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Esto significa que tu garganta, tu culo y tus chichis —todo lo que utilizas regularmente, dependiendo de tu estilo de vida— corren el riesgo de padecer cáncer simplemente porque se te antojó un vinito para la cena. O porque te tomaste una cerveza en la parrillada que organizó tu mejor amigo. O porque te tomaste dos shots seguidos en una boda porque llevabas seis horas bebiendo y no se te subía.Todo esto es de acuerdo a un estudio publicado en una revista llamada "Adicción", la cual, siendo honesto, suena muy poco imparcial. Como era de esperarse, los miembros de las organizaciones Cancer Research y Drinkaware intervinieron diciendo que es necesario que se tomen medidas para concientizar a la gente en torno a la relación entre el cáncer y el alcohol. Para esto, sugieren incluir advertencias en las etiquetas de las bebidas alcohólicas.Pues, déjenme decirles algo, Cancer Research: me encanta tomar, lo hago todos los días y no pienso parar ahora. ¿Qué más me puede ayudar a soportar la oleada de mierda que ha sido este 2016? Los ataques de Niza, el policía estadounidense que mató a un hombre negro que tenía las manos en el aire pero que, al parecer, en realidad estaba tratando de dispararle a un hombre autista que traía un carrito de juguete; los coches bomba en Irak; mi síndrome del túnel carpiano; mi recibo de teléfono; mis cargos por sobregiro; mi sobregiro en general como algo que existe; la falta de opciones para almorzar cerca de mi oficina; el precio de los boletos de avión; mi flojera tan grande que hace que me duela la cabeza. Y ahora esto.Chinga tu madre, 2016.