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lobos

La muerte del Tigre

Sri Lanka masacró a, por lo menos, 40 mil tamiles mientras el mundo miraba hacia otro lado.

Isaipriya, la presentadora y actriz tan amada por la gente, dando las noticias en la televisión tamil. Su muerte conmocionó a todo el mundo.

Los tamiles del noreste de Sri Lanka y gran parte de su diáspora global, veían a una estrella en Isaipriya, conductora y actriz que llegó a simbolizar la resistencia tamil.

Ella era hermosa, además de que presentaba las noticias en televisión y actuaba en musicales románticos tamiles en los que cantaba alabanzas a los héroes de guerra de los tigres tamiles y a los atacantes suicidas que alineaban sus lanchas llenas de explosivos al lado de los barcos de la Marina ceilandesa. Isaipriya era respetada y admirada no sólo por la gente de Vanni, la pequeña región al norte de Sri Lanka donde las fuerzas separatistas de los Tigres de Liberación del Eelam Tamil (LTTE, por sus siglas en inglés) crearon un estado de facto, sino también por los tamiles de todo el mundo, quienes tuvieron que huir de su tierra natal tras décadas de discriminación que desembocaron en masacres por parte de los cingaleses, el grupo étnico más fuerte del país.

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"Era una mujer adorable", dijo Benjamin Dix, quien fuera enviado de las Naciones Unidas en Kilinochchi, capital administrativa del Estado tamil. Dix conocía a Isaipriya y entendía la ambigüedad moral de su mensaje. "Ella era muy buena y respetuosa, pero al mismo tiempo era símbolo del movimiento de los tigres, que era algo duro y brutal y totalmente enfocado en su objetivo de hacer al Eelam Tamil un estado autónomo dentro de Sri Lanka", añadió.

En octubre de 2008 la ONU ordenó a Dix y a otros empleados internacionales que salieran de la región debido a que el gobierno de Sri Lanka, encabezado por el presidente Mahinda Rajapaksa, declaró que ya no podía garantizar su seguridad.

La verdad es que a Rajapaksa no le importaba ni un poco la seguridad de los empleados de la ONU. Más bien estaba a punto de lanzar la última ofensiva contra los tigres tamiles y no quería que hubiera un solo observador internacional.

Con la ONU expulsada del país y con la prohibición de entrada a periodistas, el gobierno ceilandés deseaba que lo que pasara en los siguientes 138 días, en los que entrarían a la región tamil, permaneciera secreto: una masacre sin testigos. Sin embargo, claro que hubo testigos, tanto sobrevivientes como atacantes, y todos tenían cámaras y celulares.

Esta guerra sería grabada a detalle y en los últimos años, con la ayuda de periodistas de ceilandeses exiliados —tamiles de la diáspora y sobrevivientes de la masacre— mis colegas del canal de noticias británico Channel 4 y yo hemos estado recopilando, analizando y verificando esta evidencia. Lo que empezó como una serie de reportajes evolucionó a dos documentales para después volverse un documental completo: No Fire Zone: The Killing Fields of Sri Lanka. 1

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El 19 de mayo de 2009, un día después del final del ataque, la Secretaría de Defensa de Sri Lanka publicó en su página web su reporte de guerra en el que registraba los mandos superiores de los tigres tamiles caídos en la ofensiva. Isaipriya fue listada entre las bajas. La ortografía de su nombre era diferente, además de que le habían puesto el rango militar de teniente coronel, pero el mensaje era claro: Isaipriya murió en acción; era una combatiente.

El problema es que, como muchas cosas que el gobierno ceilandés ha alegado desde entonces: todo era mentira.

Cuatro años después recibí la prueba de esta mentira en un video granuloso que mostraba la captura de Isaipriya a manos de soldados ceilandeses. En la grabación de 48 segundos Isaipriya aún aparece viva. Se encuentra ilesa, aunque está parcialmente desnuda, asustada, desorientada y es arrastrada fuera de las aguas poco profundas de una laguna. Desde entonces han emergido más fotografías que la muestran a ella y a una joven de 19 años llamada Ushalini Gunalingam, quien fue arrestada junto con ella; ambas están en custodia y tienen los brazos amarrados por la espalda.

Y luego está el último terrible video grabado por un soldado ceilandés como un grotesco trofeo de guerra. En él Isaipriya y Gunalingam se muestran desnudas, aparentemente fueron violadas y luego, ejecutadas. Un charco de cubre sangre el piso en el que yacen sus cuerpos. "Quisiera cogérmelas otra vez", dice una voz en cingalés.

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Un soldado ceilandés ata las manos de Isaipriya por detrás de su espalda. Más tarde sería violada y ejecutada.Las fotos para este artículo fueron tomadas por los sobrevivientes como evidencia, y por los atacantes como trofeos de guerra. Éstas fueron enviadas al autor desde diversas fuentes anónimas.

