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Cultură

Fuimos a Dublín a celebrar el vacío legal de éxtasis

Muchos de los presentes, si no es que la mayoría, se metieron pastillas porque gracias a los dioses, y a Enda Kenny, el éxtasis fue legal en Irlanda por 48 horas.

Nota del editor: La mayoría de los fotografiados hicieron su mejor gesto porque estaban en una "fiesta por el vacío legal de las pastillas" pero no sabemos con seguridad si estaban drogados o no.

Ayer hice muchos amigos. Estábamos en un sótano en el centro de Dublín, dentro de un bar relativamente decente llamado Turk's Head. Turk's Head es la clase de bar que vende mojitos de 160 pesos a oficinistas y turistas que lograron pasar de los bares de las avenidas principales de Dublín. Es el clásico bar donde la gente conoce a sus ligues de Tinder y organiza despedidas en las que algún amigo bebe demasiado y termina gritando cosas ofensivas.

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Pero ayer en la noche la gente tenía una mirada sospechosa, todos chocaban entre sí, se abrazaban y hasta abrazaban las paredes. Había muchas personas en la escalera. Un grupo de chicas se alejó de la pista de baile para tomar un descanso y sentarse en los escalones. Al lado había grupitos de amigos que mascaban chicles invisibles y apretaban con fuerza los puños. Todos hablaban a gritos.

Muchos de los presentes, si no es que la mayoría, se metieron pastillas porque gracias a los dioses, y a Enda Kenny, el éxtasis fue legal en Irlanda por 48 horas.

El martes pasado, el fallo del Tribunal de Apelaciones declaró inválida el Acta de 1977 porque no se consultó al Parlamento Irlandés (Oireachtas) antes de agregar nuevas sustancias. Este error provocó la legalización temporal del éxtasis, la ketamina, los hongos, el cristal y la metcatinona (también conocida como "Jeff"). El parlamento aprobó de inmediato una nueva ley para que la posesión de estas drogas volviera a ser ilegal este jueves.

Por eso la gente quería celebrar antes de que volviera a ser ilegal meterse líneas de MDMA en la calle. Era la única oportunidad que tenía Irlanda para celebrar su "Yokes Day" o Día de las Pastillas (los irlandeses le dicen "yokes" a las pastillas).

Y claro, Turk's Head aprovechó la ocasión para organizar un evento llamado Fiesta por el vacío legal de las pastillas.

El banner del evento en Facebook tenía una imagen del Taoiseach (el primer ministro de Iralnda) Enda Kenny preguntando "¿Tienen pastillas?". Más de mil personas confirmaron su asistencia. Al parecer, a mucha gente le alegró este error legislativo.

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Cuando llegamos, el sótano olía a sudor y estaba lleno personas con los ojos vidriosos que morían por un poco de agua. La fiesta se extendía hasta la calle. Entre la multitud alcancé a reconocer algunos amigos de la escuela, de la universidad y hasta de Twitter. Todos reunidos para compartir esta alegría sintética. Como es Dublín, todos se conocen entre todos y se dan amor. De hecho, era difícil subir por las escaleras sin que te jalaran para abrazarte.

Los tipos horribles que venden pastillas en la parte trasera del bar se veían más feos esta noche, con sus sonrisas retorcidas, sus dientes chuecos, sus ojos entre abiertos y sus sombreros de pescador. Un elemento más en el universo ácido y retrógrada de paz y amor al que regresamos sin querer, un homenaje a una época en la que nacimos pero no podemos recordar.

#Yokes y #Yokegate fueron los hashtags más usados en el Twitter de Irlanda en los últimos dos días. La noticia apareció en todos los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales. Incluso anoche el comediante irlandés Blind Boy, integrante de los Rubberbandits, estuvo al aire en la estación de radio Newstalk 106 y se consagró como héroe nacional tras hablar sobre su consumo de drogas y hacer énfasis en que la prohibición de las drogas demuestra una falta de visión hacia el futuro y que no es más que una solución temporal y poco eficiente a un problema tan complejo como la adicción.

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Blind Boy usó sus bromas para decir algo sumamente importante. En la actualidad, Irlanda sigue con su tradición milenaria de venerar la autodestrucción como si fuera un acto de creatividad. Los habitantes de Dublín se enorgullecen de vivir en una "Ciudad vieja y sucia" donde consumir estupefacientes es una parte fundamental en la adolescencia y donde familias son destruídas por el alcoholismo y la drogadicción. Y como siempre, el gobierno no está preparado para enfrentar esta crisis. Por otra parte, aunque los irlandeses no lo sepan, la metanfetamina se ha vuelto un problema creciente en el país desde hace unos cuantos meses.

Muchos de los que asistieron a la fiesta eran adolescentes o apenas pasaban de los veinte años, como yo. No obstante, a su corta edad, han sido testigos de un gran número de cambios drásticos en las leyes antidrogas. Hubo una época en que era "legal" vender hongos mágicos y pastillas en las smoke shops. También estuvo de moda la mefedrona hasta que la prohibieron a mediados de 2010, y el acontecimiento más reciente es este error legislativo.

