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Los artistas cirqueros de Somalilandia son acróbatas con una misión

Todos sus espectáculos son gratuitos y quieren que vaya tanta gente como se pueda, porque creen que el espectáculo tiene el potencial para transformar Somalilandia en algo mejor.

El Centro de Negocios Kahh, a media hora manejando fuera de las abarrotadas y caóticas calles del centro de Hargeisa, Somalilandia, sirve como un oasis de tranquilidad y normalidad para las familias locales. Un pequeño recinto solitario a lado de una gasolinera en un desierto en el camino al norte de Berbera, el Centro tienen un restaurante de jardín, y el único parque de juegos de la región. Los niños se amontonan al centro del polvoriento jardín en donde los hombres de negocio que están detrás del Centro de alguna manera han materializado inmaculados columpios, barras y carruseles con el Pato Donald parado en el sujetador central. Usualmente, la otra mitad del patio está llena de juguetes brillantes, pero hoy un hombre viejo de hombros encorvados con un uniforme holgado de rayas verdes, rojas y blancas como la bandera de Somalilandia corre por ahí, aventando tapetes de gimnasia, pinos de malabarista, y aros de metal, mientras alienta a gritos a una docena de jóvenes, entre diez y 18 años, en trajes naranjas, que practican brincos y mortales.

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Estos niños y hombres son el Circo de Somalilandia —o al menos uno de ellos— y atraen a la multitud de niños curiosos y a sus padres incluso antes de empezar su acto. Somalilandia no tiene realmente una tradición de artes cirqueras, así que en lugar de admirar el talento de los jóvenes saltimbanquis, la mayoría de las familias se asombra con los brincos, las maniobras y sobre todo con los zancos puestos contra una pared y los enormes pantalones colgados a su lado.

Pero así es como lo quiere el circo de Somalilandia, porque no están aquí para hacer dinero. De hecho, todos sus espectáculos son gratuitos (los hombres de negocios del Centro solo los financian para que se presenten ahí cada viernes). Sólo quieren que atienda tanta gente como se pueda, porque creen que su espectáculo tiene el potencial para transformar Somalilandia en algo mejor. Son acróbatas con una misión social, y atraen a las personas con la novedad del circo y el encanto de la palabra "gratis", para luego enjaretarles obras didácticas sobre las mayores dolencias del país: el abuso de los khat, el tráfico de personas, desempleo, mutilación genital femenina y así.

El circo de Somalilandia no fue la primera compañía en la región, ni la primera con una misión social explícita. Los tres circos que actualmente operan en Somalilandia descienden del original, Haba Yoko, un intento para generar conciencia por parte de artistas entrenados por acróbatas y cabecillas de Mogadiscio y Mombasa que operaron por años en la región a pequeña escala y con escaso éxito. Frustrados por haber alcanzado el nivel de sus maestros, y sin ver lugar para seguir creciendo, un número de acróbatas desertaron e hicieron sus propios circos, incluyendo a Abdi Raheem, el hombre flaco y pellejudo en el traje de la bandera somalí acostado en los tapetes, mejor conocido por sus amigos como "Circo".

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Circo hablando a la multitud.

Para el 2004, Circo había atraído a suficientes estudiantes para armar su propia compañía, cuatro malabaristas expertos y tiradores de yoyo chino. Aunque para el 2006, la compañía de Circo había ganado un grupo de seguidores locales; la temprana fractura y ambición de los acróbatas socialmente consientes de Somalilandia había caído en una espiral de competencia por el escaso financiamiento. Haba Yoko tenía el patrocinio de Kow Media Corporation desde casi el inicio, dejando a los otros dos circos corriendo de evento en evento, sin nunca poder anunciar un show con más de un día de anticipación y a veces cancelando de último minuto cuando no encuentran aventón o el recinto donde se presentarán les cancela.

Como parte de su búsqueda de dinero, reconocimiento, y una mayor audiencia para sus actuaciones con información pública, Circo y sus acróbatas han diversificado sus actos y se han especializado en habilidades que los otros dos circos no han descubierto. Para Circo esto es el monociclo, la cuerda floja, y comer manzanas mientras se hacen malabares con ellas. También comenzó a entrenar niñas, algo sin precedentes y complejo en el conservador país musulmán, que requiere capuchas especiales y un montón de elástico para mantener un aire de modestia. Esta innovación en particular, teme Circo, es algo para lo que aún no está preparado el público, aunque las peticiones de espectáculos privados han ayudado al grupo a tener una situación económica sostenible. Y cualquier cosa que traiga solvencia en servicio de un mensaje social, más allá de las complicaciones, vale la pena.

