FYI.

This story is over 5 years old.

Viajes

En Brasil quieren destruir un museo indígena y convertirlo en estacionamiento para la Copa del Mundo 2014

En marzo de este año, la policía entró al edificio, usaron la fuerza y gas lacrimógeno para desalojar a los residentes, incluyendo niños y bebes.

La aldea Maracaná.

En medio de la ciudad de Rio de Janeiro hay un edificio en ruinas llamado aldea Maracaná. El viejo edificio está a un lado del Estadio Maracaná –uno de los estadios para la Copa Mundial 2014– y era el Museo de Cultura Indígena de Rio hasta 1978, cuando la exposición fue retirada y el edificio quedó abandonado. En 2006, después de tres décadas de negligencia, multitudes de indígenas nativos empezaron a mudarse al edificio vacío y al inicio de este año se convirtió hogar de 21 diferentes etnicidades de indígenas de Brasil.

Publicidad

A finales del 2012, la policía de Brasil empezó a desalojar a los residentes del edificio, declarando que la FIFA necesitaba el espacio para construir un estacionamiento para el estadio de la Copa Mundial. Sin embargo, el comité de futbol desmintió esa declaración y lanzó un comunicado diciendo que “nunca se ordenó la demolición del Museo Indígena de Rio de Janeiro.”

Parece que la demolición no tuvo nada que ver con la FIFA; en marzo de este año la policía entró a aldea Maracaná, usaron fuerza y gas lacrimógeno para desalojar a los residentes, incluyendo niños y bebes.

El destino de la gente indígena de Brasil ha estado amenazado desde la llegada en Sudamérica de Pedro Alvares Cabral hace 513 años, y cambió el nombre indígena del país –Pindorama, tierra de palmeras– por Terra de Santa Cruz. 500 años después, los habitantes nativos de Brasil ya no son esclavos ni amenazados por enfermedades pero siguen siendo marginados y perseguidos por el gobierno de Brasil.

Los residentes de la aldea Maracaná han estado luchando para cambiar eso. Después del desalojo, hicieron una campaña para salvar el edificio de la demolición, que lograron cumplir a principios de agosto. Desde ese entonces, ellos se han mudado al edificio y lo convirtieron en una universidad indígena que preserva y fomenta la cultura de su gente.

Un letrero que dice, “¡Fuera, Globo!” dirigido al medio de comunicación más grande de Brasil.

Publicidad

Cuando llegué al pueblo de la comunidad, instalado en el viejo museo, me topé con gente y miradas inciertas. Rápido me di cuenta que esas miradas tenían algo que ver con el letrero en el cerco que estaba dirigido al medio de comunicación más grande de Brasil, “Fora Globo!” (“¡Fuera, Globo!”). Le expliqué a Gabriel, un joven de la comunidad Xukuru, que yo estaba trabajando para un medio diferente. “Bueno, al menos no eres de Globo,” me dijo con alivio. “Ellos dijeron que había narcotraficantes aquí.”

Una vez que llegué al pueblo, Potyra –un miembro de la gente de Krikati– me dijo, “Hay una falta de respeto a la comunidad indígena y tienen que respetarnos más. Hay muchos grupos étnicos de los cuales el gobierno desconoce, e incluso la gente fuera del país está más interesadas en apoyarnos que el propio gobierno de Brasil.”

Gabriel interrumpió: “Yo pienso que es una guerra que inició hace 513 años –no solo aquí, pero también en Mato Grosso en Paraná,” me dijo. “Hay otras luchas en el sur de Bahía y Belo Monte.”

En Belo Monte, una área en Pará, Brasil, la gente de Gabriel ha luchado para mantener sus tierras y que sean oficialmente otorgadas a la gente. La preocupación más grande es que el gobierno quiere construir una presa en el rio Xingu–uno de los pocos ríos autónomos de las amazonas– que destruiría los hogares y vida de varias tribus que han vivido ahí por años. En términos más locales, los campesinos y mineros han matado a la gente indígena por sus tierras fértiles.

Publicidad

“Esto no es sólo un ataque a nuestra cultura, la están extinguiendo, la están matando, eso no es un ataque, es exterminación de nuestra gente,” dijo Haloux, otro residente de la aldea Maracaná que aún no ha descubierto su etnicidad.

Gabriel afuera de la aldea Maracaná.

