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Cultură

Halley, una metáfora de la soledad y la muerte

Platicamos con Sebastián Hofmann sobre su ópera prima.

Sebastián Hofmann fue el clásico niño que tomó la cámara de video familiar a los diez años y comenzó a grabar cosas con sus amigos. Hasta la fecha, no ha dejado esta actividad. Hijo de fotógrafo y gran fanático del cine de terror, directores como Wes Craven, John Carpenter y David Cronenberg le volaron los sesos, cosa que lo llevó a estudiar cine y arte formalmente.

Hofmann describe Halley como la historia fantástica de un muerto viviente que radica en el Distrito Federal. Conforme su estado de descomposición comienza a avanzar y a volverse más evidente, de pronto ya no puede esconder su condición ante la sociedad. “Halley es un ensayo sobre la angustia cuando se pierde el control sobre el cuerpo y la soledad”, asegura.

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Después de haber estado en algunos festivales, hoy se estrena su ópera prima en algunas salas del Distrito Federal; es por eso que decidimos platicar con Sebastián para saber un poco más sobre su historia de este monstruo chilango.

¿Por qué decides abordar temas como la soledad, la muerte y la enfermedad?
El tema de la piel y el cuerpo siempre han sido una fijación personal. La pregunta filosófica que dice “¿yo soy mi cuerpo o mi cuerpo me pertenece a mi?” me ha dejado despierto más noches de las que quisiera recordar. No me considero un cineasta intelectual y trato de no sobreanalizar lo que hago. Creo que viene desde un lugar mucho más visceral. El tema de cómo se relaciona un enfermo con su enfermedad y cómo éste termina siendo la enfermedad ha sido algo que he tratado de explorar en mi trabajo desde una perspectiva humana. Sin embargo creo que viene de un cierto morbo.

Los personajes de tu película pueden variar de acuerdo a la persona que la está viendo. Para ti, ¿cuál es la historia detrás de Beto, el protagonista?
Alberto Trujillo, el actor que interpreta a Beto, alguna vez me hizo esa pregunta y mi respuesta fue “¡no importa!”. Para mí era importante que la historia comenzara y terminará justo hasta donde empieza y termina la película. Como Gregorio Samsa, el personaje principal de La metamorfosis de Kafka, que simplemente un día amanece y es un insecto gigante. No conocemos la razón de esta transformación, lo único importante son los temas a tratar sin mayor explicación.

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Mencionaste que la sociedad está llena de zombis, ¿a qué te refieres con esto?
En realidad ésta fue la lectura europea de la película y me pareció fascinante. Yo no me considero tampoco un cineasta políticamente o socialmente activo. En ningún momento quise hacer un comentario sobre la sociedad mexicana, pero hay una secuencia que se filmó en el metro en la que el actor se desvanece en un pasillo, y a pesar de que en ese momento se llena de gente, nadie se detiene a ayudarlo.

Esto fue algo real. Cuando filmamos la secuencia, la cámara y el equipo de trabajo era muy pequeño y nadie sabía que estábamos filmando. Yo dejé correr la toma y usé justamente la primera, aunque el foco no es perfecto por que sabía que accidentalmente habíamos logrado un experimento sociológico. Como buen chilango, fue hasta que mostré la película en otro continente que realmente me di cuenta de lo que esa secuencia significaba. Como decía Godard: “yo filmo y luego dejo que los críticos me expliquen mis películas”. ¡Ese sentimiento es la neta!

La película es un poco extraña, ¿a qué tipo de personas va dirigida?
Creo que Halley no entra en una zona gris. La gente la odia o le encanta. Por lo menos ésa ha sido mi experiencia hasta ahora. Halley es una película que toma tantos riesgos que, durante la filmación, pasé por sentimientos encontrados respecto a su futuro. Recuerdo cuando la mandamos al festival de Morelia, estaba nervioso porque nos aceptaran. Una semana después de exhibir en Morelia ya teníamos la invitación a Sundance y Rotterdam. Desde entonces no ha parado el efecto bola de nieve y parte de eso es ahora esta micro distribución comercial en toda la república.

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¡Eso está chingón! Parece que el hilo conductor entre los personajes es la soledad, ¿por qué?
Quise retratar esa parte del DF que siempre me ha parecido fascinante. Cuando voy en el metro y veo a toda la gente solitaria con sus rostros cansados me imagino sus historias personales y así me entretengo. Quizás solo están cansados, pero hay una cierta tristeza en la mirada de un viajero urbano después de salir de trabajar mientras se dirige a su casa.

