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Música

El lado B de mujeres encinta

Charlamos con el escritor Daniel Levin-Becker, ex integrante de este mítico grupo.

Portada de Carisma de alquiler, el cassette más conocido de Mujeres Encinta.

¿Qué tienen en común los Beach Boys, el Oulipo, Electrelane, Vladimir Nabokov, Juan Gabriel, Brian Eno, Hidrogenesse, un chelista francés, Matmos y los Ángeles Azules?

Nada. Es decir, sí, de una forma u otra todos están a un grado de separación de un curioso experimento de principios de siglo llamado Mujeres Encinta.

Mujeres Encinta fue un grupo de música a ratos experimental, a ratos pop, algunas veces electrónica. Un grupo con demasiados integrantes para ser llamado banda y demasiado pocos para lla- marlo orquesta.

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Su seña de identidad era grabar únicamente en cassette, algo que entre 1999 y 2002 era una excentricidad loser, o de escuela de arte. El CD-ROM se estrenaba en nuestras computadoras de veinte kilos, Metallica aún no sabía lo que era Napster y los MP3 se quemaban en un Verbatim.

Los sintetizadores, estudios de grabación improvisados y bobinas de audio de Mujeres Encinta sirvieron de pasarela a un grupo tan numeroso como heterogéneo: Genís Segarra, de Astrud e Hidrogenesse; M.C. Schmidt, de Matmos; Ros Murray, bajista de Electrelane; Camilo Lara, de Instituto Mexicano del Sonido; Luis y Teresa, del grupo español Espanto; el escritor Daniel Levin-Becker; Eduardo Leal de la Gala, ex bajista de Sporto Kantes y Wreckless Eric; el chelista francés Vincent Ségal (también miembro de Bumcello); la artista Daniela Franco; Beto Cabrera, ex miembro de Zoé; Elisa, cantante de Feria y Les Biscuits Salés (grupo español de culto gracias a Ese pedazo de onda), Ocho y Dani, de Las Pulpas, entre otros.

De seguir juntos, Mujeres Encinta sería un grupo raro, casi imposible. La notoriedad de algunos de sus miembros, así como la disparidad de sus estilos musicales, haría de la fórmula algo improbable. Sin embargo en la época sus carreras iniciaban. Excepto quizá la de Vincent Ségal, que ya había tocado con Laurie Anderson, Elvis Costello y, ajem, Sting. Podría decirse que con Mujeres Encinta, Ségal se estrenaba en el underground.

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Aunque el grupo ya no existe y bajar su música es una tarea casi imposible, ciertos círculos —gafapastas, modernos y artsy— insisten en resucitar a Mujeres Encinta. Al parecer el primero fue Brian Turner director musical de la estación neoyorquina WFMU, quien habló del grupo en The Brian Turner Show. Según la revista La Tempestad, Turner y Daniela Franco habían colaborado en un proyecto por el que ella le pagó en bootlegs de Mujeres Encinta. La puesta en boga de Mujeres Encinta se atribuye también a Jeleton, colectivo español que se mueve en la intersección del pop y el arte. Fans y amigos del grupo desde su inicio, Jeleton invitó a Mujeres Encinta a participar en la exposición Antes que todo en Madrid. A partir de esa exposición, que repasaba el estado actual del arte contemporáneo, la curiosidad por Mujeres Encinta ha ido en crescendo.

La producción musical de Mujeres Encinta era non-stop y nadie lleva la cuenta exacta de todo lo que se grabó. Solían trabajar de ma- nera serial o temática: extrañas reglas literarias aplicadas a la música de The Beach Boys, títulos que hacen referencia a Walter Benjamin y un cassette dedicado a Juan Gabriel y a Gauguin (llamado, cómo no, Noa Noa). Los últimos cassettes fueron distribuidos y producidos por la label belga PIAS.

Mujeres Encinta dibujados por José Manuel Hortelano Pi en 2001. La imagen está basada en una conocida foto de los miembros del Oulipo (incluidos Duchamp y Calvino)

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José Ángel Balmori, colaborador nuestro, escribió hace tiempo una crítica en Afterpop sobre el cassette más conocido de Mujeres Encinta: Carisma de alquiler. Una serie de cóvers extravagantes y, para algunos, sacrílegos: ¡Steve Reich traducido al español! ¡Wire y Pierre Henry compartiendo Lado A con los Ángeles Azules! Dicen algunos, y seguro tienen razón, que el desbande de Mujeres Encinta lo provocó este amasijo. La heterodoxia y falta de rigor fue demasiado para los puristas en el grupo. Y sin embargo el cassette es bastante bueno.

Una de las condiciones sine qua non para escribir sobre Mujeres Encinta es la discreción musical. El grupo pide que la música no termine mal digitalizada en el blog del Señor Pollo. Condición que, sorprendentemente, fans y prensa han respetado. El grupo pretexta razones técnicas y de copyright (a excepción de los cassettes editados por labels establecidas, la mayoría de sus letras y música los meterían hoy en más de un problema legal). Pero también, aceptémoslo: hay cierto deseo pedante de alimentar el encanto de lo inasequible.

Además de Jeleton hay otros artistas y escritores que trabajaron con el grupo: durante algún tiempo, el artista español, José Manuel Hortelano Pi fue el cronista visual del grupo, autor de algunas portadas y, notablemente, de la ilustración que acompaña este artículo. El grupo ha sido mencionado en algunos cuentos del escritor Rafa Saavedra (“el primer fan de Mujeres Encinta en México” según el grupo y él mismo). Y el grupo de electro-pop español Las Tocayas hizo un cóver de Mujeres Encinta que saldrá en las próximas semanas.

