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La periodista mexicana con un ‘botón de pánico’ por si la secuestran

Para Anabel Hernández, la protección del gobierno federal es un una burla y teme por su vida.

Anabel Hernández es una de las periodistas más reconocidas en México, y actualmente trabaja para Proceso y la revista digital Reporte Índigo. Al menos desde 2008 ha estado en el radar de los oficiales de la ley más corruptos y poderosos, luego de que publicara un primer artículo sobre Genaro García Luna, en aquel entonces mano derecha de Felipe Calderón en la guerra contra el narco, y titular de la AFI. Anabel reveló que García Luna contaba con lujosas casas y enormes propiedades que excedían por mucho lo que debería poder comprar con el salario de un humilde servidor público; Anabel dio seguimiento a esto y en 2010 publicó Los señores del narco, una historia de 588 páginas sobre la mafia de las drogas en México donde exponía a detalle los crímenes de García Luna y su círculo interno de oficiales corruptos. Al poco tiempo, fuentes en la policía federal le advirtieron que el máximo líder de la policía en México planeaba asesinarla y hacerlo ver como un accidente.

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Anabel alertó a las autoridades en la Ciudad de México, quienes le asignaron protección las 24 horas del día a ella y sus dos hijos; hasta ahora. El 26 de abril, recibió una carta del gobierno de la ciudad donde le informaban que su escolta armada sería revocada en junio (no había una fecha exacta en la carta). Su protección, le dijeron, sería ahora responsabilidad de la policía federal, cuyos líderes, según cree ella, están detrás de las amenazas de muerte y ataques contra su vida, por no mencionar el encarcelamiento, la intimidación y, en algunos casos, el asesinato de sus fuentes.

Hace poco la contacté por teléfono en Los Ángeles, donde estaba de gira para promocionar su más reciente libro, México en llamas: El legado de Calderón, y le pregunté sobre el peligro que corre y la absoluta falta de interés del gobierno mexicano por proteger a periodistas como ella.

Jason McGahan: Háblanos un poco de las amenazas en tu contra.
Anabel Hernández: En 2008 empecé a investigar a este grupo policiaco que lleva más de 20 años operando en México, ligados al crimen organizado. Bandas de secuestradores, narcotraficantes, ese tipo de prestaciones criminales. En 2008 empecé a investigarlos y exhibir su corrupción y sus nexos con el crimen organizado. Desde 2008 … estamos hablando de cinco años en los que he sido acosada por ese grupo policiaco encabezado por Genaro García Luna, Luis Cárdenas Palomino y Facundo Rosas Rosas.

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Lo primero que empezó a hacer ese grupo en contra mía es amenazar de muerte y encarcelar fuentes de información. Y estuve publicando, por ejemplo, reportajes como los antecedentes criminales de  Luis Cárdenas Palomino, que era uno de los principales jefes policiacos durante el gobierno de Felipe Calderón. También publique sobre las residencias y las propiedades que Genaro García Luna tenía y que no se justificaba con su sueldo de policía. Es decir que tenía propiedades que no correspondían al sueldo que recibía y se decía que esos recursos venían del crimen organizado. Yo no lo sé. También publiqué cómo funcionarios de la Policía Federal bajo las ordenes de García Luna secuestraba a personas, como fue el caso tan conocido de Fernando Martí, el detenido que fue secuestrado y asesinado en 2008. Los policías que lo secuestraron era gente cercana a García Luna. Trabajaban directamente para la Policía Federal en la Unidad  Antisecuestro.

En el 2010 publiqué mi libro Los señores del narco. A partir de entonces, en diciembre del 2010, yo pude obtener información —porque tenía, por supuesto, fuentes policiacas dentro de la policía, y los que también trabajaban en las investigaciones— fueron fuentes policiacas las que me señalaron que había un plan para asesinarme. Una de esas fuentes me contó que acababa de salir de una reunión en la que había elementos de la agencia federal de investigaciones, que era policía ministerial, donde estos elementos estaban platicando cómo García Luna estaba contratándolos para que me asesinaran, simulando un accidente o un secuestro o un robo, pero que lo último fuera que me mataran y que a cambio les iba a dar mejores sueldos y provisiones en la Secretaria de la Republica Federal. Gracias a esta información, pude tener tiempo de proteger mi vida porque si no hubiera sido enterada por este policía seguramente yo ya no estaría aquí. Sería un número más de periodistas ejecutadas en México. Y cuando obtuve esta información, inmediatamente fui a la Comisión Nacional de Derechos Humanos a levantar la queja, y la Comisión de Derechos Humanos me ha acompañado a la Procuraduría General de Justicia del DF donde levanté la averiguación previa e inmediatamente me pusieron las escoltas.

