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Identidad

'El agro al poder', el sueño perdido de los israelitas peruanos

Una crónica desde la secta formada por Ezequiel Ataucusi, y su supervivencia en la selva amazónica, que parece convertirse en un territorio reclamado por el nuevo caucho: el boom de la cocaína.

Al​to Monte de Israel, Perú. Foto por Lali Houghton.

Pareciera que aquí el calor crece según el número de países que colindan entre sí. El bajo Amazonas —donde se unen Perú, Colombia y Brasil— nos iba cobrando su impuesto de sudor y sofocamiento. Habíamos viajado 16 horas por el río Amazonas para llegar a nuestro destino: Alto Monte de Israel, Departamento de Loreto, en el noreste de Perú. Esta comunidad está enclavada en una zona sin estado ni ley. El tráfico ilegal de personas, armas y drogas pasa por ahí, y en los últimos años se ha disparado la producción de cocaína en la región.

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Hacía un calor del infierno, llevábamos días sin bañarnos. Como íbamos a hacer un documental para VICE NEWS, cargábamos el equipo de video, nuestra maleta y la despensa con la que nos alimentaríamos toda la semana. Mujeres con batones de colores y hábitos en la cabeza, y hombres con barbas largas se nos quedaban viendo extrañados. Las botas se enterraban en el lodo.

Alto Monte es el pueblo sagrado donde habita una comunidad de miembros de la Asociación Evangélica Misión Israelita del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU), una organización religiosa que se estableció en la Amazonia peruana en los años noventa a partir del llamado de su líder Ezequiel Ataucusi Gamonal. Esta secta religiosa —a cuyos miembros también se les conoce como ataucusis o israelitas— es un movimiento mesiánico, apocalíptico, de raíces cristianas e incas. Un licuado de tradiciones, iconografías y cultos.

El barco que nos llevó por el Amazonas hasta Alto Monte. Foto por Laura Woldenberg.

Ahí se llega en barco. El Gran Diego fue el bote que nos condujo durante 16 horas sobre el adormecedor y cálido silencio del río más caudaloso del mundo: el Amazonas. Salimos de Iquitos, una ciudad alucinante en medio de la Amazonia peruana donde reina la música chicha. En el viaje dormimos en hamacas con, por lo menos, otras 150 personas. Parábamos en todos los poblados a la orilla el río recogiendo y bajando gente y productos que luego se comerciarían. En el barco vendían arroz con plátano macho y pollo frito para cenar.

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Fue a bordo de El Gran Diego que conocí a la primera israelita con la que tuve contacto, una señora de unos setenta años. La vi al despertarme, cuando se estaba arreglando, poniéndose su túnica y su hábito rojo en la cabeza. Isabel fue de las primeras en llegar a poblar la región siguiendo el llamado de su líder Ezequiel. Platiqué con Isabel varias horas e intentó evangelizarme durante todo el trayecto, me leyó su Biblia, me cantó, me contó todas las historias religiosas y terminó por llamarme Hermana Laura. La verdad es que cantaba bien. La tonadita se me quedó pegada durante todo el camino, así que supongo que cumplió, en parte, su objetivo.

Cuando El Gran Diego llegó a Alto Monte nosotros (el editor de VICE NEWS en México, el camarógrafo, un productor peruano y yo) fuimos los únicos en bajar, junto con varios galones de refresco que sirven para abastecer al pueblo durante toda la semana ya que el barco llega cada siete días. Antes de bajarnos del barco un hombre de la tripulación nos contó que él no se atrevería a bajar, que esa comunidad es muy rara y les da temor.

Isabel, la primera israelita que encontramos en el camino. Foto por Lali Houghton.

Alto Monte es un pueblo de unas cuatro mil familias que viven en austeras casas de madera. No hay agua potable, alcantarillado, luz eléctrica, ni caminos; el transporte es a pie o a caballo y es difícil la comunicación, una sola cabina telefónica te conecta al resto del mundo. Las llamadas entrantes son voceadas por un altavoz. Únicamente se cuenta con un par de tiendas que venden refresco, comida enlatada, algo de medicinas y productos de limpieza. Es un pueblo olvidado por el gobierno. En medio de lo que antes fue selva, ahora es un lodazal rodeado de pollos, puerquitos, vacas flacas y caballos. Los niños corren acostumbrados al barro y por lo visto felices. Se siente un lugar tranquilo.

