Fotos inéditas de la tragedia de Armero

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Fotos inéditas de la tragedia de Armero

Aunque Justo Pastor Velásquez asegura haber sido el primer fotógrafo en llegar al lugar, nunca se atrevió a publicar las fotografías.

Panorámica de Armero tomada hacia el mediodía del 14 de noviembre de 1985. La primera avalancha llegó al pueblo hacia las 11:30PM, con una profundidad cercana a los 30 metros, avanzó a 12 metros por segundo y acabó con la vida de las tres cuartas partes de los 28,700 habitantes del pueblo.

Mientras veía la transmisión televisada de los estragos de la avalancha de Puerto Salgar en Antioquia, Justo Pastor Velásquez recordó las imágenes de las que había sido testigo en Armero, hace ya 30 años. La noche de la tragedia, Justo había viajado desde Bogotá para buscar a su cuñado y 40 familiares más que desaparecieron bajo la avalancha de lodo y escombros que borró a Armero del mapa. Aunque asegura haber sido el primer fotógrafo en llegar al lugar, nunca se atrevió a publicar las fotografías. Apenas si fue capaz de revelar los rollos ASA 400 para que no se velaran, guardó los negativos en un sobre y los reservó al olvido durante 30 años. Hostigado de tantos muertos que vio, viró su carrera como fotógrafo de crónica roja hacia lugares menos hostiles.

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Hace dos meses llegó hasta la oficina de VICE con un sobre lleno de fotos nunca antes vistas de aquel noviembre negro de Armero. Finalmente, había encontrado el valor para enfrentarse a la ampliadora y revivir aquellos instantes en que ayudó a rescatar a más de 10 heridos y miró a la cara a todos los muertos que se cruzó esperando descubrir, infructuosamente, algún rasgo familiar. Hace poco nos sentamos con él a revisar sus fotos y a escuchar de viva voz la historia de una tragedia anunciada que, como él suele decir, no debería repetirse en Colombia.

Antes de que amaneciera, Justo fue testigo de los primeros cuerpos que la avalancha arrastró hacia las orillas del pueblo. Algunos pocos sobrevivientes comenzaron a salir del barro para buscar ayuda en la carretera que lleva hacia Guayabal.

Al día siguiente, los sobrevivientes comenzaron a desplazarse hacia el centro urbano de Lérida y Guayabal, cargando pequeños trasteos con los pocos enseres que lograban rescatar.

Las iglesias y escuelas de Lérida y Guayabal se convirtieron rápidamente en los primeros refugios para los sobrevivientes.

Hacia el mediodía, Justo logró subir a un helicóptero de rescate americano, desde donde captó la loza gris que había cubierto Armero.

Personas intentando subir a un helicóptero de rescate luego de que el Gobierno alertara por radio sobre la posibilidad de que se presentara una segunda avalancha.

Una mujer rescatada es transportada por miembros de la Defensa Civil en una chiva de algún municipio cercano a Armero.

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Un sobreviviente es reanimado e hidratado por un socorrista. El barro que lo cubre quema la piel, debido a la alta concentración de azufre, y a medida que se seca se convierte en una especie de yeso. El tiempo no jugaba a favor de las operaciones de rescate.

El barro aún estaba fresco, por lo que las operaciones de rescate y las personas que intentaban salvar sus enseres en el centro del pueblo, caminaban a tientas entre los escombros movedizos y los bultos de arroz y café que la avalancha había traído.

Hacia el 20 de noviembre, una semana después de la avalancha, las operaciones comenzaron a ser cada vez más escasas. Ya el lodo se había secado y por esos días, según Justo, sólo los "vivos" llegaban a lo que quedaba de Armero para saquear entre los restos del pueblo.