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Gracias por su preferencia sexual

Bultos de macho en el autobús

Lo de hoy es modelar el paquete frente a la cámara.

Las carreteras y las simples avenidas siempre son el clóset perfecto para los machos que andan calientes y con ganas de morder almohada o soplar nucas. Machos, por autodefinición. Machos que en el norte tampoco pueden soñar con una vida junto a otro macho porque simplemente les parece aberrante. Machos calados, dirían las jotas con risa de hiena. Pero hablemos de bultos y transportes.

Las cercanías de Monterrey están llenas de cabrones casados que podríamos decir que su estilo de vida es en vivo y en directo la película Brokeback Mountain, cuando lo que quisieran es su versión porno, la Bareback Mountain, es decir: andar a pelo con otro cabrón macizo y que luego llegaran los compañeros de juerga y zaz… Entonces, en medio de esta zorra zarandeada de putos doble moralistas sólo hay tiempo para la putería.

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Los camiones que van de Monterrey a otros municipios de Nuevo León o incluso a Saltillo son propicios para eso. Se les puede ver en pose de machos pero antojados: abren las patas y se agarran el paquete. Otros en esa misma posición pero dormidos bajan la mano hasta tocarse el culo. Nunca falta la inexperta jotita que cae seducida por la inevitable cachondería. Esto mismo ocurre en los camiones de ruta urbana o en el metro de todas las ciudades: es un lugar sencillo y dispuesto para encontrar pelado.

Cuando vi por primera vez esta forma de ligue yo viajaba constantemente a Saltillo (se encuentra a una hora de Monterrey) porque tenía un novio en la ciudad vecina. Yo tenía dieciocho años y lo nuevo era ligar por internet, entonces fue toda una sorpresa. Vi de todo: pitos erectos saliendo de las braguetas, pitos fláccidos siendo acariciados por sus dueños durante todo el viaje aunque sin lograr erección, cabrones chupándosela a dos a la vez, señoras espantadas porque sorprendían en los asientos de atrás a un menor de edad sobándosela a un vejete.

Recuerdo que me topaba a uno en el viaje de ida y en el de regreso. Era especial porque hubiera sido una especie de inspiración para los dibujos de Tom of Finland: rudo, pelo a rapa, fortachón y con un bigote que en esa época era un eco del todavía Tom Selleck. Aquella vez el ayudante del chofer se dirigió al baño del camión, pasó a mi lado y vio cómo uno se la estaba chupando a otro tan sabrosamente que casi se la arrancaba. El uno era un dibujo viviente de Tom of Finland, y justamente como en su arte, el chofer iba vestido con una gorra tipo agente de tránsito y el otro con un sombrero de vaquero muy apaleado, nada de gala, para qué mentir.

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Aquello que recuerdo tiene que ver más con los sonidos que con lo visual. No sé por qué razón pero dos de los tres que estaban en juego se metieron al diminuto baño. No sé por qué la exclusión del tercero. ¿Qué moralina o enamoramiento puede haber en estos ligues efímeros? Entonces hubo sonidos que antes de que fueran orgásmicos, provenían de azotes y quejidos. No niego que las ideas que me rondaban me acercaron al miedo pero también a cierto placer. No sabía ni conocía la voz de ninguno, entonces pensaba que aquella golpiza era mutua. Una verdadera putiza.

Hace poco hice un viaje de estos. Pero me encontré que ya no es igual. Lo que ocurre ahora es que los cabroncetes aunque siguen igual, con las vergas paradas o dormidas, sobándoselas sin parar, pero ahora ocurre que les gusta exhibirse para ser grabados en videocámaras de teléfono celular en otros transportes como el metro o el microbús. Ya no se trata de señores tapados, sino del morbo: del que mira y del que es mirado. Todo lo hace más amable la tecnología y es posible que se seduzcan los hombres sin que teman ser llamados maricones. Aunque da igual. Seducción es ganas de succión. Y como dicen: sin arrimón no hay abrazo. Y sin bulto… pues habría estos videos:

Bulto en la micro:

Bulto de policía:

Dos bultos en un mismo autobús:

El que se la soba:

Bultón:

Bulto en la terminal de autobuses: