Matracas, pelucas y tambores: parafernalia patria

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Matracas, pelucas y tambores: parafernalia patria

Fotos por Irving Cabello

Ese lugar donde naciste es la patria, en donde tus raíces han absorbido la historia de la gente que vivió ahí antes que tú y de la cual desciendes. La patria es la tierra sobre la cual la luz deslumbró tus ojos la primera vez y donde tu paladar saboreó los primeros alimentos que ahora acostumbras comer; es también el sitio donde te cubrieron con la primera ropa para protegerte, mas adelante tú escogiste la forma de vestirte. La patria eres tú, la gente de tu tribu y de las otras tribus vecinas, sin importar si estás dentro de una ciudad enorme como la Ciudad de México o de una mediana, o de una pequeña o de un pueblo o de una ranchería.

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Y si te fijas bien, la patria está representada en muchos de los objetos que usas todos los días. ¡Sí, ya sé! También usas cosas importadas, ¿ya que? Como dicen, la globalización nos ha abierto la posibilidad de tener objetos de todo el mundo, de todas clases, precios y calidades; aunque a veces sirven bien y a veces mal o de plano ni sirven.

La patria también está en las ideas que te vas formando respecto a ella; está en las creencias que cada día aceptas o rechazas para formar tu propia personalidad. La cosmogonía, dicen. Lo que nos une e identifica como nación mexicana.

Con el tiempo hemos construido, poco a poco, una historia de nuestro México, desde el tiempo de las culturas originales de este suelo patrio, que luego fue conquistado, después nos independizamos; luego armamos una revolución y hoy vivimos otros tiempos que habrán de cambiar.

Casi todos sabemos esta historia, de una manera u otra, a partir de lo que nos han contado en nuestras casas y en la escuela, claro que tiene sus verdades, pero también sus mitos y estamos en libertad de creerlos o no creer en ellos, pero están ahí y son nuestros. De seguro con el tiempo esa historia irá cambiando para que quienes vengan después de nosotros puedan seguir sintiendo su pertenencia a esta patria.

El momento, con mayor fuerza, que simboliza lo que somos hoy, es la independencia, y está representado en la fecha más mexicana del año, el 15 de septiembre. Se trata de un momento que casi todos recordamos, según la construcción histórica que hemos aprendido, que ocurrió hace más de 200 años. Nos referimos a la mañana en la que el cura Hidalgo decidió salir a gritar con toda la fuerza de su voz, la arenga para agrupar a los mexicanos de aquel tiempo, para "defenderse de la tiranía y servidumbre; terrible mancha que sabremos lavar con nuestros esfuerzos", (discurso de Hidalgo).

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Según lo describen determinados historiadores esto sucedió en algún lugar de Guanajuato, que pudo haber sido Dolores.

Cada 15 de septiembre estamos listos para celebrar el inicio de nuestra vida independiente, y ello sucede en cada rincón de nuestra patria, incluso los mexicanos que viven en otros países se las arreglan para gritar y celebrar nuestra independencia. Y como ya casi todos saben, los mexicanos no siempre somos protocolarios en el modo de celebrar. Junto a la ceremonia militar convive el jolgorio y el "relajo", lo ruidoso, lo musical, lo divertido, la irreverencia y hasta el excentricismo. Por supuesto la gastronomía típica aporta sabores para la ocasión, podrás degustarla en multitud de puestos en las calles, también en fondas, loncherías y restaurantes.

Acá en la Ciudad de México, el Ombligo de la Luna (eso quiere decir México), además de los preparativos ceremoniosos, está la manera alegórica de celebrar, para lo cual, por ejemplo, también aparecen en las calles un sin número de carritos que venden toda clase objetos patrios, diseñados y fabricados para este momento fugaz. Los objetos han sido pensados para divertirse, incluso de manera irreverente, durante esta celebración patria.

Y como sucede en la actualidad, aún cuando cada objeto es portador, en sus formas y en sus colores tradicionales, del mensaje patrio, estos se han mezclado con elementos contemporáneos no necesariamente mexicanos, mucho menos patrióticos. A esta combinación le llaman sincretismo. Así que en cada puesto habrá objetos patrios muy mexicanos y a veces sincréticos, a precios muy accesibles, para todos los gustos, edades, género y preferencia.

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Cada carrito es una especie de microempresa sobre ruedas. Para lograr su objetivo han recurrido a la mercadotecnia vernácula, al diseño y la fabricación también vernáculos, por no decir tradicional o artesanal. Cada temporada presentan innovaciones, es decir, objetos que aprovechan materiales y tecnologías nuevas disponibles en su contexto, toman en cuenta versiones particulares de algunos elementos de la moda, así como de otras manifestaciones y alegorías del momento.

Estos carritos parecen estar adornados con el cargamento de objetos patrios que ofrecen y puedes verlos en muchas esquinas y en las calles por toda la ciudad; llaman mucho la atención, son portadores fugaces, del espíritu patrio en un momento de celebración, y claro que contribuyen al entusiasmo de cada mexicano.

@LuisEquihua