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Nos recibió el Hermano Javier, presidente de la comunidad. Él es responsable de controlar los asuntos agropecuarios. Los israelitas son los principales productores de maíz, arroz, yuca y otros productos en la región. Él es un padre de familia de unos cuarenta años y fue quien nos consiguió alimento y un tapanco de unos tres por tres metros para instalar nuestros sleeping bags y hamacas. Como muchos de los habitantes de Alto Monte, llegó a probar suerte siguiendo el llamado de Ezequiel Ataucusi Gamonal, su líder espiritual y mesías, quien los llevará a la salvación. Al parecer, Ezequiel tenía una capacidad hipnótica, un fuerte carisma y una esencia seductora que atraía a la gente.

Ezequiel Ataucusi Gamonal y su hijo Ezequiel Jonas Ataucusi Molina.  Foto Laura Woldenberg.

Ezequiel Ataucusi Gamonal nació en 1918, en Huarhua, un pueblo quechua, en el departamento de Arequipa, al sur de Perú ubicada en la cordillera de los Andes. Cursó hasta quinto de primaria y su primer contacto con la religión fue en su etapa adulta con las comunidades adventistas. Sin embargo se desencantó y se separó de ellas. Tras lo cual poco a poco fue fundando su propia religión.

El mito dice que a Ezequiel se le apareció Dios y lo instruyó en la lectura e interpretación de las sagradas escrituras. Ezequiel ascendió al Tercer Cielo y tuvo un encuentro con la Santísima Trinidad quien le pidió escribir los diez mandamientos y le otorgó la misión de compartirlos con el resto del mundo, es decir, a los Cuatro Cantones de la Tierra, según la cosmovisión inca. Así, Ezequiel es el mesías, al igual que Moisés y Jesús. Él tiene la capacidad de hacer los cálculos del fin del mundo y postergarlo hasta que se cumpla la tarea de expandir el movimiento a los Cuatro Cantones.

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Ezequiel es una figura ecléctica: es un líder social, agrario y religioso con una visión de tintes socialistas e indigenistas. Sus enseñanzas las toma de la Biblia, las reinterpreta de la forma más literal (pareciera que el pueblo de Alto Monte es una representación de Belén) y las mezcla en un sincretismo con la cultura inca. El objetivo es volver a las sagradas escrituras para superar todos los males que aquejan al país.

No fue fácil que la comunidad nos aceptara, primero necesitábamos obtener la aprobación de los altos mandos religiosos de la AEMINPU. El Hermano Javier nos presentó con ellos y nos citaron en sus oficinas que estaban en un tapanco de madera con un escritorio, una manta rotulada con los diez mandamientos, una foto de Ezequiel y otra foto de Jonás, su hijo. Había unos siete hombres con la barba larga, serios. Todos estábamos sentados en un círculo para evaluar si podíamos grabar o no en la comunidad. El debate sobre nuestra estancia ahí, cada vez se alargaba más entre discusiones y llamadas telefónicas a la sede oficial de la secta (Cieneguilla, en Lima). Después de unas siete horas de convencimiento logramos que nos dejaran hacer nuestro trabajo: registrar en un video documental los ritos religiosos y la vida cotidiana del pueblo sagrado de los israelitas. La única condición que nos pusieron era que nos presentáramos el día de su misa, que se lleva a cabo todos los sábados, con todo el pueblo, aunque esto implicara perder el único medio de transporte que nos regresaría a Iquitos ese fin de semana. Aceptamos.

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Una vez que contamos con el permiso de esta especie de consejo jedi se nos abrieron las puertas para todo y nos preparamos para el Holocausto, su ceremonia sagrada en la que ofrecen sacrificios a Dios. La ceremonia del Holocausto empieza el viernes al atardecer y termina el sábado al anochecer, igual que el Shabbat judío. Es un día consagrado para la comunidad, no se trabaja. La ceremonia consiste en hacer un sacrificio a Dios para pedir por el pueblo de Israel, del cual ellos se consideran parte. Se escoge un becerro que tenga más de ocho días de nacido y se sacrifica. Esta ceremonia la repiten tres veces a lo largo de la jornada: a las seis de la tarde del viernes, y a las cinco y a las once de la mañana del sábado. Fuimos a las ceremonias del viernes y la primera del sábado.

