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Personalmente nunca había estado en un crucero temático de música, y me carcomía la curiosidad de saber si la experiencia sería tan mágica y ridícula como parece. La idea de estar atrapada en un bote del tamaño de un hotel lujoso por cuatro días seguidos con más de mil metaleros sonaba como una locura, pero resultó ser diferente a lo que yo pensaba. Además, logré ver a Motörhead dos veces en una misma semana.Así que junto con cientos de alemanes transparentes y tipos vomitando sobre mi cabeza, zarpé hacia alta mar sobre el Norwegian Sky, armada únicamente con algunas playeras sin mangas y sin protector solar, algo que resultó ser un error muy grave.
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