Sri Lanka se independizó de Gran Bretaña en 1948, pero las estrategias coloniales de "divide y vencerás" dejaron un legado cancerígeno en el país. Cuando los británicos se fueron, el poder cayó en manos de la mayoría cingalesa. La minoría tamil enfrentó la discriminación institucional con resistencia no violenta y el Estado a su vez respondió con ataques. La discriminación laboral incrementó, se impusieron restricciones sobre el acceso a la educación y hubo nuevas leyes que hicieron del cingalés, lengua que pocos tamiles hablaban, el idioma oficial. A esto le siguieron ataques violentos y el peor de ellos, en mayo de 1958, cobró la vida de más de 200 tamiles. Fue entonces que emergieron grupos tamiles armados.

El 23 de julio de 1983, una emboscada por parte de un pequeño grupo guerrillero conocido como el LTTE resultó en la muerte de 13 soldados ceilandeses. Los simpatizantes del gobierno usaron este evento para justificar los peores ataques contra los tamiles en la historia del país, un periodo conocido como Julio Negro. Nada menos que tres mil civiles tamiles fueron exterminados en una semana y decenas de miles huyeron a las tierras tamiles del noreste.

Muchos jóvenes se unieron a la insurrección y dedicaron sus vidas a pelear por un Estado independiente: Eelam Tamil. El LTTE rápidamente tomó el control de la insurrección bajo el mando de su enigmático y joven comandante Velupillai Prabhakaran. Éste eliminó y sometió a muchos de sus rivales: la guerra había comenzado.

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Los guerrilleros del LTTE eran brutales pero efectivos. A lo largo del siguiente cuarto de siglo, Prabhakaran construyó un ejército listo para usar a niños soldado y atacantes suicidas contra blancos civiles, así como otros métodos terroristas tradicionales. Su movimiento, lleno de contradicciones, enfrentó restricciones de casta y alentó a las mujeres a que pelearan como iguales; sin embargo, no permitía libertad política, exterminaba a los rivales y exigía completa lealtad hasta el punto que cada combatiente tenía una cápsula de cianuro que debía tomar en caso de ser atrapado. Ya para 2008 el LTTE había construido un Estado autónomo en el norte del país con sus propios bancos, policía, servicios públicos y fuerzas armadas. Incluso tenía su propia estación televisiva, con Isaipriya como su estrella. Sólo que las cosas estaban a punto de cambiar.

En 2008 Rajapaksa se preparó para lanzar una última ofensiva brutal contra los tigres tamiles. El 2 de enero de 2009, la capital tamil Kilinochchi cayó cuando los tigres abandonaron la ciudad y se dirigieron hacia el noreste.

Para mediados de enero de 2009, con los tigres rendidos y desesperanzados, el gobierno de Rajapaksa declaró la primera de las llamadas "zonas libres de fuego" en las que alentaron a que se reunieran hasta 400 mil tamiles "por su propia seguridad". Sólo que en lugar de proteger las zonas, las fuerzas oficiales las bombardearon implacablemente, aunque siempre insistiendo —de manera totalmente inverosímil— en que tenían una política de "cero bajas civiles".

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Miles de tamiles murieron en lo que algunos llaman un genocidio. Los episodios de la masacre fueron preservados en cortos videos subidos al internet en muy baja resolución que fueron tomados con celulares durante los cortos periodos sin bombardeos.

En uno de los videos, dos niñas esperan en el búnker en caso de que haya más bombardeos, gritan aterradas y angustiadas y frente a ellas hay varios muertos y heridos graves. Después una de las niñas reconoce a uno de los cuerpos frente a ella. "¡Mamá!", grita.

En otro, una familia se abraza en un búnker poco protegido. Las bombas caen cerca. "¡No grabes!", le grita una mujer a su hijo. "Por favor, entra al búnker. ¿Qué vas a hacer con el video? ¡Los están matando a todos!" El camarógrafo sigue grabando.

En los hospitales improvisados dentro de primarias abandonadas, el sufrimiento era terrible. Una crítica escasez de antibióticos y anestésicos causaba dolores incalculables y demasiadas muertes innecesarias.

Vany Viji, una joven tamil londinense que visitaba la región y que se quedó atrapada en la guerra, fue una de las personas que se ofrecieron como voluntarias en el último hospital. Aún sigue traumatizada por aquellos días y recuerda cómo ayudó a tranquilizar a un niño de siete años a quien el doctor, sin anestesia, le cortó un brazo y una pierna, ya que una bomba se los había destrozado. "Le tapaba la boca para que no gritara", afirma.

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Un reporte de la ONU concluyó que el gobierno les negó suministros humanitarios deliberada e ilegalmente. Al mismo tiempo las fuerzas oficiales bombardeaban hospitales, matando a cientos de personas.

