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El padrino del narcotráfico mexicano, ahora libre, adquirió su poder durante la época del PRI

Rafael Caro Quintero seguro no pasó 28 años en el bote sin hacer nada, asegura un agente anti-narco estadounidense.

Actualización:

El viernes 9 de agosto, a la extraña hora de las dos de la madrugada, se abrió la puerta principal del penal de Puente Grande, y el padrino del narcotráfico mexicano salió de la oscuridad hacia la libertad. Para entonces, Rafael Caro Quintero, ex fundador y líder del Cártel de Guadalajara, había cumplido 28 años de una sentencia de 40 años por narcotráfico y el asesinato del agente de la DEA, Enrique “Kiki” Camarena en 1985.

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Un panel de tres jueces en el estado de Jalisco ordenó la libertad de Caro Quintero, revocando por hallazgos técnicos, la condena de asesinato. El tribunal decidió que en ese entonces Caro Quintero debió ser juzgado por el estado y no el tribunal federal en cuanto al caso de Kiki Camarena, quien trabajaba como agente secreto y no estaba oficialmente bajo el mandato diplomático de Estados Unidos en México. Con eso, los jueces redujeron la pena de prisión a 15 años. Y como ya había servido 28 años, era libre de irse.

La liberación del capo de droga más poderoso e históricamente más conectado de la historia actual de México –un símbolo aún potente para las agencias contra las drogas de Estados Unidos– inmediatamente levantó sospechas y dio lugar a que el Procurador de México emitiera una orden de “detención provisional” después de recibir una solicitud de los Estados Unidos el miércoles de la semana pasada.

“Nos han dicho que fue una cuestión técnica ", dijo Jack Riley, director de la División de Campo de la DEA en Chicago y el ex jefe de la oficina de El Paso, “pero estoy seguro que todos están cuidadosamente viendo el caso para saber si fue legítimo.”

El Departamento de Justicia de Estados Unidos le ha pedido a México la extradición de Caro Quintero desde 1987, y tiene 60 días para formalmente solicitar la extradición siempre y cuando Quintero sea detenido. Riley explicó que la solicitud de extradición había sido previamente una prioridad de poca importancia después de que Caro Quintero fuera sentenciado a 40 años en prisión. “Ellos no consideraron la extradición porque en ese momento no tenía sentido, ya que no sería liberado de la custodia mexicana,” dijo Riley.

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Durante todos estos años, Caro Quintero seguro no estaba ahí rascándoselos con nada que hacer. En junio, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos había invocado la Ley de Designación de Cabecillas Extranjeros del Narcotráfico para congelar las cuentas bancarias de 15 empresas financiadas por Caro Quintero, así como las de las 18 de sus familiares y asociados, incluyendo a su esposa, cuatro hijos y nuera.

Riley dijo estar "profundamente preocupado" por la noticia de la liberación de Caro Quintero, y dijo que el Departamento de Justicia continuará exporando la posibilidad de aprehender a Caro Quintero para la extradición.

Pero ya que Caro Quintero fue juzgado por el asesinato de Camarena, legalmente él no puede ser juzgado por segunda vez. Los cargos que enfrenta en los EE.UU. están basados en sus actividades de narcotráfico. Cualquier extradición a los EE.UU. tendría que ser basada en otros crímenes, y no sobre el asesinato de Camarena.

Presidente de México, Enrique Peña Nieto. Fotografía de Wikipedia Commons.

La liberación de Caro Quintero llega en un momento sensible para las autoridades norteamericanas, quienes realizan negociaciones con el Presidente Enrique Peña Nieto sobre las bases de cooperación fronteriza en términos de inteligencia y prohibición de drogas. Lo que queda claro es que no son los tiempos del PAN, cuando tenían los gringos un nivel profundo de influencia en operaciones anti-drogas con las autoridades mexicanas. Ningún mafioso en su día estuvo más conectado políticamente que Caro Quintero. Como la escena de la boda en El Padrino, los jóvenes que en 10 años se estarían matando entre sí como jefes de los cárteles de Sinaloa, Tijuana y Juárez, podían convivir pacíficamente con riqueza e impunidad en la misma ciudad, como parte del mismo sindicato liderado por hombres como Caro Quintero, Carlos Fonseca y Miguel Ángel Félix Gallardo.

