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¿Nos extrañaron?

'Joy Division, New Order y yo'

La biografía de Bernard Sumner era quizá la más esperada en el mundo de la música después de la de Morrisey.

Existen arranques memorables y este: "Los Angeles produjo a los Beach Boys. Dusseldorf a Kraftwerk. New York a Chic. Manchester a Joy Division". Con esta categórica declaración de principios abre New Order, Joy Division y yo de Bernard Sumner, quizá la biografía más esperada del mundo de la música después de la de Morrissey. Si bien es cierto que la historia de Ian Curtis ha sido varias veces contada, una de ellas, Touching From a Distance, a cargo de su mujer Deborah, además del documental Control de Anton Corbjin, y el relato de Peter Hook, hacía falta la versión de Bernard. Pero este libro no es otro gimoteo más sobre el terrible y hermoso paso de Ian por la tierra. Es un inside job de varias décadas musicales por parte del integrante de dos de los conjuntos más significativos de la historia.

Ver a Ian retorcerse en la televisión a finales de los 70's fue un momento definitorio no solo para la generación post-punk, sino para toda la cultura occidental. Un acto comparable solo con la aparición de Elvis Presley en la televisión durante la posguerra. Con la única diferencia de que los movimientos de Curtis anunciaban la catástrofe en la que se convertiría el mundo contemporáneo. Sumner fue testigo de cómo la historia se dividió en dos tras este acontecimiento. Con el suicidio de Ian murió una época. Pero la guitarra de Joy Division eligió otro camino. Fue así como surgió New Order. Las memorias de Bernard descubren a un tipo inspirado, zen en bastantes aspectos pero fiel a los reclamos de la era. No solo fundó un sonido —fueron dos, en realidad— sino que redefinió el rumbo de la música de las próximas décadas. Ser el responsable de estos dos prodigios no convirtió a Bernard en una estrellita de rock. New Order, Joy Division y yo delata aún al chico de la sombría Manchester que dio origen a todo: agradecido por la oportunidad de continuar haciendo música a sus sesenta años, recién cumplidos en enero pasado. Un gratitud sincera que pocas veces vemos en un músico de tal magnitud.

Esa honestidad se refleja en Joy Division, New Order y yo. Una obra que no llega como testamento. Al contrario, es un monumento a la vitalidad. New Order sacó disco el año anterior, Music Complete. La devoción vertida en sus memorias es la misma que vacía Sumner en sus canciones. Relatos apasionados sobre el pulso de la época, sin perder de vista que es el autor de dos de los mejores documentos pop de la segunda mitad del siglo pasado, Closer y Technique; y de una de las grandes joyas de este: Get Ready. Aun así, la humildad es su herramienta principal para relatar los hechos de manera insobornable.