El bajo mundo de los indigentes en Ulán Bator

FYI.

This story is over 5 years old.

Viajes

El bajo mundo de los indigentes en Ulán Bator

Por la mirada de un vasco.

Al fotógrafo Mikel Aristregi le gusta fotografiar las distintas regiones étnicas y más escondidas de Asia. Su serie más reciente, -40/96°, documenta a los indigentes desamparados de Ulán Bator, Mongolia, quienes intentan escapar del frío que se cuela hasta sus huesos viviendo en la completa red de túneles que albergan los ductos de agua caliente de la ciudad. Varias de estas personas son alcohólicas, y se emborrachan con licor mongol de 200 grados de alcohol. Las fotos de Mikel parecen tomadas por un compatriota de esta gente perdida, pero Mikel nació en el País Vasco. ¡Y no parece! Porque sabe perfectamente cómo encuadrar sus fotografías como si fuera él uno de sus sujetos. Lo entrevisté para averiguar cómo rayos le hace para superar estas barreras y tomar estas fotografías tan profundas e íntimas.

Publicidad

Es un honor hablar contigo, Mikel. Eres originario del País Vasco, sin embargo trabajas todos tus proyectos en Asia. ¿Cómo te comunicas con tus personajes? ¿Aprendes el idioma de cada país al que vas, o superas la barrera del lenguaje de alguna otra forma?
Mikel Aristregi: Poder entender a la gente que fotografías es una necesidad básica. Por esa razón, pedí ayuda a Zoolbo, un joven mongol estudiante de inglés que tuvo el valor de salir al mundo. Por lo general intento aprender las palabras básicas para poder decir algo cuando estoy sin mi traductor. Y también porque la gente aprecia ese esfuerzo por aprender su idioma, aunque no sepas mucho, la conexión entre ambas partes es mejor y más rápida. A todo mundo le gusta que otros respeten su cultura.

Definitivamente respetas a estas personas; fotografías culturas casi desconocidas y presentas problemas que pasan desapercibidos en el mundo. En un tono similar, tus sujetos en -40/96° parecen haber alcanzado un punto de solitaria desesperación, asediados por el alcohol. ¿Cómo lograste que estas personas te permitieran fotografiarlas en un punto tan bajo de sus vidas?
Empecé a frecuentar la zona junto al mercado Harhorin, en la parte oeste de Ulán Bator, uno de los dos puntos principales en la ciudad donde se reúnen. Traté de explicarles lo que hacía ahí, y les pregunté si me permitirían pasar algún tiempo con ellos y tomarles fotos, pero la comunicación era muy difícil. Me aceptaron porque creyeron que recibirían algo a cambio, como dinero, comida o cigarros. Querían sacar provecho inmediato a la situación, así que acercarme más a ellos tomó tiempo.

Publicidad

A pesar de tener a un intérprete conmigo, la comunicación era difícil, pues estaban siempre borrachos, se distraían fácilmente y se les dificultaba entender. A veces se ponían agresivos y me pedían dinero con amenazas. Cuando esto ocurría, Zoolbo, mi traductor, y yo teníamos que alejarnos y esperar a que las cosas se tranquilizaran. Su estado de ánimo era impredecible y cambiaba de un minuto a otro.

A pesar de esta inestabilidad, tu conexión con tus sujetos fue un éxito. Como fotoperiodista que cubre temas tan viscerales y fuertes, documentando a personas que parecen necesitar ayuda, ¿alguna vez sientes la necesidad de hacer algo para ayudar? ¿O quieres ser un observador silencioso y no intervenir, para capturar la verdadera naturaleza de su situación?
Siempre intento ser un observador en el contexto general, al menos en un principio. Creo que hay pocas cosas que puedes hacer para ayudar a un grupo tan grande de gente mientras tomas fotos, en el corto plazo. Tienes que seguir tomando fotos y confiar en tu trabajo, confiar en las repercusiones que puede tener en el futuro (quizá llevando a la participación de una ONG, por ejemplo) es la mejor manera de ayudarlos. Por supuesto, entre más te acercas a ellos, es imposible no ayudar, llevar a alguien al hospital, comprarle comida o cosas así. Conforme los días transcurren, empiezas a sentir empatía por algunos de ellos, así que es difícil no ir más allá de las fotos.

Publicidad

Por ejemplo, un joven de 25 años, Enkhbatar, empezó a beber a los 15 años. Sus padres murieron cuando era niño así que pasó su infancia y su juventud con ONGs y en orfanatorios del estado. Ahora vive en las calles. Tiene una hija, pero su esposa no lo deja contactarla. Perdió la vista en un ojo después de una pelea y ahora tiene fuertes dolores de cabeza todo el tiempo.

Lo conocí en un centro evangélico donde intentaba dejar la “mala vida”, como decía él. Una Biblia es el único apoyo psicológico que reciben estos alcohólicos en el centro, así que después de diez días Enkhbaatar huyó del lugar y empezó a tomar de nuevo. Días más tarde, lo encontré muy enfermo, así que lo llevé al hospital y, por supuesto, pagué la cuenta y las medicinas para su tratamiento; no puedes decir que no, ¡no quieres decir que no!

Supongo que al final es decisión del fotógrafo hasta qué grado intervenir. Hablando de historias absurdas, ¿cuál es la historia de la imagen de la mujer con marcas circulares en el cuerpo con las personas en uniforme militar? Encaja con el resto de las fotografías, pero tiene una mayor carga política que el resto de las imágenes.
Sé que es muy impresionante, pero no es lo que la gente piensa; no tiene nada que ver con represión o tortura policiaca. Esos círculos son resultado de una técnica en la medicina tradicional china que consiste en colocar vasos en la espalda para estimular la circulación de la sangre. Esta técnica es muy común en Asia. Fue una coincidencia que esta mujer, arrestada por estar borracha y hacer destrozos, hubiera sido tratada con esta técnica.

Publicidad

Hablando de tradiciones interesantes, he notado algo que me parece muy curioso. Todos los trabajos que aparecen en tu página fueron hechos en diversas partes de Asia. ¿Hay alguna razón en particular por la que te sientes atraído a estas áreas? ¿Fiebre asiática?
No realmente. Hice mi primer viaje largo al sureste asiático porque mi ex novia quería hacerlo. Una vez en Camboya, conocía algunas personas que me trajeron de regreso, esta vez para documentar la vida diaria de los niños de la calle en Phnom Penh. Recibí algo de dinero y me quedé cinco meses ahí. Después, recibí financiamiento de Fotopress para trabajar en Ulán Bator, así que fui ahí. Parece que los viajes y los sujetos están conectados de alguna forma; uno me lleva a otro.

¡Estoy emocionado por ver a dónde te lleva tu siguiente proyecto!

Ve -40/96° y otros fotodocumentales de Mikel Aristregi en su página.