La gente se congrega alrededor de una especie de fogata donde se va a sacrificar el animal. Forman un círculo: de un lado están las mujeres y niñas, y del otro los hombres y niños. Yo me sentía caminando en un Nacimiento, entre hombres barbudos vestidos con túnicas de colores asemejando la vestimenta de Jesús. Los hombres del pueblo dicen que con la túnica se sienten transformados, más responsables y cercanos a Dios; se dejan crecer la barba, para no alterar la naturaleza que creó Dios y porque son las antenas para comunicarse con la divinidad. Nunca me quedó claro cómo se comunican las mujeres con Dios. Por lo general ellas se ven sumisas y, por lo que pude ver, tienen más restricciones en todos los ámbitos de la vida cotidiana.

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Ceremonia del holocausto.


Foto por Lali Houghton.

Para sacrificar al becerrito, éste debe prepararse en un área sagrada donde únicamente pueden entrar hombres. Guille, el camarógrafo, me contó que le cortan la cabeza al animal, le sacan las vísceras y luego lo preparan con varios ingredientes, como si se fuera a comer. Una vez preparado, al becerro se le prende fuego hasta que se consuma por completo y la fogata se apague sola. Mientras la fogata está prendida, el pueblo entona cánticos religiosos acompañados por una banda y todos entran en una especie de trance que dura unos 45 minutos. La ceremonia se lleva a cabo en una de las laderas del río Amazonas.

Al término de la fogata entramos a la iglesia, las mujeres se acomodan del lado izquierdo y los hombres, del derecho. Es una iglesia austera, blanca, con bancas de madera y techos altos. Al fondo se ven los diez mandamientos y dos banderas a los costados: la peruana, color rojo y blanco, y la israelita, blanco y azul celeste. En la misa se leen los diez mandamientos, y fragmentos de la Biblia. Es una misa solemne, tradicional, pero que acabó prácticamente en un mitin político dirigido por una monja que venía de Cieneguilla, para reclutar miembros para el brazo político de la congregación, un partido llamado el Frente Popular Agrícola del Perú (FREPAP).

Durante varios años el FREPAP fue una fuerza política reconocida en Perú que participó en elecciones, llegó a obtener el uno por ciento de los votos y logró colocar a tres diputados en el poder, pero a partir del 2001 dejaron de participar en la contienda electoral y parece que ahora buscan contender en las próximas elecciones presidenciales de 2016. Bajo este partido, Ezequiel se postuló tres veces para presidente: en 1990, 1995 y 2000. Murió durante la última campaña, y su funeral fue una ceremonia masiva que congregó a miles de personas en Cieneguilla.

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​Israelitas caminando al Holocausto. Foto por Laura Woldenberg.

Durante la misa nos tuvimos que presentar con el pueblo. Éramos un equipo de cuatro y pasamos al frente uno por uno a decir nuestro nombre y explicar el objetivo de la visita. Estar en un templo sagrado, frente a personas que claramente están más cerca de Dios que yo es intimidante, así que lo único que pude decir fue que ésa era una de las experiencias más intensas que había vivido y agradecí al Hermano Javier por todas sus atenciones. Nos recibieron bien. Al final cantamos un canto religioso que, siento, es el más representativo de la cultura israelita: Fronteras Vivas. "Grande es Israel, digno de alabanza / por tu gran labor, a favor del mundo. / Fundó el gran proyecto, de las fronteras vivas / Padre Ezequiel el pueblo te clama / tú eres el gran hombre, / que el mundo esperaba. / Mediante la agricultura / salvarás del hambre. / Mediante este proyecto se reunirán las naciones, para que unidos labremos la tierra / Chile, Ecuador, Colombia. También Brasil y Bolivia y los demás países".

Fronteras Vivas no sólo es el título de la alabanza, sino el nombre de todo un proyecto que lanzó Ezequiel Ataucusi para establecer colonias en el bajo Amazonas peruano, y extenderlo a otros países de la zona para crear una región agropecuaria rica, y una fuente económica que diera alternativas a la gente y estuviera regida por el orden incáico de trabajo colectivo y cooperativas. Fronteras Vivas busca una sociedad alternativa, un nuevo orden mundial, una micro región autónoma, una economía andina poderosa y ve en una utopía agraria la solución a la pobreza.

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Fue a partir de este proyecto que los seguidores de Ezequiel decidieron mudarse a la región del bajo Amazonas en 1995. Perú venía de una crisis social, política y económica tremenda. El grupo guerrillero maoísta Sendero Luminoso había arrasado con poblaciones enteras y una ola de violencia había revolcado al país. Es en este contexto donde surgen los Hermanos Israelitas.

