Especial de fotografía: Aquí nunca estarás solo

Mientras tomaba estas fotos tuve sentimientos encontrados en cuanto al proceso de crear una serie fotográfica que representara los matices de los espacios de fe en las comunidades de Appalachia. Tuve problemas con la complejidad que suponía traducir el valor y poder de la religión a las poblaciones urbanas, las cuales siempre han caracterizado a la gente rural como personas simples e ingenuas.

En el centro de Appalachia las iglesias pueden funcionar como espacios de bondad capaces de irradiar cariño, amor y apoyo a quienes lo necesitan. A menudo estos lugares existen más allá de la fantasía y el espectáculo de la redención como puntos de reunión en los que la comunidad comparte recursos y ayuda mutua. La iglesia rural puede movilizar rápida y significativamente a la gente en tiempos de crisis. Esto es de vital importancia en Appalachia, donde los gobiernos locales y federales han robado y malversado los fondos, provocando desastres naturales desde hace casi un siglo.

Es aquí, en estas pequeñas iglesias rodeadas de montañas, donde me veo forzada a cuestionar y reconocer la lucha de las comunidades rurales contra el declive de la poderosa monoeconomía que representaba el carbón. Es aquí donde me puedo sentar —como una forastera contra la religión— con los fieles locales que lidian con las mismas preguntas sobre la abundancia y la pobreza. Y es aquí donde todos creamos un espacio para ofrecer consuelo por la epidemia de drogadicción que está diezmando la población.

Mis experiencias dentro de estas iglesias me han permitido abrirme al valor de la creencia compartida, la comunidad y la fe. Y a pesar que no me convertí en creyente —y tampoco fui salvada ni renacida—, fui reconfortada por extraños que me abrazaron, me dieron la mano, me dijeron que era una persona amada y me invitaron a comer a sus casas. Estos gestos de bondad y aceptación han hecho mucho para alejar mi soledad y esa oscuridad que siempre traigo conmigo. Me hicieron sentir aceptada y querida a pesar de mis demonios, luchas y fracasos personales. Creo que a ti también te tratarían así sin importar tus circunstancias pasadas o presentes. Así que aunque que no vea a Cristo como un salvador, me impactó el poder transformativo de la fe y la bondad del compañerismo.