Dentro de las jaulas pandilleras

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Dentro de las jaulas pandilleras

Más fotos que Giles Clarke hizo a los pandilleros enjaulados de El Salvador.

Es posible que fliparas como nosotros al ver las imágenes del fotoperiodista británico Giles Clarke de las prisiones pandilleras de El Salvador, donde las condiciones son inhumanas: 30 hombres conviven metidos en una jaula del tamaño de un dormitorio universitario durante meses esperando su juicio.

Lo que no puede pasar por alto es el gran trabajo periodístico que se necesita realizar para tener acceso a este tipo de historias. Por eso obligamos al editor de VICE UK, Bruno Bayley, a hablar con Giles mientras se tomaban una birra en Londres. Pasaron un buen rato, sin embargo, ninguno de los dos se acordaba de la conversación, así que Bruno y Giles se escribieron por mail la semana siguiente para recapitular.

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VICE: Describe los días previos a encontrar las jaulas. ¿Qué viste? ¿A quién conociste?
Giles Clarke: Estuve en El Salvador con Nina Lakhani, una periodista freelance de Inglaterra que estaba cubriendo una tregua de 15 meses entre pandillas, un frágil acuerdo entre Barrio 18 y MS-13. Comenzamos conociendo a políticos, grupos de derechos humanos, y pandilleros reformados que trabajaban para promover la tregua ofreciendo formas de vida alternativas para los jóvenes.

Después de unos días en San Salvador, fui al centro de reunión de una pandilla, un centro que está en un suburbio donde las pandillas viven una a lado de la otra y están separadas por la plaza del pueblo. Pasé la tarde en la plaza haciendo fotos con un par de contactos locales y decidí visitar la comisaría para ver cómo les había afectado la tregua. Pregunté si podía hablar con alguien con autoridad sobre la situación del pueblo.

Fui de paseo con una patrulla de policía. En los siguientes días, volví al pueblo para patrullar de nuevo y para acercarme al capitán, quien finalmente me mostró las jaulas.

Entonces, ¿cómo pasaste de entrevistar a políticos mediáticos y ONGs a llegar a ver algo que claramente las autoridades querían ocultar?
Fue una combinación de trabajo, paciencia, suerte, y conexiones. Tuve la fortuna de conocer a un capitán de policía solidario que me dio acceso. Lo intenté por vías oficiales y no me dieron permiso para hacer las fotos dentro de las prisiones. Las autoridades obviamente no querían fotos, dadas las condiciones en las que tienen a los prisioneros. Además las jaulas están en la parte trasera de una estación de policía provincial a 32 kilómetros de San Salvador. Hay violencia de pandillas en toda Latinoamérica, así que asumo que las "jaulas" están en todos lados.

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¿Crees que esto va a afectar la posibilidad de volver a trabajar en la región, por la policía o el gobierno? ¿Esperas que la exposición de estas fotos obligue a la policía a revisar esta situación?
No lo sé. No me puedo preocupar por las posibles consecuencias que las fotos puedan tener en mí. Por supuesto, espero que obliguen a llevar a cabo una revisión judicial de los métodos de encarcelamiento usados, estos hombres son tratados como animales y aún no tienen un juicio. Simplemente les hacen esperar --en algunos casos durante más de 18 meses-- una fecha de juicio y no se les da acceso a un asesoramiento legal. Espero que eso cambie. ¿Tú no?

¿Has tenido la misma suerte en situaciones similares a ésta anteriormente?
Tuve mucha suerte de estar en el lugar preciso en el momento preciso. No tenía idea de que había jaulas en la parte trasera de la comisaría. Hablé con el capitán unos días. Eso fue lo que me llevó ahí, supongo. Él quería que las viera. Después de mi tiempo con los prisioneros, regresamos a su despacho y mostró frustración por la falta de recursos que lo hacen tener a más de 100 hombre enjaulados en el patio. Ha estado en esta estación durante 17 años, y dice que las cosas están empeorando. Supongo que por eso me dejó entrar.

Cuanto más se mete uno en una historia, es más probable que algo interesante aparezca. Ya sea un retrato sincero o huir durante días enteros en tierras de pandillas. Me gusta pensar que cazar fotos es más fácil cuando uno trata de explorar la historia a profundidad.

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¿Te ayudó el viajar junto a otro periodista?
En los últimos tres años he conseguido manejarme solo en el campo de trabajo. Me ayuda a llegar a donde necesito ir. Por supuesto necesito protección en algunos lugares, pero encuentro que trabajar solo me permite ir en cualquier dirección en momentos como el de El Salvador. Ocasionalmente trabajo con escritores u otros periodistas, pero puede ser frustrante en el momento de decidir por la seguridad de los demás. Idealmente evalúo la situación y si es peligrosa, ideo la mejor manera de tener las fotos más fuertes sin hacer enfadar a nadie y sin que me disparen.

¿Parecían tomarse en serio la tregua los pandilleros con los que hablaste?
Sé que la mayoría de la población quiere ver a los pandilleros encerrados hasta que se pudran. Y lo entiendo, pero en mis viajes he aprendido que muchos de estos prisioneros son tratados como peones políticos. No hay duda que han cometido delitos y puede que merezcan estar encerrados, pero debo cuestionar todo el sistema judicial cuando veo las condiciones y especialmente cuando un capitán de policía (que arriesga su trabajo y su pensión) se sincera conmigo.

El problema aquí es que las pandillas han tomado una nueva dirección y quieren que la gente se entere. Tratan de ser mejores y todos debemos respetar eso. Hay un problema sistemático en las operaciones judiciales del país cuando los políticos y legisladores lamentan la violencia pero no hacen nada para ayudar a esos pobres jóvenes en áreas sin oportunidades de empleo. Las prisiones superpobladas se convierten en terrenos para formar nuevos reclutas y sin reforma no puede haber un buen resultado.

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Dejaste el país poco después de ver las jaulas de pandilleros, ¿no? ¿Sentiste que las autoridades podían confiscar tu material?
Cuando estaba hablando con uno de los prisioneros por las rejas, --un jefe pandillero llamado Henry, alias "El Sucre"-- los guardias se pusieron muy  nerviosos y el capitán me dijo que me debía ir. Vi al capitán y le dije, "No hay problema", pero pregunté si podía volver al otro día con una grabadora, porque quería continuar con la entrevista.

Desde ese momento en adelante, todo empeoró. Supuestamente, cuando me fui, los guardias (no el capitán) le dijeron a Henry que yo no volvería. Henry enloqueció y amenazó a los guardias y a sus familias. El capitán se dio cuenta de que estaba perdiendo el control de la situación y llamó al cuartel general de San Salvador para pedir refuerzos. En lugar de eso, mandaron al Jefe del Departamento de Prensa, y a otro oficial. Volví a la mañana siguiente y había guardias armados en la entrada de la comisaría. El capitán me hizo esperar media hora en la recepción. Noté que habían cambiado a todos los guardias. El capitán me vio y me dijo que era peligroso para mí estar ahí. La influencia de "El Sucre" en esta zona era poderosa y aunque no había razón para preocuparme por él, el capitán me dijo, "las autoridades vienen en camino y pueden causarte problemas". Así que pensé, Mejor me voy a la mierda.

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