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A los 32, se metía cocaína en medio de una escandalosa fiesta en Guadalajara para el deleite de Rubén Zuno Arce, un representante estatal del PRI que era cuñado de Luis Echeverría Álvarez, ex-presidente de México. Los partidarios que trabajaban para Caro testificaron que pasaron cuatro semanas contando manualmente una mordida de $400 millones de dólares para un alto mando del PRI. El director de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), en ese entonces bajo el mandato del PRI, estaba en la nómina directa de Caro Quintero.

Y así seguía. La novia adolescente de Caro Quintero, Sara Cosío, era la sobrina de Guillermo Cosío Vidaurri, ex-alcalde de Guadalajara, un secretario nacional del PRI que se convirtió en gobernador de Jalisco. Caro Quintero aseguraba que el tío manejaba un Mercury Cougar que él le había regalado. Un guardaespaldas del Cártel de Guadalajara, que atestiguó la tortura de Camarena, declaró en una corte de los Estados Unidos que el gobernador de Jalisco y el Secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz y Enrique Álvarez del Castillo, ambos del PRI estaban sentados cerca de la puerta del cuarto donde interrogaban a Camarena para escuchar mejor lo que decía de su conspiración con el narcotráfico.

¿Acaso era arrogancia lo que les permitía creer que podían secuestrar, torturar y asesinar un agente de DEA por causarles problemas? En el otoño de 1984, Camarena lideró una redada de la DEA y la Policía Federal Mexicana en el orgullo de Caro Quintero, el Rancho Búfalo, una plantación de marihuana de 1,300 acres en el estado de Chihuahua –el terreno más grande que ha incendiado la policía. El Búfalo empleaba diez mil manos jornaleros y producía hasta 6,000 toneladas de hierba, con un valor de $800 mil millones de dólares.

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El asesinato de Camarena fue un evento crucial en la guerra contra las drogas en México. Por un lado, enriqueció el poder de la DEA como nunca antes.

"Realmente logró que se expandiera la agencia" dijo Riley, "porque para ser exitosos domésticamente, tenemos que cooperar con nuestras contrapartes extranjeras de donde vienen los narcóticos."

Al hacer esto, se alimentó la búsqueda de la DEA por derribar el cártel y los gobernantes responsables, llevando al descubrimiento de que Caro proporcionaba material para sustentar la contra-guerrilla de la CIA en Nicaragua.

En 1990, la agencia anti-drogas publicó un reporte sobre la cooperación del cártel con la misión de la CIA en Centroamérica. Entre sus descubrimientos estaba que Caro Quintero permitió que uno de sus ranchos en Veracruz fuera usado como un campamento de entrenamiento para la guerrilla. El reporte concluye que la operación/entrenamiento del campamento, lo realizaba la CIA estadounidense encubierta con la DFS, en caso de que se cuestionara quién estaba a cargo del campamento y que "los representantes de la DFS estaban, de hecho, colaborando con los mayores narcotraficantes para asegurar el flujo de narcóticos a través de México y hacia los Estados Unidos." La fuente de información principal de la DEA, era un infiltrado en el cártel que instaló la red de comunicaciones para el cártel mexicano y sus socios policiales durante la primera mitad de los 80.

Como en ninguna otra ocasión en la historia de la guerra contra las drogas en México, el asesinato de Kiki Camarena, o siendo más específicos, las numerosas investigaciones y juicios que lo siguieron, revelaron el funcionamiento interno de la inhabilidad del gobierno mexicano para controlar a los cárteles. Esta incertidumbre que rodea la liberación de Rafael Caro Quintero después de 28 años de cárcel por el mismo asesinato puede que no haya hecho más que revelar que la situación persiste.