Fotos de mi papá, el científico aficionado

​Cuando era pequeño, los cajones de mi padre estaban repletos de botellas de vidrio cafés. Tenían pegadas etiquetas de advertencia con la imagen de una cráneo con tibias cruzadas y de ellas emanaba un olor agrio y extraño. "Graham, estos no son juguetes, son instrumentos científicos", decía mientras señalaba las botellas.

Una vez nos sentamos a mezclar explosivos caseros que —ya secos— explotaban apenas algo o alguien los tocaba. Me puse de cuclillas para ver a mi padre revolver la mezcla color morado blancuzco. "Prométeme que no vas a tocar nada hasta que regrese" dijo. Asentí con la cabeza sin dejar de mirar la pasta húmeda.

Diez minutos después, seguía sin apartar la mirada de la mezcla. No me pude resistir. Lo piqué suavemente con un palo. Nada. Lo piqué otra vez. Silencio. Encontré un martillo botado por ahí. Mi padre regresó al garaje justo cuando el martillo iba cayendo directo al polvo seco. Se escuchó una explosión ensordecedora y una nube en forma de hongo color morado cubrió a su hijo de ocho años. Creyó que me había matado.

Llevo mucho tiempo tomando fotografías de mi papá y de sus experimentos científicos. No es un científico profesional. Sólo es un padre que ama las reacciones químicas y las cosas que explotan.

​Aquí pueden ver más fotos de Graham.

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