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El grupo dio su último concierto en 2002, con motivo de la inauguración del centro de arte contemporáneo La Maison Rouge, en París. El centro, ahora uno de los espacios de exhibición de mayor prestigio en París, estaba entonces en construcción, adaptando los más de dos mil metros cuadrados de una antigua imprenta. El concierto fue privado, principalmente para los asistentes VIP a la Feria de Arte Contemporáneo en París. El conjunto de circunstancias hizo de la experiencia algo que debería haber sido el principio de un segundo aire para Mujeres Encinta. En su lugar, marcó, por razones que aún no quedan del todo claras, su final.

El porqué de la separación es tan oscuro como todo en esta banda: el giro comercial que el grupo empezaba a dar, “diferencias irreconciliables” entre Genís Segarra y el resto del grupo, etcétera. Lo más probable es, simplemente, que los proyectos independientes de cada uno de los integrantes empezaban a repuntar: Ros entró a Electrelane, Björk buscó a Matmos para colaborar, Austrohúngaro (la label de Genís que años después editaría a algunos de los grupos de los ex Mujeres Encinta) empezaba, etcétera.

El futuro de Mujeres Encinta es quizá menos oscuro: un posible documental con Alexis Zabé en la cámara (hay un secreto de estado en torno al director); un disco de cóvers y quizás la reedición de algunos cassettes. El portal de música Je ne sais pop prepara un especial sobre Mujeres Encinta para su sección “Tú sí que molabas”, recién inaugurada en agosto pasado con The Housemartins.

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Sin embargo, los ex miembros del grupo evitan hablar de Mujeres Encinta tanto como pueden. Después de varios intentos por hablar directamente con alguno de los muchos miembros de la banda, por fin recibimos respuesta de Daniel Levin-Becker, quien fuera el integrante más joven de la banda y autor de algunas de las letras. Hoy, Daniel es miembro del grupo de escritura experimental Oulipo, crítico de música y editor de la revista The Believer en San Francisco.

Algunos de los cassettes de Mujeres Encinta.

VICE: Una de las cosas que más nos interesa saber es por qué se separó Mujeres Encinta. Hemos oído varias versiones, que cada uno tenía proyectos independientes, que hubo algunos malentendidos, etcétera. Cada integrante pareciera tener su propia versión.
Daniel Levin-Becker: Para ser honesto, cuando la banda se separó yo ya no estaba con ellos. Pero creo que es importante recordar que Mujeres Encinta nunca se concibió como una "banda" tradicional. Cuando Daniela me contó que Mujeres Encinta se había separado, me sorprendió que lo pusiera en esos términos tan tajantes. Su explicación fue un poco vaga y más o menos daba las mismas razones que tú mencionas.

¿Por qué ese rechazo a digitalizar su música? ¿Por qué es tan difícil encontrarla?
Creo que a todos nos gustaba mucho la idea de hacer música que estuviera atada a un medio moribundo. No es que yo fuera (o siga siendo) purista (creo que compré mi primer CD el mismo año en que empecé a colaborar con Mujeres Encinta) pero sí me gustan mucho los mix tapes, las imprentas tradicionales, y cosas así, medio románticas por imprácticas (¡¿hola, filtros de Instagram?!) y creo que ese fue un punto en común entre todos los integrantes. Cuando entré a la banda ya colaboraba en algunos intercambios tape-tree (grabar un mixtape en cassette, enviarlo por correo a un desconocido del que alguien te pasó la dirección, y seguir rolando los cassettes que a su vez alguien te había mandado). Creo que eso me puso en la disposición de colaborar a distancia.

¿Por qué crees que Mujeres encinta es relevante hoy? ¿Por qué de repente hay un nuevo interés en la banda?
Creo que la lección más grande que aprendí en Mujeres Encinta es la virtud de preocuparse poco. ¡Hay canciones nuestras que nunca he oído! Obviamente no fuimos el primer grupo de músicos (o de ar- tistas, filósofos o políticos) a los que colectivamente les valía madre, pero me siento orgulloso, cuando veo a bandas hacer campaña en Kickstarter y promover su música en formas ingeniosas, saber que nunca habríamos hecho nada por el estilo. No me malinterpretes, creo que está increíble que haya bandas buenas que puedan darse a conocer, yo escribo de música y el que existan tantas opciones hace mi vida más interesante. Pero no es lo yo quería (queríamos) que fuera Mujeres Encinta. Es decir, éramos una banda que armaba sus canciones por correo, muy promiscuos y raros con respecto a quién entraba en la banda. Una banda que le confiaba las letras de algunas de sus canciones a un adolescente cualquiera en Chicago, que hablaba con todos en un francés torpe de secundaria (es decir, yo)… Lo que quiero decir es que me siento orgulloso de que nunca hayamos aspirado a ningún tipo de profesionalismo, y me siento aún más orgulloso en esta era en la que las herramientas del profesionalismo son tan democráticas y accesibles.

Como escritor, ¿puedes hablar un poco más sobre el marcado interés de Mujeres encinta en la literatura? Hay muchas referencias literarias en sus títulos y canciones.
¡Sí! Ese es definitivamente un aspecto que me interesaba tanto, si no es que más, que la música. Mujeres Encita fue un antecedente a mi relación con el Oulipo, me intrigaba y emocionaba la idea de aplicar “reglas literarias” a la música, y gracias a Daniela conocí el método S+7, incluso antes de saber quién era Jean Lescure o Raymond Queneau.

¿Hay algo más que nos quieras contar sobre Mujeres encinta?
Sí, siempre he pensado que el diseño gráfico de nuestros cassettes era de gran calidad y es algo que no se ha reconocido los suficiente (puedo decir esto porque yo no tenía nada que ver con el diseño). Ah, también quisiera decir que hay una frase en una de nuestras canciones dedicada a mi difunto gato, Leo Trotsky, pero no diré cuál.