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Exigir no es ladrar

Sobre la portada de ya saben quién en ya saben dónde.

¿Enrique Peña Nieto va a salvar a México? Lo dudo muchísimo. Sobre todo porque “salvar” no quiere decir nada, o quiere decir muchísimas cosas, o más bien quiere decir cosas muy distintas para gentes muy distintas, y entonces uniformar una sola respuesta en torno a la idea de “salvación” es tan complicada que ni los mismos creyentes en un “salvador” se han podido poner de acuerdo a lo largo de los años (y los estoy viendo a ustedes, mis amigos cristianos).

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Entonces, de entrada, la idea de tildar a alguien como un “salvador” es tan absolutamente descabellada que quien se la tome en serio debería madurar unos tres meses, cuando mucho. Ya después podrá aceptar que el concepto de “salvación” es una abstracción que no dice nada y podrá seguir en paz con su vida. Se salvará de esa molestia, por decirlo de algún modo.

Pero en México, sobre todo en relación a nuestra cultura política, actuamos como bebés de dos, 2.5 meses de nacimiento, a lo mucho. Nos encanta gritar y sentirnos vivos y libres porque le estamos mentando la madre a un diputado que, efectivamente, no merece ni el respeto de su perro, pero no entendemos que el problema del Licenciado Gómez del Real (porque así se llama nuestro diputado hipotético) no es ni problema del Licenciado ni problema de nuestras gritonerías.

Porque, de hecho, al Lic. Del Real le conviene que, de entrada, sepamos y gritemos y enojemos que es un idiota, un ladrón, un vendepatrias; con semejantes argumentos de ira y odio (proyecciones, en realidad, de nuestra propia irresponsabilidad cívica y civil) el señor puede sentirse tranquilo de hacer todo lo que le venga en gana. Total, ya lo acusaron. Total, ya exhibieron, sin exhibir nada, la mierda que es. Total, ya la gente le dio permiso de ser el servidor público más ruin de la historia reciente de México, porque, pues… así son los servidores públicos, ¿no? Es, por definición, libre de toda responsabilidad.

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¿Qué puede hacer responsable al ladrón, si ya es acusado y sabido de ladrón antes de robarse cualquier cosa? La gritonería de nuestros “activistas políticos” (que además entienden por “gritar” y por “quejarse” ser “activos” políticamente) en realidad conviene de maravilla a nuestros gobernantes, porque los cura en salud o, más bien, los enferma en enfermedad. Genios. Todos, todos genios.

Sucede lo mismo con la nueva portada del Time, que todavía no llega a los anaqueles pero ya es sujeta de las más amargas críticas por parte de nuestra “activísima” sociedad civil. En ella aparece Enrique Peña Nieto, enemigo favorito de un pueblo que pocas veces, en lo político, se ha hecho responsable de sí mismo (la cantata del “pinche gobierno” es eterna en nuestro país); debajo de su buen porte y cara de monito lindo de televisión dice algo así como “Salvando a México”. Ira. Caos. Llamados a la subversión. Etcétera.

Los problemas circunden la crítica desde el inicio: la nota no se ha leído, no se sabe cuánta ponderación mala o buena tiene en torno a nuestro odiado Ciudadano Presidente, no se toma con ligereza la idea de la “salvación”, no se considera que es evidente que Time es una revista de fuertes cortes liberales y las reformas del presidente (Y EL CONGRESO, NO SE OLVIDEN DEL CONGRESO) en turno favorecen estos rincones ideológicos, que el título puede ser una ironía o una evidente mamada… pero la furia ya está presente.

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Una amiga dice que “diga lo que diga la nota”, le “INDIGNA” la portada, mientras otra aboga que, a pesar de que sí están juzgando un libro entero por su portada, en este caso es válido porque “el contexto lo es todo”. Un genio acusa a Time de nombrar a Hitler “Hombre del Año” en algún momento de su historia (la comparación de Peña Nieto con Hitler, si es que fue intencional, es repugnante; el hecho de que el tipo no entienda que Hitler es probablemente la persona más importante del siglo XX y que eso no lo hace bueno es simplemente risible), mientras mi “timeline” de Facebook se infesta de indignados con el hecho.

Las ironías: si Time es un vil esfuerzo de relaciones públicas y la portada de la publicación es un icono en sí mismo, ¿entonces por qué se indignan, si ya saben que es un espanto mediático plagado de intereses y no importa? Algo le mueve el Time a estos quejosos del a priori, porque le están dando una importancia que después claman no tiene.

Y quizá sea yo muy ingenuo en quejarme de la prejuiciosa, santurrona y moralina actitud del mundo entero en las redes sociales (que es mi misma actitud prejuiciosa, santurrona y moralina, sin duda), pero: ¿no se la pasa el mundo quejándose de los prejuicios? ¿Pueden indignarse sin conocer el contenido de una publicación pero señalan al racismo, al sexismo y a cualquier otro “ismo” cobarde e irracional y violento como equivocado? No mamen.

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Ni nadie es salvador del mundo ni nadie se lo toma en serio. Deberíamos de leer antes de hablar y exigirle a nuestros gobernantes que hagan un buen trabajo: exigir no es ladrar, no es enojarse. Eso le conviene a los malos, muchachos.

Y los malos son malos.

Discute el tema con Bart:

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@BARTOLOME4EVER