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Música

El ‘open season’ y la balada de Snoop Lion

Fui a tomar fotos a los turistas y a ver la inauguración del cagadero anual en la Riviera Maya.

Lo que comenzó como una ciudad modelo en los 60s, hoy se consolida como el sueño de miles de universitarios provenientes principalmente de Estados Unidos y Europa. Cada año de forma casi religiosa, las playas de Cancún y la Riviera Maya se inundan de spring breakers. He estado trabajando como fotógrafo en un hotel ubicado en el corazón de la zona hotelera de Cancún; mi trabajo consiste en realizar sesiones de fotos para turistas gratis, ellos al final del trabajo pueden elegir qué quieren comprar y lo que no, se desecha. Trabajo por comisión y como máximo obtengo entre 20 y 30 dólares por cada sesión, si es que los turistas estuvieron de acuerdo en cómo salen en las fotos.

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Diario ejecutamos la misma tarea: hotel de gran turismo, buffets, bebidas inagotables y nosotros los prestadores de servicios pepenamos la playa en busca de aquella pareja que acceda a un photoshoot profesional gratis acompañada de su foto cortesía frente al mar turquesa que se extiende a lo largo del litoral peninsular.

La palabra empieza a sonar en todos los rincones del hotel, Snoop Dogg se presenta en vivo para abrir la temporada oficial del spring break en el antro de los rudos: The City. Ahí caben unas seis mil personas en un evento como éste. La tarea de conseguir boletos no es tan complicada, en principio, el costo es de 145 dólares por persona, y se consiguen por medio de una operadora de tours antreros de sus múltiples promotores. Este costo nos ofrece acceso total, tres pomos en tres antros de la zona y la oportunidad de ser una de las 60 personas que entraran primero con mesa asignada, incluyendo más pomos en la mesa. El promotor nos invita a pasar a la pista del antro y ahí se cierra el trato, las pulseras no se entregan al momento de la compra, nos da un recibo que tenemos que canjear por las entradas al otro día. Mi compa el Tato, un experto en el mundo del servicio, advierte que no aceptara trucos, después de la compra de tres boletos le pide su teléfono y exige que por el precio pagado todo se lleve con normalidad: “N’hombre, pelado, ya me conozco a estos perros, ¿en la noche tú crees que nos van a estar atendiendo y resolviendo?”

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Su pronóstico no está alejado de la realidad, horas antes del concierto el promotor está desaparecido y nadie da razón de cómo obtener las pulseras que te otorgan el privilegio anteriormente mencionado. Después de cuatro RPs de la compañía y tres del antro, alguien se ofrece a hacerse responsable y además comenta que el paquete ofrecido ya no está disponible, pues el lugar ha sobrepasado su cupo de personas, acaban de terminar una junta y no habrá mesa asignada ni pomos esperando en la mesa. “Básicamente podrás estar en tu mesa, bajar a la pista e invitar a las morras que quieras pues has pagado tu derecho de espacio”, nos comentaba el truculento promotor con experiencia en las calles fiesteras cholultecas, donde los más curtidos personajes del mundo fiestero crean fama en las faldas del Popo.

Con reintegro en mano, le compramos a un ex trabajador del hotel que trabaja para la compañía de tours, tres pulseras con un costo de cien dólares por cada una, y que sólo incluyen barra libre y acceso general al concierto. Aproximadamente a las diez de la noche, el jueves 13 de marzo de 2014 empezaron a llegar camiones llenos de gringos, uno por uno bajan y se congregaban en las puertas del antro. Jóvenes de Detroit, Filadelfia, Tenessee, Toronto, Vancouver, Londres, las Polinesias Francesas, México, Nueva York, Colombia, Moscú… entran uno por uno al evento que marca el inicio del spring break caribeño.

Snoop Lion se presenta en la meca de la fiesta universitaria y abre con “Here Comes The King”; toda la raza explota en cuestión de milésimas de segundos, el antro con pista y tres niveles de gradas cual estadio de futbol, con mesas, pomos y gringos, empiezan a interactuar entre cada uno, los deseos de fiesta, alcohol, desestrés universitario y los metros de nieve acumulados en las calles de Norteamérica, hacen que toda la sed de los springbreakeros se harte de sí misma. “Aquí, si quieres que te atienda ya sabes cómo está el pedo, carnal, propina por delante” nos comenta un mesero mientras aterrizamos en la mesa de una pareja de Toronto, que mira con recelo cómo cada milímetro de espacio del lugar se llena poco a poco. Snoop se prende un gallo en el escenario y abajo una gringa me posa enseñándome sus chichis. El spring break ha comenzado.

Al otro día, mientras abrimos la tienda del hotel suena el teléfono del Tato, contesta y la mujer del promotor habla investigando de quién es ese número; explica que su chico llegó del concierto como a las 11AM a casa.