El antropólogo peruano Juan Ossio encuentra relación entre Sendero Luminoso y los Israelitas del Nuevo Pacto Universal. Él concluye que en el contexto de violencia y falta de oportunidades los peruanos buscaron la salvación. Mientras algunos de ellos encontraron respuesta en los textos marxistas-maoístas, otros tomaron textos bíblicos. Sin embargo, ambos movimientos fueron mesiánicos y comandados por líderes carismáticos. Por un lado Abimael Guzmán, alias Presidente Gonzalo, líder de la guerrilla, y por el otro Ezequiel Ataucusi, líder espiritual. Ambos movimientos fueron una alternativa a la crisis. Unos con las armas y otros con oraciones. Ambos fanáticos.

​Preparación del becerro para hacer el sacrificio en el Holocausto. Foto: Lali Houghton.

Tanto el partido FREPAP como el proyecto de Fronteras Vivas se rigen por el estatuto "El agro al poder". La visión agraria de los israelitas adopta la cultura agropecuaria inca pero la implanta en un ecosistema totalmente diferente y es, quizá por eso, que no es exitosa. El ecosistema de la selva no es propicio para la agricultura. A diferencia de la zona andina, donde los suelos son fértiles y hay una cultura milenaria de cultivo, en la selva, las tierras sólo se pueden sembrar dos o tres veces y el suelo tarda entre diez y veinte años en recuperarse, por lo que los territorios israelitas se han convertido en zonas totalmente deforestadas, con suelos poco fértiles que se vuelven pastizales para el ganado. El impacto ambiental en la región es muy fuerte y se ve reflejado en la calidad de vida de las comunidades, que están lejos de la panacea prometida. La metáfora que los hermanos mantienen de "un paraíso atravesado por un río de leche y miel" suena caricaturesco cuando ves las condiciones que viven.

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Recorrimos varios kilómetros caminando con el Hermano Javier para conocer las chacras o cultivos. Durante la caminata nos contó que la comunidad está dividida en grupos de veinte personas para cultivar, él tiene 43 grupos a su mando y suman un total de 1,720 hectáreas cultivadas.

Contrario a la realidad en la que viven, Javier, nos contó el proyecto original del Maestro Ezequiel, como ellos lo llaman: "Su plan de trabajo no es como lo estamos llevando ahora. Era muy diferente y muy ambicioso, suponía un alcance más grande, que cada grupo se convirtiera en una empresa productiva e industrializara su propio producto. Él no pensaba en una cuadra, dos cuadras [hectáreas], él pensaba en cientos de cuadras por grupo. Con la finalidad de que progresen los hermanos", nos dijo. Los planes de Ezequiel son una contradicción con el aprovechamiento productivo que se puede hacer en las tierras del bajo Amazonas, y por ello ha sido imposible desarrollar su proyecto. Javier nos contaba esto como si ellos hubieran fallado, en vez de analizar las condiciones de su entorno.

​Aurelio. Foto por Lali Houghton.

La Tripe Frontera es una zona extremadamente violenta, donde la producción de cocaína es la actividad más productiva. En los años ochenta era un corredor donde circulaba la droga, pero no era una zona de producción. Esto generó un cambio de escenario. Según el Sistema Nacional de Monitoreo de Perú, apoyado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), en el Departamento de Loreto se encontraron 5,013 hectáreas de cultivo de coca en 2013, sin contar áreas erradicadas por el órgano antidrogas de Perú, CORAH, de un total de 49,800 hectáreas. Además, según la UNODC, Perú es el país numero uno en producción de cocaína en el mundo y calcula que en esta zona el cultivo de hoja de coca creció casi cien por ciento entre 2011 y 2012.

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En la última década se ha desarrollado una nueva variación de coca apta para las condiciones climáticas de la selva de tierras bajas. Se comenta que esta variación ha sido modificada genéticamente y que los cárteles han invertido grandes cantidades de dinero para ello. Esta situación se ve ligada al Plan Colombia, un operativo que se ha realizado entre los gobiernos de Estados Unidos y Colombia desde el año 2000 para erradicar la producción y tráfico de cocaína. Los efectos de esto han sido el incremento de la producción de esta droga en tierras peruanas, lo que se traduce como el efecto globo.

