Las antiguas bailarinas de Pigalle

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Las antiguas bailarinas de Pigalle

Pigalle vivió sus últimos años dorados a finales del siglo 19 y a principios del siglo 20. Yo llegué después.

Seguí a Lolo Pigalle por unas semanas en septiembre de 1979. Lolo es la stripper más vieja de Pigalle, un vecindario de París, y ya se retiró. En resumen, me puse en contacto con Lolo a través del movimiento feminista. Es una mujer lista, refinada e inteligente que ama la cultura. Todos en el vecindario la respetan. Cuando iba a clubs nocturnos con Lolo, era intocable. Podía entrar a todos lados. No me pregunten por qué, no lo sé.

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El vecindario tenía una atmósfera triste y sombría, igual que en este tipo de lugares. Nunca quise entrar por cuenta propia. Yo era un fotógrafo y esto era un sujeto que tenía que documentar, como cualquier otro. Ya había entrado a sex shops, como cualquier otra persona. También había ido a uno que otro peep-show sólo por curiosidad. Y las prostitutas…lo acepto, también ya lo había intentado.

Pero nunca tuve el dinero para ir a clubes —y sigo sin tenerlo—. En el tiempo que trabajé en Pigalle con Lolo, me di cuenta que muchos hombres están dispuestos a pagar lo que sea en pleno día a cambio de unas cuantas caricias y un striptease. Pero aún no logro entender por qué.

Durante ese tiempo en Pigalle, conocimos a muchos turistas que iban de fiesta y vándalos que acababan de robar —por cierto, así es como los atrapan normalmente porque la policía tiene informantes en estos lugares—. No era un lugar muy elegante. La revolución sexual todavía no llegaba al vecindario. En París había bares con más clase, por ejemplo, cerca de Campos Elíseos. Ahí, las estrellas de cine y los jefes gastaban —y siguen gastando— miles de francos todas las noches.


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Cuando mis padres llegaron a Francia desde Túnez a principios de los años 70, se mudaron a Barbès-Rochechouart, cerca de Pigalle. No me fui a vivir con ellos pero los visitaba muy seguido y pasaba muchas veces por el vecindario, en especial por la colina de Montmartre. La especulación inmobiliaria dejó su huella en algunos lugares. Hoy en día ya no hay prostitutas buscando clientes frente a las puertas de los hoteles del distrito 18. Es de los cambios más grandes. Las calles donde era común ver mujeres recargadas en la pared o caminando en tacones altos, medio desnudas, ya desaparecieron.

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Lo que descubrí al documentar estos lugares es que es un mundo muy siniestro. El mundo de la miseria sexual y la explotación de las mujeres. Es probable que existiera un aspecto más glamoroso del vecindario en esa época pero no lo vi. Las estrípers estrellas terminaban dirigiendo el club y las chicas lindas terminaban seduciendo a un jefe para volverse madames. También había bares de moda o algunos bares a los que solo íbamos a tocar a las chicas que conocíamos esa misma noche. Les dejo el resto a su imaginación.

Pigalle vivió sus últimos años dorados a finales del siglo 19 y a principios del siglo 20. Yo llegué después.

No hay nada de qué arrepentirse porque el arrepentimiento es un sentimiento absurdo.

El libro Eros Pigalle de Gilles Elie Cohen fue publicado por la editorial Serious Publishing.