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abuso de confianza

El Mara se salva por trucha

Y porque es un chingón del skate más rudo que hay: el de vivir en la calle.

 El Mara tiene un skate park en su casa. Éste es el sueño de cualquier patinador, pero también su peor pesadilla.

Los índices de jóvenes en situación de calle aumentó considerablemente en los últimos años, la migración y otros conflictos mundiales se manifiestan en México pero también la cantidad de patinadores va en aumento y la práctica de deportes en equipo va en descenso.

Al Mara no lo trajo la cigüeña, a él lo trajo la Bestia. En este brutal recorrido que hacen miles de migrantes centroamericanos hacia Estados Unidos, el Mara llegó hace varios años acá a la capital de México. Yo lo conocí hace como cinco años, patinando en la Fuente, ahí contó algunas historias después de haberse desaparecido unos meses de la ciudad por ir a patinar a Monterrey. Antes de que regresara ya se habían inventado varias historias: que si lo habían matado, que estaba en el tutelar, que si lo habían deportado… pero él estaba vivito y patinando.

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Ahí me contó que vivía en un carro abandonado cerca del skate park, pero —como en cualquier jungla— debía tener cuidado de los depredadores que estaban ahí dispuestos a robarlo, herirlo y dejarlo sin sus cosas más preciadas (en este caso, su patineta). Así que comenzó a vivir debajo de una rampa en Ciudad Deportiva, junto con los perros que ahí se convirtieron en sus mejores amigos.

“Tengo que viajar por la gran ciudad, / la gente se espanta al verme pasar / tengo que rodar y rodar y rodar y rodar / no tengo conciencia ni tengo edad /soy un perro negro y callejero / sin hogar sin hembra y sin dinero…” Eran las 4AM y estábamos en la cocina de mi casa, cuando el Mara entonó esta canción. Definitivamente me estaba contando su historia, contándome inconscientemente cómo se sentía en ese momento.

Esa noche me pidió un paro para echarse un baño y lavar sus tenis. Ahuevo que le hice un paro porque, la neta, este morro extrañamente revivió un sentimiento que hacía mucho no tenía en el skate: motivación.

Créalo o no, sacamos dos castores muertos, cuatro bachas y una mona seca de esos zapatos.

Hacía mucho tiempo que patinar para mí se había convertido en sólo pasar un tiempo con los compas, desprenderme de mis asuntos personales, sin ganas de hacer algo nuevo —que es al final de lo que se trata el skate—. En el skate siempre tienes que hacer algo que te motive a seguir en ese pedo, recuerdo tiempos en donde algún compa motivaba a que bajara un truco o que mejorara algo de mi skate pero con el paso de los años eso se fue borrando de mi memoria.

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Pero a veces de quien menos lo esperas llega esa motivación de: “¡Güey, dale y yo te sigo, pero dale en chinga!”, o “¡Ya bájalo, cabrón ya lo tienes ahí!”, o “Bájalo y después yo lo hago”… Estas frases regresaron a mí poco a poco. Por las noches acostumbro patinar en casa del Mara, es un skate park que esta ahí en la Rivera de San Cosme, en la México-Tacuba y el Circuito Interior para ser exactos. Preferentemente voy por las noches porque la iluminación se prende desde que oscurece hasta que sale el sol y la mayoría de niños, cletos y uno que otro estorbo desaparecen porque de repente se pone chaka (como dicen acá en el DF para referirse a peligroso).

Hicimos varias sesiones nocturnas en el San Cosme, de ésas que empiezan a la media noche y terminan a las tres, cuatro de la mañana, porque es cuando Mara comienza a vivir; su ayuno del sueño es contante porque nuevamente los depredadores lo ubicaron y es difícil dormir ya que la banda mona viene a buscarlo para amenazarlo y despojarlo de sus pertenencias. La suya es una vigilia de sueños constante por permanecer a salvo en su castillo, donde su realidad de calle es su propia pesadilla.

Este es un video de esas noches que pasamos patinando y grabando, es un video que no muestra todo lo que Mara puede hacer en su patineta pero sí muestra la intimidad de la noche en su casa, la mía y la tuya, porque ese lugar es de todos, aunque sólo el Mara es señor de este lugar.

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Así se ve la entrada al departamento del Mara. Prefiero decir que es su casa, a decir que ese espacio pertenece a alguna delegación de esta inmensa cuidad.

Mara vino varias a mi casa a dormir, a comer y a ayudarme con cosas que yo solo no hubiera podido hacer. Es un buen compa que de repente desapareció e imaginé lo peor, aunque se corrió el rumor de que se lo había llevado una morrita a vivir a su casa. Otros dijeron que andaba en cana (la cárcel), otros dijeron que se había ido de vuelta a su país, pero la neta sé que él va a estar bien donde quiera que esté, porque a pesar de que no tiene un hogar, él es muy inteligente y fuerte pa’ salir de lo más bizarro y disfrutar los mejores lujos.

El Mara es bien chingón arriba de su patineta. Muchos quisieran su estilo, fluidez y tener ese sentimiento tan puro y amor a su skate, no cualquiera sale patinando en Thrasher magazine, no cualquiera tiene los huevos de enfrentarse a esta ciudad sin nada más que su patineta y sus ganas de seguir patinando siempre.

Después de un tiempo me dieron la buena noticia de que Mara ya andaba patinando por su casa otra vez, me dio mucho gusto, pero más gusto me dio cuando un día se apareció por mi casa y le pregunté: “¿Pinche Mara, dónde andabas?” Y el respondió: “En la playa, bien vergota!!”

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@nitoescalante