"Recuerdo muy bien las smoke shops", me dijo un amigo el otro día. "De hecho hice mis prácticas profesionales en una de estas tiendas". La gente que hacía fila se veía muy normal. Todos los días fumábamos Spice Gold, una especie de cannabis sintético. Era asqueroso".

Los organizadores de la fiesta eran un montón de niños-adulto con patinetas y chicas con el cabello planchado, tacones altos y vestidos cortos. Me acerqué al que parecía el líder y le pregunté qué opinaba sobre el error que cometió el gobierno.

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"No quiero que de aquí a diez años, cuando me pregunten qué hice hoy, les responda: 'Nada. Me fui a dormir temprano'", explicó. "Cada quien decide si quiere consumir drogas o no. Lo único que hago es ayudarlos en caso de que quieran".

Después nos presentó a uno de sus amigos, quien, por cierto, nos regaló tres pastillas "mono amarillo".

"Yo digo que las pastillas deberían ser ilegales para que no se las coman los ñoños", dijo entre risas una persona afuera del bar. Un sacaborrachos con una linterna en la mano bajó por la escalera. Me pregunto qué estaba buscando. ¿Habrá una droga que no abarque este vacío legal? ¿Será capaz de diferenciar entre toda la variedad de polvos blancos a simple vista? ¿Acaso es la versión humana de la enciclopedia de drogas Erowid? ¿Podrá diferenciar entre la ketamina y la coca con tan poca iluminación?

De pronto llegó a mis manos una bolsa de ketamina. La última vez que vi que la consumían en público fue en una de esas cantinas que abren desde las 7AM.

"Este acontecimiento demuestra la inconsistencia de la leyes", comenta mi amigo Luke.

Tiene razón: estamos acostumbrados a que el gobierno nos lave el cerebro con excusas para que no hagamos nada. Por ejemplo, es necesario hacer referéndums para saber si el pueblo irlandés en realidad quiere que se aprueben cosas como la legalización del aborto y el matrimonio gay. Sin embargo, el gobierno tardó un día en prohibir las pastillas sin preguntarnos si queremos o no.

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Los organizadores de la fiesta por el vacío legal prometieron que, por cada persona que asistiera a la fiesta, donarían un euro para ayudar a los indigentes. Al parecer eso atrajo a más gente. La fiesta se estaba saliendo de control. De hecho, afuera había un grupo de personas cantando On Raglan Road, que es como la canción clásica que cantan los viejitos cuando toman mucho whiskey.

Un grupo de chicas de clase alta se detuvo a escucharlos y no sé cómo ni porqué pero se llevaron bien. Algunos se pusieron a bailar con pasos tambaleantes. Otros se sentaron sobre la banqueta y se tomaron de los brazos.

Esta noche fue lo más parecido que haya visto a una Irlanda alternativa. Una Irlanda donde todas las drogas, o al menos la mayoría, son legales. Un mundo donde nosotros, los irlandeses que trabajan como becarios permanentes o que dependen del seguro para desempleados pueden usar químicos de forma legal para crearse una ilusión de esperanza.

Todos los que vinieron a esta fiesta eran universitarios que se mueren de hambre o que ya salieron de la escuela y están luchando por encontrar trabajo. Era como volver al útero pero con luces parpadeantes.

Me puse a platicar con una chica en el baño. Dijo que empezó a comer pastillas hace apenas dos meses y que ahora pasa tres semanas al mes drogada. También me contó que sus favoritas son las "fantasmas azules" (que son mortales según los medios de comunicación, pero a nadie le importa). Al parecer ya no le hacen tanto efecto pero no está segura si es buena idea duplicar la dosis.

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También conocí a su amiga Sinead que se mudó a Toronto, Canadá, y vino de visita por una semana. Las pastillas le ayudaron a acelerar el proceso de volverse a llevar bien con sus viejos amigos. Está avergonzada. Dijo que ahora trabaja tiempo completo y que ya no consume drogas. "En general no me pongo tan loca", dijo y después caminó hacia la puerta.

Ya era un poco tarde y la fiesta se estaba apagando. Un tipo obsesionado con las teorías de conspiración dijo que el impuesto al agua tiene algo que ver con el vacío legal y que lo único que quieren sacarnos más dinero. Otro se puso a hablar sobre los problemas que han acarreado las "drogas legales" anteriores y que, según esto, "la mefedrona lo jodió". Sus amigos dijeron lo mismo del alcohol: "La semana pasada me peleé con un güey porque estaba muy ebrio. Cuando regrese a mi casa, me sentí una mierda".

Todos sabemos que las drogas dañan el autoestima y la salud en general. Lo único bueno de las pastillas es que te vuelven más sensible.

El tipo que se sentía de la mierda cuando llegó a su casa me pidió prestado un cuaderno y se puso a dibujar una calavera con un mohicano. Me acerqué al patrocinador del bar, quien por cierto aún se veía fresco a las 3AM, y le pregunté por qué decidió organizar una fiesta para celebrar el error más reciente del gobierno.

"Queríamos recordarle a la gente que todo va a estar bien".

Cuando me subí al taxi para ir a casa me di cuenta que me veía igual a la calavera de mi cuaderno. Al lado del dibujo estaba escrita la siguiente frase: "Jesús, todos estamos en éxtasis". Pero no por mucho. Al menos no de forma legal.

@RoisinTheMirror