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La guía Vice de la salud mental

Los problemas de salud mental provocados por la violencia en Guerrero

La oleada de violencia del crimen organizado no sólo ha dejado decenas de miles de muertos, desaparecidos y desplazados en el país; también está dejando miles de muertos en vida, miles de personas que luego de algún hecho violento enfrentan alguna...
Fotos por Carlos Carbajal.

"Son sicópatas, estos delincuentes sanguinarios la mayor parte lo son", expresó el siquiatra José Ramón Comas Viñas cuando platicamos acerca de los individuos que torturan, asesinan, desmiembran cuerpos, tiran cadáveres en las calles o cuelgan los cuerpos de los puentes peatonales. No hablamos de una película gore sino del panorama que desde hace casi una década se volvió habitual en la ciudad de Acapulco en el estado de Guerrero, al igual que en muchas partes de México.

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La oleada de violencia del crimen organizado no sólo ha dejado decenas de miles de muertos, desaparecidos y desplazados en el país; también está dejando miles de muertos en vida, miles de personas que luego de algún hecho violento enfrentan alguna enfermedad mental. El hecho empeora porque el Estado no ha sido capaz de emprender algún programa de salud que ayude a contener y enfrentar el problema que ha tomado dimensiones de crisis humanitaria.

Familiares de un abogado asesinado en Acapulco lloran y se muestran afligidos , durante una protesta que realizaron para exigir justicia.

Como ejemplo basta voltear al sur, a Guerrero, donde no hay ni siquiera un hospital siquiátrico. Entre sus habitantes aumentaron los casos de enfermedades como ansiedad, depresión, ataques de pánico y hasta el momento no se ha articulado un programa que ayude a contener y curar las enfermedades mentales ocasionadas por la exposición cotidiana a la violencia.

Ante esta situación, "es necesaria la vinculación con organismos internacionales que tienen experiencia en el tema, como la Cruz Roja Internacional y Médicos sin Fronteras", expresó el ex secretario de Salud y ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, Juan Ramón de la Fuente en una conferencia en Acapulco en enero pasado, junto con el escritor Juan Villoro y el ex consejero y presidente del IFE, José Woldenberg.

"Toda esta situación de violencia, de matanzas en las calles, de extorsiones, genera aumento de ansiedad, aumento de trastornos de angustia y en algunos casos —a consecuencia de secuestros y entre personas a quienes les matan al familiar secuestrado—, hay evidentemente aumento en los casos de depresión", sostuvo el doctor Comas, uno de los especialistas con más experiencia tanto en consulta privada como en hospitales públicos en el estado.

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Familiares de un abogado asesinado en Acapulco lloran y se muestran afligidos , durante una protesta que realizaron para exigir justicia.

Su consultorio se encuentra en Acapulco, puerto donde el pasado 5 de febrero por la noche sesenta cadáveres en descomposición fueron encontrados en un crematorio abandonado, un balneario que hace medio siglo era favorito de estrellas de Hollywood para vacacionar. El hallazgo vino a restregarnos en la cara que esto es en un infierno y parece que nos habíamos acostumbrado.

Es difícil medir el aumento de las enfermedades según el especialista, pero insiste, "es un hecho que lo vemos en la consulta privada y pública. Ha aumentado los casos de ansiedad, de depresión, de uso del alcohol para mitigar la ansiedad. El secuestro de un familiar, por ejemplo, genera mucha tensión. Cuando Acapulco estuvo en su peor crisis la gente venía con miedo a la consulta, la gente tenía miedo de subirse a los taxis, las mujeres tenían miedo porque las violaban, evidentemente en la consulta esto se incrementó".

Sin embargo la directora del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, María Elena Medina Mora, aseguró al diario La Jornada que "la violencia, los secuestros y que la gente fuera testigo de agresiones y muertes, así como el consumo de drogas ilegales, provocaron un incremento de treinta por ciento en la prevalencia de enfermedades mentales".

La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa desde el pasado 26 de septiembre aceleró una crisis política y social que el gobierno mexicano no ha podido superar, aunque la quiso atemperar con el establecimiento de una verdad legal que a pocos dejó conformes: los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos desde el 26 de septiembre de 2014 en Iguala, otra ciudad del estado de Guerrero, fueron asesinados y luego incinerados en un basurero por el crimen organizado que los confundió con integrantes de una banda contraria.

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Cualquiera se siente vulnerable: te pueden desaparecer sin dejar rastro, pueden abandonar tu cuerpo junto con otros sesenta y cubrirlo con cal y sábanas. Tu familia puede ser desplazada involuntariamente del pueblo donde vives, podrías sufrir un secuestro, un asalto, quedar en medio de una balacera.

Una mujer un niño observan con asombro el cuerpo de un hombre asesinados en la comunidad de Los Órganos, Guerrero.

Indolencia oficial

El efecto negativo de la violencia en la salud mental de las personas es innegable. En el estudio Violencia: una revisión del tema dentro del marco de trabajo de investigación en el Instituto Nacional de Psiquiatría dicha institución reconoce que "aún hace falta mayor investigación en áreas específicas como los efectos del secuestro, la tortura y el abuso sexual".

Los datos oficiales pintan una realidad alarmante ante la falta de recursos humanos y materiales para atender el problema de la salud mental. Por ejemplo en el caso de la depresión la última Encuesta Nacional de Comorbilidad en México, realizada entre 2001 y 2002, arrojó que 9.2% de la población ha tenido un trastorno depresivo en la vida. Otras investigaciones señalan que una de cada cinco personas llegará a cursar algún trastorno antes de cumplir 75 años.

