin le quitamos la ropa, era niño. No fue una enorme tragedia. Pronto empezamos a ejecutar nuestro plan. En lugar de regalarle juguetes de género como pistolas o muñecas, le compramos juguetes neutrales para entretenerlo. Como te podrás imaginar, ésta no fue tarea fácil. Su colección de juguetes consistía, en su mayoría, de objetos amorfos de plástico, los cuales le compramos a una adorable mujer que tienen su propia tienda de juguetes éticos en Brighton Lanes. Hubo una época en la que parecía que se estaba identificando demasiado con esas plastas de colores. Recuerdo una conversación que tuve con mi pareja sobre el tema, en la que me dijo que le preocupaba que nuestro hijo desarrollara una atracción por las figuras plásticas de colores. “A mí también me preocupa, para ser honesto”, le respondí. “Pero al mismo tiempo, ¿no deberíamos dejarlo tomar su propia decisión?”

Por desgracia, nunca pudimos dejar de llamar a nuestro hijo asexual, “cosa”; probamos con varias permutaciones, pero por obvias razones es difícil inventar palabras compuestas con él y ella. Elella… lo usamos durante una semana. Pero era demasiado torpe. Así que terminamos por conformarnos con “cosa”. Decidimos que le daríamos otras semanas. Pero estas cosas se resuelven de alguna manera tarde o temprano. Naturalmente, siempre lo hacíamos ir al baño sentado. Y a veces le poníamos un traje de baño para que mi pareja lo pudiera meter a los vestidores de niñas. Así podría desarrollar distintas perspectivas sobre la desnudez, de forma no ofensiva ni excitante. Y obviamente nos referíamos a sus genitales como: “tus órganos reproductivos”. Para sorpresa nuestra, muchas personas no tuvieron problema con nuestra decisión. Cuando salía de casa, lo vestíamos de forma apropiadamente neutral: por lo general una prenda para todo el cuerpo. Mi esposa compró varios trajes de colores neutros, como verde y beige: increíblemente fáciles de limpiar.

Le dimos un corte de pelo semicorto y neutral. Intentamos limitar el número de influencias de género en su vida; por supuesto, esto llevó a un reducido número de fiestas y reuniones en la escuela. Pero cuando crezca y tenga una posición importante en el mundo, que para ese entonces estará gobernada por mujeres,  entenderá que todo esto valió la pena. Podrá ser lo que él quiera: enfermero, reportero para The Independent… quizá empiece su propia ONG. Claro que esto no podía durar para siempre. Me partió el corazón el día que me tuve que sentar con él y explicarle lo que implicaba ser un niño. ("Tus órganos reproductivos son armas", fue lo único que pasaba por mi mente; estúpido, lo sé, pero tuve que elegir palabras menos fuertes para darle las malas noticias).

Ahora que tiene casi 13 años, siento que recuerda esa época con una mezcla de asombro e inspiración. Por supuesto, mucho de lo que lee en Odd Future son puras cosas malas, lo admito. Y si no estuviera validando sus decisiones personales, no lo toleraría bajo mi techo. Tampoco me molesta su interés en las películas de Saw. Pero hemos intentado hacerlo una persona mejor, y la verdad es que, después de años de absoluto control, simplemente tienes que validar la autonomía de tus hijos, sin importar en qué se conviertan.

Anteriormente: Meo sentado