Un reciente documento ha dado a conocer la masacre de los indígenas de Mato Grosso durante la dictadura militar de Brasil en 1960. Según los documentos históricos, el gobierno militar mató a indígenas de varias etnicidades para robarse sus tierras. El documento estuvo perdido por 40 años y las personas que cometieron tales atrocidades nunca fueron castigados. Desde entonces, la matanza ha continuado, en su mayoría por mineros, más de 80 indígenas han sido asesinados en la frontera entre Venezuela y Brasil solo en julio del 2012.

“¿Qué derecho tienen?”, pregunta Haloux. “Encienden las aldeas de los indígenas. Brasil, después de Estados Unidos, es el asesino más grande de su propia cultura.”

Cuando le pregunté a los residentes de la aldea Maracaná acerca del embargo del gobierno en marzo llevado acabo por la policía militar, Gabriel se puso serio. Potyra, que es más comunicativa que Gabriel, me dice que la mayoría de ellos terminan en el hospital por gases lacrimógenos, incluyendo niños y bebes.

“Nosotros decimos que esto es de Cabral a Cabral,” explica ella, haciendo una comparación entre Pedro Alvares Cabra –quién descubrió Brasil– y Sergio Cabral –el gobernador actual de Rio–. “Porque [Pedro Alvares] Cabral mató a muchos indígenas y ahora Sergio Cabral quiere destruirnos a nosotros. Sacó a los indígenas de aquí, la policía nos echó gas lacrimógeno y nos golpearon. A todos nos tiraron gas, incluyendo a niños de 6 años hasta bebes de 3 meses. Tuvieron que estar en el hospital por una semana.”

Publicidad

Potyra en la aldea Maracaná.

Potyra ha vivido en la aldea Maracaná por siete años. Ella ha criado a sus hijos ahí, donde son libres de practicar sus costumbres y tradiciones. Cuando su hija pasó por su primera menstruación, ellos siguieron su tradición de aislar a la joven de la comunidad por ocho días para enseñarle como ser mujer, en esos días ella aprende como comer apropiadamente, el respeto a los mayores, niños y la cultura, y nunca dejar de estar orgullosa de sus raíces indígenas. Cuando Gabriel pasó de niño a adulto, se perforó las orejas como símbolo de ser adulto. Estas son pocas de las muchas tradiciones que los indígenas luchan por mantener. Si estas costumbres no se dejan de herencia a las futuras generaciones – dice Potyra– entonces desaparecerán.

“Un ejemplo de esto son los indígenas Goytacá; ellos dicen que han desaparecido pero en Campos hay gente que parece indígena –que tienen la genética– pero han perdido su cultura y costumbres,” me dice.

El gobierno continua siendo un impedimento para todos los indígenas en Brasil. Un golpe bajo a su existencia pero han habido leyes que – siempre y cuando lleguen a pasar– harían más vulnerable a la comunidad indígena. La ley PEC 127 fue propuesta por el congresista Paes Landim y haría un cambio de poder entre el presidente y el congreso para lidiar con las comunidades indígenas. Muchos congresistas están conectados al negocio rural, así que ellos podrán delimitar las tierras a sus propios intereses y conveniencia.

Publicidad

Otra ley, PLC 227, anexaría nuevas clausulas a la Ley de Indígenas Nativos, una ley que otorga derechos exclusivos de las tierras a indígenas. La clausula implica que las comunidades indígenas podrán ser desalojadas de su tierra – siempre y cuando exista “interés publico”–para ser usadas como “tierras para negocio agrícola, compañías de mineros y las construcción de sus empresas para el interés del gobierno federal, estatal y municipal”.

Haloux dice que los indígenas nativos no tienen donde ir y que las leyes no funcionan: “Para la mayoría de indígenas, es imposible vivir. No hay tierra. Todas esas leyes acerca de la delimitación de las tierras son falsas. Si los indígenas quieren luchar por sus tierras, los matan, “ él dice.

Las paredes de la aldea Maracaná están tapizadas de grafiti con frases contra el gobierno y arte de indígenas. Cuando le pregunté a Potyra si le podía tomar una foto enfrente de una pared, ella corrió y tomó un arete de pluma tradicional –no de esos que ves en tiendas de moda–.

Mientras Potyra se coloca su arete de pluma, Gabriel voltea hacia mi y dice: “Mi cultura lo es todo para mí. No quiero perder lo poco que tengo de ella.”

@NicoleFroio