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Después, en enero del 2011, mi familia sufrió un atentado donde todos fueron encañonados por dos sujetos que presuntamente, aparentemente —yo no lo sé, por eso exigí que se investigara— estaban de la Policía Federal. Amenazaban a mi familia, los encañonaron, no les robaron nada, sólo el propósito era amedrentarlos. Me quedó claro después de esa noche que el mensaje era podemos hacer lo que queramos con lo que más quieres cuando queramos. Ahora, después de ese atroz incidente mi familia vive con escoltas también para proteger sus vidas, para que no sean otras víctimas de un atentado como ése.

Háblanos un poco del Mecanismo de Protección a Periodistas, ¿de dónde viene y qué propósito tiene?
La experiencia con el mecanismo ha sido terrible. Ahora entiendo por qué siguen matando a periodistas en México. O por que otros deciden irse del país. Porque realmente toda la estructura del gobierno [inaudible] recursos únicos que se usan para pagar a esos funcionarios no sirve para nada. El 26 de abril cuando fui a esa reunión en la Secretaria de Gobernación, yo le reproché en ese momento a todos que este mecanismo esté comprometido, que las leyes no se apliquen por sí misma, que las leyes necesitan de hombres y mujeres decididos a aplicarlas. Me quedó claro que el mecanismo está siendo absolutamente abusado justamente para simular hacia el exterior, hacia otros países, que el gobierno si está preocupado por proteger a los periodistas. Es un intento de salvar la cara frente la comunidad internacional que tú sabes es muy importante mantener relaciones internacionales que hablan de la libertad de expresión, porque México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo.

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¿En qué consiste la seguridad que te ha proporcionado el Mecanismo?
Yo las escoltas que tengo me las da hasta este momento la Procuraduría General de Justicia del DF. Esa es la única cosa tangible, real, concreta que yo he recibido de alguna institución del gobierno de México. Por eso yo estaba pidiendo que por favor no me lo quitaran. Porque es lo único que me ha permitido poder estar en México durante los últimos años pese a la amenaza de muerte.

Pero por parte del mecanismo que mantenga el gobierno federal, no seguido absolutamente nada. Lo único que me proporcionaron es un supuesto botón de pánico que no consiste en otra cosa más que un número telefónico que si alguien me está secuestrando, levantando o disparando debo marcar. Y ese botón de pánico sólo sirve para que el gobierno federal sepa cuál fue el último lugar donde estuve antes de desaparecer. No sirve para perseguir a los culpables, no sirve para protegerme. […] Es decir el Mecanismo es una burla. Y todo el mundo debe saberlo.

¿Qué fue lo que impulso el cambio en la protección de te estaba proporcionando el Mecanismo para la Protección de Periodistas con respecto a tu caso?
Debo contar que yo ingresé al Mecanismo para la Protección de Periodistas el marzo pasado porque aquí me lo sugirió la Secretaria de Gobernación porque la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, después de dos años de averiguación previa sobre las amenazas y los planes de presuntamente ejecutarme, de asesinarme, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal el marzo pasado determino que no era competente jurídicamente para seguir con la investigación de mi caso. Entonces quedaría de investigar el caso totalmente la Procuraduría General de la Republica.

Debo decirte que yo, independientemente de la averiguación previa, la denuncia penal que levanté en el Distrito Federal en el 2010, en el mayo de 2011, yo ya había levantado una denuncia penal contra Genaro García Luna como responsable por las amenazas contra mi familia ese año. Cuando el gobierno del Distrito Federal renunció a su competencia, y toda la investigación se fue a la PGR, yo por primera vez pedí a la PGR que se me enseñara mi expediente donde pude comprobar directamente que durante un año y medio la PGR, la fiscalía encargada de las amenazas contra periodistas, no había investigado absolutamente nada sobre mi caso. Nada. No había ni investigado, no había llamado declarar a nadie, no había seguido las pistas de investigación que yo les había dado, de personas que me perseguían, números telefónicos, nunca investigaron absolutamente nada. Entonces mi única opción era inscribirme al mecanismo.

El Mecanismo se supone que iba a resolver esta situación. […] Sorpresivamente, hace una semana el mecanismo informó en un escrito que me manda que el gobierno del DF me va a retirar las escoltas en el mes de junio, sin decirme que día ni qué hora. Aunque el propio mecanismo reconoció —y eso me lo dijo su director vía telefónica, Juan Carlos Gutiérrez—: “Anabel, su situación de riesgo de acuerdo a la evaluación que hicimos es alta”.

Para terminar, ¿qué quiere decir todo esto con el Mecanismo y sobre cómo tu caso relaciona con el peligro que corre cada periodista hoy en día en México?
A mí me consta por lo que he vivido a lo largo de este tiempo que el gobierno federal no le importa sancionar, no le importa castigar, no quiere castigar a quienes amenazan a los periodistas, como en mi caso. El gobierno no quiere meter a la cárcel a los asesinos de periodistas. Lo que ha pasado en los últimos anos es que el gobierno ha sido corresponsable del homicidio de los periodistas. ¿Por qué? Es tan culpable quien dispara el gatillo o quien hace planes para matar a un periodista como el gobierno que permite que eso suceda.