FYI.

This story is over 5 years old.

Sexo

Fiesta gay en Monterrey II: Ligue Regio

En la Sultana del Norte hay mucho ligue y muchos tipos de hombres con los cuales irse a la cama.

Las crónicas de caza y pesca de experiencias cachondas, anónimas, en lugares prohibidos y sin cita, siempre forman la idea de la gran ciudad. En mayor o menor grado, Monterrey ha ido cambiando según el gobierno en turno. Hace algunos años cuando existía todavía el Barrio Antiguo, una zona nocturna de fiesta que albergaba más de doscientos locales, se tenía la idea de que en un futuro la Sultana del Norte tendría su Zona Rosa, como la Ciudad de México. Esta idea nunca prosperó: vino la guerra contra el narcotráfico y se llevó la fiesta, los horarios non-stop de todo tipo de antros, incluso las cantinas de poca monta ahora están cerradas después de las dos de la mañana.

Publicidad

Hace algunos meses encontré Ligue Regio, una página de fans en Facebook. En ella, un tipo desconocido que se hace llamar a sí mismo Ligue Regio, ofrecía relatos de su vida y de su forma de ligar en Monterrey, asimismo daba recomendaciones de lugares a dónde ir y cómo ligar en zonas de riesgo como baños públicos. Nacido en el municipio de Cerralvo, Ligue Regio ha ido contando su paseo homosexual desde un pequeño poblado hasta una ciudad como Monterrey, relatándola en breves crónicas, con bastante picardía. Subía fotos de los talentos locales y a veces se quejaba de los antros gays de la ciudad. Hasta ahí todo bien. La cachondería y el berrinche son territorios conocidos. Sin embargo, Ligue Regio tuvo la brillante idea de organizar fiestas para sus lectores y fans que suman más de 68 mil.

Desde el inicio de internet, la idea de una comunidad de diversidad sexual se ha transmutado del espacio real al espacio cibernético. Ligue Regio nos habla desde su propia experiencia de ese paso. Antes el gay de clóset o el abiertamente diferente tenía que viajar para hacer esa suerte de turismo sexual o del corazón. Ahora las redes sociales (las de uso exclusivo homoerótico como Manhunt o Grinder, o las de uso popular como Twitter o Facebook) hacen la mayor parte del trabajo: hay opción de decir datos como edad, tamaño del miembro, posición sexual, fetiches, incluso estatus respecto al VIH. En cierta manera ese camino sombrío para ligar se ha vuelto tecnológico: basta una computadora, un teléfono inteligente o una tableta. Un poke, un fav, un guiño.

Publicidad

En Monterrey hace unos diez años había espacios de ligue tan diversos como un cibercafé 24 horas, con cabinas en las que ocurría una alta actividad sexual nocturna. Ese cibercafé estaba cerca de una universidad que recibía a muchos alumnos foráneos, eso hacía que estas cabinas fueran un mar de posibilidades para aquellos que buscaban ganado extranjero o de clóset. O los baños turcos localizados muy cerca la central de autobuses, sitio que supongo similar en todas las ciudades donde la actividad de pasajes se intensifica por su punto de cruce, en esos baños la pesca es distinta pues se puede encontrar desde obreros, traileros u oficinistas, todos del tipo hombre perdido tratándose de encontrar. En ambos lugares la experiencia se relaciona con lo inmediato y lo desconocido.

Me enteré de la primera fiesta de Ligue Regio porque regularmente veía las fotos y sus relatos. He ido a dos: el Cotorreo de las gorras y el Cotorreo del Noreste Caliente. Ambas fueron en una casa muy cerca del centro de Monterrey. A cada una fui acompañado por amigos distintos. Desde la primera vez advertí que el “cotorreo” de Ligue Regio era una especie de disneylandia para aquellos que fantaseaban leyendo sus relatos, y no se atrevían a tener sexo con un desconocido o quizá a ofrecerse para dar o recibir un blowjob en un baño público, sin morirse de miedo de ser sorprendidos. La otra mitad de los asistentes eran curiosos que esperaban más depravación que la acontecida: según me dijeron algunos con los que conversé. Así que se iban o se quedaba con ganas. Ligue Regio promociona sus “cotorreos” de acuerdo a un nivel de confianza y privacidad entre los asistentes: pide que nadie tome fotos, lo cual sorpresivamente se cumple. Y explica que a sus fiestas llegan los habitantes de Narnia, los del clóset.

