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Del clóset al podio

A lo largo de la historia, muchos han sido los deportistas afamados que se esconden en un disfraz de heterosexual siendo homosexuales.

El año en que Mubarak era elegido presidente de Egipto, se formaba en Los Ángeles la banda Metallica, Bob Marley fallecía, MTV emitía su primera transmisión con el vídeo del grupo británico The Buggles, Video Killed the Radio Star, y en lo cines se estrenaba An American Werewolf in London, de John Landis, Martina Navratilova, la famosa tenista checa, abría la ‘maldita’ puerta del clóset en la que se escondían varios deportistas famosos.

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Era 1981 y los atletas homosexuales de reconocido prestigio no se atrevían a confesar su orientación sexual por miedo al rechazo de los patrocinadores, a ser juzgados por la conservadora sociedad de aquellos tiempos, a ser incinerados por la prensa o apedreados por la calle.

Sin embargo, Navratilova, a pesar de que su irónico padre asegurara que hubiese preferido que su hija hubiera sido prostituta y no lesbiana, se convirtió en la heroína de los atletas marginados.

Detrás de la ‘hereje’ checa, salieron algunos otros, como el futbolista inglés Justin Fashanu, quien defendió los colores de 18 equipos y se convirtió en el primer jugador negro en firmar un contrato de un millón de libras con el Nottingham Forest. El terror llamó a su puerta en 1990, cuando se quitó la máscara y proclamó a los cuatro vientos su homosexualidad, lo que le costó un océano de desprecios e insultos por parte de los cortos de mente y colegas de profesión.

El singular caso del quizás mejor saltador de trampolín, que fue portada de la revista Playgirl en 1987, también recorrió las redacciones de todo el mundo. Greg Louganis, en 1994, y tras un exitosa carrera en la que cosechó cuatro medallas olímpicas, reveló su homosexualidad y aprovechó la gran ocasión para anunciar su participación en los Juegos Gay de Nueva York.

Un año más tarde, y después de que a más de uno le diera un ataque al corazón al escuchar la ‘inaudita’ declaración del atleta estadounidense, Louganis reconoció que padecía SIDA desde el año '88, lo que escandalizó al ignorante mundo del deporte después de recordar el incidente en el que el deportista se golpeó la cabeza en los Juegos Olímpicos de Seúl 88’ y dejó la alberca teñida de sangre fresca.

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La NBA no se salvaría de las vergüenzas cuando John Amaechi se declaró homosexual en 2007. ¿Cómo podía existir un jugador gay en un mundo en el que la virilidad se declaraba autoritaria, la razón se ausentaba y la inteligencia estaba limitada por la supuesta masculinidad de los profanos?.

El baloncestista británico, libre de pecados, publicó su orgullosa homosexualidad en el libro Man in the Middle, en el cual relataba la discriminación en el mundo de la canasta, evidenciaba sus escondites, entre los que se encontraba un bar de penes, y en el que denunciaba la homofobia del semental Kart Malone.

Los gays también llegaron a los Juegos Olímpicos de Pekín, en donde cateaban como delincuentes a los periodistas y en los que la comitiva estadounidense, paranoica hasta las entrañas, prefirió llevar sus alimentos para evitar los positivo por doping tras la amenaza de que en China el ganado estaba adulterado. En aquella cita, sólo un homosexual ganó el oro individual, el australiano Matthew Mitcham. Su éxito en el trampolín de 10 m hubiera quedado en el olvido si no hubiera sido porque, tras recibir la presea, besó a su novio, hecho que la ‘malparida’ televisora NBC intentó censurar.

A lo largo de la historia, muchos han sido los deportistas afamados que se esconden en un disfraz de heterosexual siendo homosexuales. Los espejos en los vestidores no reflejan la verdadera orientación sexual del que se mira en ellos. Los patrocinadores que ensucian las camisetas de los atletas reconocidos, y que proyectan la imagen de hombres y mujeres “de bien”, como diría mi vecina ‘la fresa’, no fichan a ‘desviados sexuales’.

La sociedad se horroriza cuando las apariencias engañan, pero no cuando los deportistas que se dicen ‘heteros’ se besan extasiados al marcar un gol, se abrazan como parejas en el festejo, se tocan las nalgas como si todos fueran Cristiano Ronaldo y se revuelcan en el suelo como si estuvieran follando. ¿Sólo porque se consideran machos o hembras alfa?.