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Hoy, el mensaje social en cuestión será el tarib, un amplio término para una serie de problemas asociados al desempleo juvenil y el tráfico de humanos a naciones más prósperas. El tarib ha apareció en el radar nacional mientras la búsqueda de empleo se ha hecho más compleja y peligrosa en años recientes con la agitación en Libia y Yemen, los destinos de migración de los años recientes. Los abusos, la extorsión y la muerte se han hecho demasiado comunes en la búsqueda por menos y menos trabajos disponibles, pero las historias que exaltan la imaginación del país por ahora son las de los secuestros y el tráfico de órganos de migrantes somalilandeses.

A mitad de su espectáculo, los acróbatas vacían el escenario mientras algunos compañeros se ponen disfraces sobre sus trajes naranjas. Comienzan a actuar una historia arquetípica de los problemas económicos, dos niños en busca de trabajo, con miedo de enfadar a su padre si regresan de la escuela sin poder mantener a la familia. Sin poder encontrar un futuro en el pueblo, los niños huyen a la frontera con Etiopía. Ahí caen en las manos de traficantes y mueren de manera terrible, y el dolor que causan sus muertes acaban por matar a su padre.

La audiencia, que en mi cinismo sospeché que pudieran irse una vez que el show terminara y las cosas se volvieran muy predicativas, se metió en la obrá de todo corazón. Reaccionaban como un salón de clases al moralismo guiado de la obra, respondiendo "sí" y "no" al unísono mientras Circo deconstruye cada escena para las lecciones que deben ser aprendidas, señalando en dónde hicieron mal los niños y los peligros del tarib.

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Pero es difícil decir si las obras realmente están ayudando. Pueden, en algunos casos, pueden propagar la desinformación —incluso el odio— para el perjurio en general de sus valores sociales. La actuación está sobrecargada de un melodrama tonto y gritos sesgados que hacen reír a la audiencia más seguido que ninguna otra cosa. Graciosas escenas de peleas se trabajan en la historia, al parecer, para que los chicos mayores en la compañía puedan actuar sus fantasías machistas y trabajar en algunas de sus habilidades, mientras que las escenas de muerte involucran risas y miembros larguiruchos que hacen de todo una farsa más que una terrible advertencia.

Lo más inquietante es cuando presentan a los traficantes etíopes, caminan con sus nudillos y se mueven en cuatro patas como animales salvajes, y continúan con una pantomima en la que comen los ojos y el corazón crudo del chico mayor, aun con vida. En una nación llena de odio y violencia contra los refugiados económicos etíopes marginados, atrapados en la región en su propia búsqueda de empleo, es fácil ver cómo puede salir mal esto, y es difícil saber qué tan en serio se tomaron el sermón contra el tarib, tan cubierto de trucos y tan falto de mensajes positivos alternativos.

Claro, así no es como lo ven el circo y sus atletas. No son trabajadores sociales, ni están muy versados en los problemas sociales más allá del conocimiento y la preocupación de un somalilandés inteligente promedio. Son ciudadanos preocupados tratando de hacer lo mejor que pueden con sus habilidades para hacer algo que creen que va a ayudar.

Pero puede haber un destello de ambiciones personales más profundas en la compañía. El circo también entrena a muchos de sus atletas en deportes olímpicos como judo. Espera llevar a algunos de ellos al Torneo de Judo de Yibuti 2014 para ganar la fama y el reconocimiento regional, y para expandir su práctica. Incluso se habla entre los jóvenes atletas sobre ganarle a China en gimnasia en los Juegos Olímpicos.

Pero por ahora se deben contentar con su predicación y los aplausos y adulaciones de los niños que se amontonan a su al rededor y los persiguen por el patios mientras se ponen sus pantalones gigantes y caminan balanceándose y proclaman: "¡Soy el hombre más alto del mundo!".