Publicidad

La casa estaba dispuesta para un evento privado. En un recibidor de muebles de vinipiel oscura estaban unos chicos de alquiler, en tanga, dando la bienvenida, y enseguida el tipo que cobraba la entrada. Si accedías desnudo, pagabas la mitad. Justo a unos pasos, atravesando un diminuto pasillo, estaba ya el cuarto oscuro. En el patio había un DJ que organizaba concursos que fracasaban de inmediato por la apatía de los asistentes. Se vendía cerveza o, incluso, podías acceder con tus propias bebidas alcohólicas. Era como una kermesse pero sin bodas de mentiras ni niños rompiéndote huevos con harina. Los chicos de alquiler se paseaban por todas las áreas de la casa, ofreciendo una hora de placer a cambio de una cantidad. Incluso, a veces los podías ver en el cuarto oscuro haciendo lo mismo por lo que cobrarían afuera, en la comodidad de un cuarto privado. Esta misma contradicción entre lo público y lo privado le ocurre a Ligue Regio como personaje cuando pide no hacerse fotografías en sus fiestas mientras en su página sube fotos de regiomontanos a los que supongo no le habrá pedido permiso para esparcir su imagen. Internet, el virus mayor.

Volviendo al cotorreo, el cuarto oscuro tenía una cama enorme al centro pues se trata de una habitación de uso común, además de un clóset abierto donde se escondían los más aventajados y dos cómodas donde se sentaban los que querían observar. ¿Observar? Claro, la ventaja (y la desventaja) de ese cuarto oscuro es que de pronto alguien rebotaba contra la pared y encendía el interruptor de electricidad: y ahí estábamos todos viéndolos. Rostros sudados por el calor regiomontano. En medio de ese trajín de cuerpos recuerdo a una jota de lo más pícara y honesta, diciendo mientras agarraba el paquete de alguno: qué grande la tienes, déjame chupártela. Entonces veías su sombra bajar y, casi enseguida, interrumpía sus movimientos y añadía: ah, pero tú la tienes más grande, tú sí que la tienes enorme, a ver, déjame agarrar al de a lado, a ver, quítate. Entonces una risa colectiva porque la jota se burlaba de todos y se salía del cuarto oscuro, gritando, para que oyéramos bien: aquí puro micropene, maricones, voy a buscar algo bueno al patio.

Publicidad

Esa primera fiesta marcó pauta para no planear mi regreso. Sin embargo, tiempo después un amigo me escribió para decirme que estaba en Monterrey porque había venido justamente para asistir a la fiesta de Ligue Regio (los fans envían fotos con el nombre de LR y la ciudad de procedencia). Lo acompañé porque ya conocía la jugada. En esa segunda ocasión encontré exactamente el mismo diseño: austero, chicos de alquiler, música en el patio, cuarto oscuro y caliente atmosférico. En el primer cotorreo me había defraudado que se había propuesto un performance que terminó siendo el show de un imitador de Juan Gabriel. En el segundo, el mismo show. Aunque sinceramente esperaba que hubiera algo más candente ya que esa segunda vez el tema era el Noreste Caliente: había muchos vaqueros y potranquitas. Además de una pareja de invidentes que parecía pasárselo como bomba. Terminé metiéndome al cuarto oscuro y, en una de esas que alguien rebota contra el interruptor y hace la luz, tenía junto a mí al imitador de Juan Gabriel relamiéndose los labios y echándome mano en la entrepierna.

La organización de comunidades de diversidad sexual es tan difícil (o quizá más que) como la planeación de fiestas. Lo que a unos les parece intenso, a otros les parece una parodia. En Monterrey hay mucho ligue y muchos tipos de hombres con los cuales irse a la cama. Y cuando digo “cama” sepan ustedes que puedo referirme a una cabina de baño público, una fachada de una casa a lado de alguna cantina, un motel de dos horas, una bodega de discoteca rentada por el barman como palacio para el sexo duro y veloz. Pásele, pariente.

@OscarDavidLopez

Anteriormente:

Fiesta gay en Monterrey I: Pelea desnudo

Lee más en nuestra columna gay semanal Gracias por su preferencia sexual.