¿Cuál es la situación del público mexicano? ¿Estamos muy cerrados sólo a las grandes producciones hollywoodenses?
Yo creo que películas como Halley deben exhibirse en foros dirigidos a un tipo de cine que exige y para un público que le exige algo al cine también. Escucho que otros directores dicen que compiten con Iron Man 3. Yo no creo que Halley compita con Iron Man 3, ¡es absurdo! Creo que son dos cosas completamente distintas. Veo un futuro lleno de salas de cine independientes como Cine Tonalá o centros culturales como la Cineteca Nacional por todo México. Espero que mis próximas películas puedan saltarse los centros comerciales llenos de McDonalds e irse directo a los foros donde esta el público adecuado.

¿Qué hay detrás de la metáfora del cometa Halley?
El nombre de Halley surge un poco por magia y luego una vez analizándolo me di cuenta de que era la metáfora perfecta. Cuando comencé a pensar en la historia de Halley, tuve un recuerdo de un dibujo del cometa que mi abuela me había comisionado en 1986 cuando pasó por última vez, yo tenía seis años. Después me fui a escribir el guión a un rancho de cocos en Yucatán y un día, caminando por Puerto Progreso, vi en un periódico que esa noche iba a haber sobre el estado una lluvia de estrellas causada por polvo cósmico del cometa Halley, entonces pensé que era demasiada coincidencia y bauticé al proyecto así.

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Halley también es un símbolo de inmortalidad. Desde los primeros registros de astronomía se sabe de su existencia, incluso hay una teoría que dice que la Estrella de Belén era el cometa Halley. Es este eterno testigo de nuestros ciclos y la duración entre visita y visita es aproximadamente la duración promedio de una vida humana, entre 75 y 80 años.

¿Por qué decidieron filmar una escena en Groenlandia?
Filmar el final de la película en el fin del mundo fue idea del productor y coguionista Julio Chavezmontes. Cuando escribimos el final resultó ser más una especie de epílogo poético y se necesitaba el lugar mas desolador que podría existir en este mundo. Dimos con este pueblo de pescadores llamado Ilulisat que está 40 kilómetros sobre el Círculo Polar. Tomamos dos aviones largos y una avioneta para llegar, y una vez ahí, a todos nos entró una depresión muy bizarra y se nos descompuso la brújula interna. Estábamos muy desorientados y sólo teníamos tres horas y media de luz al día a menos 30 grados centígrados.

¿Qué tan fácil es conseguir que la industria voltee a ver al nuevo talento?
No sé, en realidad nunca me he considerado parte de la industria. Ni siquiera sé si realmente haya lo que se podría llamar “industria cinematográfica” en México. Yo siempre he filmado las imágenes que creo que deberían existir. Afortunadamente esta vez me apoyó el IMCINE y ganamos el fondo Hubert Bals de Holanda, pero de no haber sido así, igual lo hubiese hecho con una Canon 5D y mis amigos. Yo nunca he bajado la cámara. Si tengo comezón, me rasco y ya está. Es mucho más orgánico ese proceso. Si no estuviese haciendo cine, estaría bailando tap encima del cofre de un Mustang.

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Eso suena divertido. ¿Qué fue lo más difícil de hacer la película y lo más chingón?
Sin duda me hubiese gustado trabajar con un presupuesto más elevado para tener más tiempo de jugar y experimentar en el rodaje. Lo más divertido fue grabar el programa de televisión falso dentro de la película, que es una crítica a la vulgaridad y la misoginia que hay en la televisión mexicana. Lo hicimos en unas horas en un forito con puros compas y fue un momento sin estrés alguno, sólo reímos y payaseamos libremente.

¡Ya sé cuál! Quedó cabrón. Oye, ¿estás trabajando en algo nuevo?
Estamos levantando junto con PIANO, mi estudio creativo, una segunda película que es una comedia bizarra mucho más ambiciosa en escala y en concepto para filmarse en 2014. También estoy trabajando en un ensayo documental que trata de reconstruir los espacios vacíos de la memoria de mi amiga Nicole. Se llama La fuga del sapo y se estará grabando en video a lo largo de este año.

Más información en Halleyfilm.com

@soyalemendoza