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Cultură

Confesiones de un musulmán bebedor de té psicodélico

La ayahuasca me ayudó a reconciliarme con el islam.

El lugar que ocupan las drogas en el islam es mucho más complicado de lo que mucha gente cree. Como el Corán sólo habla específicamente del vino, los musulmanes han tenido que descifrar la posición del islam sobre otras sustancias. Por ejemplo, la falta de un verso en el Corán o un comentario del profeta sobre la mota, abre las puertas a un sinfín de posibilidades. Algunos pensadores usan qiyas (razonamiento analógico) para legislar sobre la mota de la misma forma que se hace con el alcohol: si el vino intoxica y está prohibido por el Corán, entonces todas las sustancias tóxicas pertenecen a la misma categoría que el vino. Como el vino es haram (está prohibido), entonces también el hashish (el cual, haciendo caso omiso de nuestras distinciones modernas, incluye la mariguana).

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Otros musulmanes, con base en una lectura más literal del Corán, dicen que nadie tiene derecho a prohibir lo que el Corán mismo no prohíbe. Opinan que el hecho de compartir una cualidad, no implica que automáticamente sean el mismo tipo de sustancia. El silencio del Corán sobre la mota daba cabida a los defensores y opositores de la hierba.

Los musulmanes inventaron las cafeterías como las conocemos, y fueron responsables de llevar el café a la Europa cristiana. Pero cuando el café llegó por primera vez de Etiopía a Yemen, y subió por la península arábica, algunos musulmanes cuestionaron su pertinencia. Estaba claro que el café tenía cierto efecto en las personas, pero los pensadores jurídicos tenían que decidir si estos efectos calificaban como intoxicación. Sin embargo, más amenazante que el impacto del café sobre el cuerpo, eran las consecuencias sociales de la bebida. Igual que los bebedores de vino, los bebedores de café se reunían en grupos. ¿Las cafeterías traerían consigo los mismo problemas que acarreaban las tabernas? Además, el café parecía ayudar a los sufís a sobrellevar sus reuniones nocturnas, lo que llevó a algunos a pensar que prohibir el café ayudaría a suprimir estas controversiales prácticas religiosas y su enseñanzas subversivas.

Ha habido momentos y lugares en los que el islam parecía no tener problema con la mariguana, y también contextos bajo los cuales se prohibía el café. La postura musulmana sobre un sustancia dada tiene menos que ver con lo que diga el “islam”, y más con las interpretaciones de los musulmanes. Estas historias ayudaron a informar mi nuevo libro, Tripping with Allah, en el que intento entablar un diálogo entre la tradición islámica y la ayahuasca, un té psicoactivo hecho con Banisteriopsis Caapi del Amazonas. Mis amigos que han tomado ayahuasca dicen que tiene propiedades curativas; se supone que la planta elimina toda la mierda venenosa que tienes dentro.

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El diálogo del libro tiene lugar dentro de mi propio ser, como musulmán que bebe ayahuasca. No tenía ninguna expectativa sobre lo que me dirían esos extraños insectos y jaguares voladores, o lo que sea que la gente en ayahuasca ve, pero traje mi propio material para mi reunión con la planta sagrada. Llegué a la ayahuasca como un musulmán, con los escrituras, mitos, rituales y las múltiples tradiciones islámicas en mi cabeza. La ayahuasca interactuó con estas cosas, las reproceso. En mi interior, los químicos se encontraron con los textos y esta mescolanza me enloqueció.

Entiendo por qué los autodenominados protectores de mi tradición se opondrían a la ayahuasca. Alterar tu estado mental puede desgarrar esas defensas que dan significado a las escrituras. Tripping with Allah podría ser el material más herético y blasfemo que haya escrito en una década de libros excéntricos, pero me llevó a un lugar completamente diferente. Me avente por un barranco, pero terminé volando.

El día después de mi viaje en ayahuasca, fui a la mezquita y recité las oraciones musulmanas de siempre, sintiéndome libre de toda esa angustia y aislamiento que me habían vuelto tan extraño y punk a lo largo de los años. Incluso puedo ir a una mezquita salafista y verle el lado bueno a todo lo que tienen. Digan lo que digan sobre los salafistas, es sólo otra forma de amar al Profeta.

No sé lo que todo esto quiere decir. Todavía tengo opiniones poco populares, no cumplo con muchos puntos en la lista de la “ortodoxia” musulmana, y muchos se ofenderían si supieran que debo mi reconciliación con el islam al chamanismo psicodélico. Quizá era algo que ya venía en camino, pero poder reabrir mi corazón al Profeta y al sunna, se debió en gran parte a una alucinación psicodélica indescriptible. Si esto tiene sentido o no, esta es mi nueva condición. Para mí, la ayahuasca es una droga islámica.

Michael Muhammad Knight (@MM_Knight) es autor de ocho libros. Su noveno libro, Tripping with Allah: Islam, Drugs, and Writing,será publicado por Soft Skull Press.