No obstante, los tigres tamiles también eran cómplices de este sufrimiento. Había reportes que decían que los guerrilleros disparaban a los civiles tamiles que intentaban escapar de los campos de exterminio para probar su suerte con el ejército. A pesar de haber sido olvidado en tiempos de paz, el servicio militar obligatorio para niños y adolescentes volvió a ponerse en marcha para que los chicos fungieran como trabajadores y soldados. A seis años del suceso, aún no hay una cifra clara del número de muertos.

Las camionetas y tractores que llevaron a la zona libre de fuego fueron quemados o

abandonados.

Para el 17 de mayo de 2009, la zona libre de fuego ya había sido invadida. En ella vivían decenas de miles de civiles. Los soldados ceilandeses, cansados de la guerra pero alimentados por la retórica chovinista de sus comandantes y líderes políticos, se embarcaron en una grotesca serie de violaciones y asesinatos.

Esto es algo que sabemos gracias a que los soldados, quienes inconscientemente ilustraron la cultura de la impunidad dentro de la que operaban, registraron los horribles crímenes con sus cámaras y celulares. A lo largo de los últimos cuatro años ha emergido más y más material de este tipo.

El primer video fue revelado por un grupo llamado Periodistas por la Democracia (JDS, por sus siglas en inglés), que es una red de periodistas ceilandeses exiliados que vinieron a Channel 4. Éste muestra prisioneros atados, desnudos y con los ojos vendados que son aventados al suelo para luego ser ejecutados a sangre fría con un tiro de gracia.

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Después obtuvimos material que mostraba los momentos posteriores a otra ejecución. En él, uno de los muertos fue identificado como Balachandran Prabhakaran, el hijo de 12 años del líder de los Tigres Tamiles, Velupillai Prabhakaran.

El niño se halla en el piso rodeado por cinco hombres ejecutados que, se cree, son sus guardaespaldas. Sin embargo, lo que resulta más perturbador son las heridas de bala en el cuerpo. El niño recibió cinco disparos. La primera herida, en la parte izquierda del pecho, está rodeada de un patrón moteado, lo que significa que la pistola estaba sólo a centímetros de su pecho cuando le dispararon. Los otros disparos, que le entraron en un ángulo más superficial, sugieren que fueron posteriores a ese primer tiro letal. El gobierno negó que sus fuerzas fueran las responsables de la ejecución del niño, así como también negó haber asesinado a Isaipriya.

Pero luego, gracias a JDS, obtuvimos otras dos fotografías. Éstas muestran a Balachandran vivo dentro de un búnker gubernamental aparentemente bajo la custodia de un militar de Sri Lanka. Balachandran mira ansiosamente hacia arriba, como un niño perdido en un supermercado. Los metadatos codificados en los fotogramas sugieren que éstas fueron tomadas tan sólo dos horas antes de las otras en las que aparece muerto. Al parecer el niño fue puesto bajo custodia y alimentado, antes de ser ejecutado.

Hasta el momento ni una sola persona ha sido acusada y ni Rajapaksa ni su hermano, el secretario de Defensa, Gotabaya Rajapaksa (naturalizado estadunidense) han enfrentado consecuencias. Un reporte de la ONU concluyó que al menos 40 mil tamiles han muerto, en su mayoría como resultado del bombardeo por parte del gobierno. Un reporte de la ONU sugirió que la cifra real podría alcanzar los 70 mil muertos.

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En enero de este año, la creciente corrupción y nepotismo del gobierno de Rajapaksa finalmente mostró ser demasiado atroz incluso para los cingaleses y, con la ayuda de los votos tamiles, Sri Lanka logró sacarlo del poder. No obstante, aunque el nuevo gobierno prometió llevar a cabo una investigación interna, también promovió y reintegró a mandos militares acusados de ser los responsables directos de estos crímenes.

Para los tamiles, tal proceso significaría un último insulto: la justicia del vencedor sobre un pueblo vencido. Mientras tanto, un reporte ordenado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU fue retrasado hasta septiembre y algunos temen que la convocatoria a un ajuste de cuentas internacional en realidad no sirva para nada. A pesar de que la evidencia está frente a los ojos de todo el mundo, la búsqueda por la justicia está muy lejos de llegar a su fin.

Balachandran Prabhakaran, el hijo de 12 años del líder de los tigres tamiles, bajo custodia dentro deun búnker del gobierno de Sri Lanka. Unas horas después lo fusilarían.

Heridos y moribundos al lado de cadáveres esparcidos en el limitado espacio de los hospitales improvisados.


1 Zona libre de fuego: los campos de exterminio de Sri Lanka. [N. de la T.]

Callum Macrae es director de la película No Fire Zone. Este reportaje fue generosamente financiado por el Centro Pulitzer para Reporte de Crisis.