Entrevistamos a José Álvarez Alonso, director general de Diversidad Biológica en el Ministerio del Ambiente, quien nos comentó que estima que la coca y la madera ilegal representan 95 por ciento de la economía en la provincia de Mariscal Castilla, Loreto. Por ello se habla de la participación de los israelitas en esta nueva actividad en la región, ya que —según la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional Peruana (DIRANDRO)— los cultivos también se dan en sus tierras. Según José, esta actividad es la principal entrada económica de la zona. Podríamos decir que la coca es el nuevo caucho.

​Hermano israelita. Foto por Laura Woldenberg.

Dante Jiménez, Secretario de Defensa del Departamento de Loreto, deslinda a los israelitas de cualquier actividad delictiva. Me contó cómo es un problema cotidiano para ellos y explica el deslinde de la comunidad: "Tenemos un aproximado de seis años teniendo este problema y cada día se va aumentando, ¿y quiénes son? Los pueblos vecinos… los peones de estos señores que cultivan la coca vienen y te ofrecen. A mí me ofrecieron cien mil dólares… Dame tu tierra, treinta cuadras. Yo dije no. A muchos de los hermanos les ofrecen, pero nuestra doctrina, nuestra moral, hace que nos abstengamos. Pero hay personas que no, [son] débiles, la plata. Si llegamos a saber que un hermano tiene una chacra [plantíos] y está asociado a la institución con su carnet, inmediatamente le registramos su carnet y se le destituye porque no puede ser un israelita cocalero… Está totalmente prohibido, la doctrina no nos permite… tenemos estatutos que nos prohíben totalmente la hoja de coca".

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Unas semanas después de nuestra visita a Alto Monte, hubo un operativo de la DIRANDRO en colaboración con el ejército brasileño para destruir laboratorios de cocaína en la región. El delegado brasileño, que lleva décadas estudiando la Triple Frontera, Mauro Spósito, afirma que tiene conocimiento de la participación de israelitas en la producción de la droga. Mi impresión es que resulta casi imposible que una comunidad que viva en esa región tan conflictiva y en la que confluyen tantos intereses no esté salpicada de esta actividad ilícita. "Tenemos pruebas de que seguidores de esa secta que viven en una miseria terrible, están plantando coca. En las comunidades donde están los israelitas existen cultivos de coca…Tengo la impresión de que sus líderes están involucrados, porque una de las condiciones para que florezca el tráfico en la región es que haya un sistema organizado, como en le época de los caucheros", afirma Spósito.

Ceremonia del holocausto. Foto por Lali Houghton.

La comunidad israelita enfrenta muchos retos. Tras la muerte de Ezequiel en el año 2000, el movimiento se ha debilitado. Su hijo, Jonás Ataucusi Molina, quedó como heredero pero su capacidad de liderazgo no es la misma. Jonás es una figura desconocida, prácticamente nadie lo ha visto ni hablado con él. Nos resultó imposible concretar una cita. Nosotros tratamos de hablar con él en Cieneguilla pero siempre lo pospuso. Ni el antropólogo Juan Ossio, que lleva más de veinte años estudiando la secta, ha podido entrevistarlo. El acercamiento que tiene con sus seguidores es a través de videos en internet, donde lee algunos sermones. Se siente un distanciamiento entre las comunidades de Alto Monte y la central en Cieneguilla. Al perecer ha habido un gran número de desertores y están en una crisis de poder.

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Las cinco noches que pasé en Alto Monte, entre cantos y sermones, vi cómo estos israelitas esperan la gloria tras un apocalipsis postergado. Pero con la selva deforestada, los habitantes en condición de pobreza, con pocas oportunidades para desarrollar el proyecto Fronteras Vivas y el aumento de la producción de coca en la región, siento que el apocalipsis podrá cruzar libremente la Triple Frontera y desterrar por completo a la gloria.

Busca próximamente el documental en ​VICE NEWS y ​VICE.com

Niñas en la escuela del pueblo. Foto por Laura Woldenberg.

​Tres hermanos músicos tocando en la iglesia. Foto por Lali Houghton.

Foto por Lali Houghton.

Foto por Lali Houghton.

​El director de la escuela del pueblo sosteniendo fotos de Ezequiel Ataucusi Gamonal y su hijo Ezequiel Jonas Ataucusi Molina.Foto por Lali Houghton.

Foto por Lali Houghton.