La Secretaría de Salud del estado de Guerrero cuenta en Acapulco con un hospital general en donde se ofrece el servicio de consulta siquiátrica externa —sólo hay un médico—, pero no hay un hospital donde los enfermos con algún padecimiento agudo o crónico puedan ser internados si su situación lo requiere, por lo cual es necesario su traslado hasta la Ciudad de México.

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Por su parte el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) opera un hospital de especialidad en Acapulco donde se atiende a todos los pacientes de Guerrero que cuentan con el servicio de esta dependencia, pero sólo hay dos siquiatras por la mañana y dos por la tarde.

El ISSSTE, que atiende a los trabajadores del Estado, incluidos los maestros, sólo cuenta con un siquiatra en el hospital general de Acapulco para todos los derechohabientes de la entidad.

Una joven llora después de ver los cuerpos de familiares asesinados en su casa.

El 30 de octubre de 2013, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos dio a conocer un informe especial en el cual hizo un llamado a varios estados, entre ellos Guerrero, para que pongan en funcionamiento hospitales y/o clínicas públicas para la atención especializada de la salud mental, entendiendo que el acceso a la salud es un derecho humano.

En pocas palabras, si vives en este estado ubicado entre los más pobres de México y si por alguna razón te toca padecer un trastorno mental agudo o crónico, es mejor armarte de paciencia si tienes seguridad social porque la atención especializada a veces tarda en llegar.

Como usuaria de los servicios médicos, en ocasiones me tocó observar cómo el siquiatra que me atendía tenía que ver en un mismo turno a más de 25 personas en el hospital del IMSS. Por ejemplo, personas que venían desde la ciudad de Taxco, a siete horas de Acapulco, llegaban desde antes de mediodía al hospital y a veces eran atendidos pasadas las cuatro de la tarde; luego tenían que ir a la farmacia del hospital a surtir sus recetas con el riesgo de que no hubiera medicamento en existencia; después de eso salían casi corriendo a tomar el autobús para regresar hasta su lugar de origen. Cuando tuve que usar el servicio de la Secretaría de Salud la situación era muy similar: abundantes pacientes, escasos médicos. Ni qué decir de la escasez de medicamentos.

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La otra opción es gastar los ahorros que pudieras tener para pagar las consultas particulares y los medicamentos que no son baratos. Claro, si es que en tu ciudad hay un siquiatra. Si vives en una comunidad o municipio apartado la situación se pone peor, hay pocas alternativas de atención incluso en consulta privada. La pobreza y la marginación juegan siempre en contra.

Una mujer llora junto al cuerpo de su familiar asesinado.

Ante la crisis, programas emergentes y cultura

"Urge en Guerrero un programa de atención a la salud mental en las comunidades que han sido víctimas de la violencia colectiva. Urge en estas comunidades establecer las redes sociales comunitarias, restablecer la convivencia, los mecanismos de resiliencia, el contacto, las actividades recreativas, deportivas, urge cultura", expresó De la Fuente, quien insistió en que un programa emergente de atención a la salud mental en comunidades que sufren violencia por crimen organizado es urgente porque "son las que más han sufrido, allí están las viudas, los huérfanos, las miles de familias que tiene algún familiar desaparecido".

Para hacerlo, aseguró, no se necesitan grandes expertos sino capacitar a personas que viven dentro de las comunidades, "pueden ser los maestros, las escuelas como espacios; en algunas comunidades los ministros religiosos y los templos como espacios que generan confianza. Hay que vincularnos con las instancias que tienen experiencia en la materia, la Cruz Roja Internacional, Médicos Sin Fronteras, tienen mucha experiencia y con ellos habría que establecer un vínculo".

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La intervención en crisis es necesaria no sólo por la violencia organizada sino también en situaciones de desastres naturales, donde la pérdida de vidas y de patrimonio son factores que aumentan el riesgo de caer en una profunda depresión y padecer estrés post traumático.

Guerrero sabe bien de eso, apenas en septiembre de 2013 los estragos causados por la tormenta Manuel hicieron evidente la falta de una estructura de salud mental para atender casos de emergencia.

Personas observan a su familiar asesinado en un multihomicidio en Los Órganos Guerrero.

"La gran palanca es la lectura, en general la cultura. Hay muchos problemas que afectan la salud mental, no sólo al grado del delirio, sino que pasamos por una época de dolor, una época de sufrimiento y requerimos de una sanación social", expresó en dicha conferencia el escritor y periodista Juan Villoro.

"Sí es necesario un programa de especialistas, pero otra forma de sanación también es la cultura, la experiencia compartida a partir de las historias que nos contamos a nosotros mismos, a partir del testimonio y la forma en que podemos contar nuestra historia para superarla", agregó.

Villoro, quien estudió sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana y escribe –además de cuentos, novela y ensayos—, textos acerca de rock, deportes y cine asentó: "No podemos renunciar a la felicidad. En momentos en que todo parece conspirar para que estemos inmersos en el infierno debemos atrevernos a la actitud más rebelde que podemos tener que es ser felices".

Tener un trastorno mental o emocional y vivir en Acapulco o en cualquier ciudad de Guerrero puede convertirse en una maldición y un círculo vicioso. Los enfermos en cualquier momento podríamos llegar a ser todos. La idea suena común por lo frecuente que se ha vuelto: somos parte de una sociedad enferma.

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