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Ni siquiera fingía que tomaba como una persona normal y civilizada porque sabía que no era así. Lo más cercano a un comportamiento civilizado era cuando servía mi veneno en la copa. Y al decir copa me refiero a un vasito de shots que llenaba una y otra vez durante toda la noche sin llevar la cuenta de cuánto había consumido y sin que me importara. Seguía y seguía hasta que la noche tibia me envolvía. Me despertaba y contaba los minutos hasta que sentía que era aceptable volver a empezar el ciclo.
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Y no era sólo por la borrachera, era todos los días. Una borrachera tiene fin. Pero si es algo que pasa todos los días, entonces es otra cosa. Llega el punto en el que tienes tus únicas dos opciones son dejar de beber o morir.¿Por qué dejé de tomar? No tengo idea. Una noche, poco antes de quedar inconsciente, me pasó por la cabeza "Tal vez ya no necesito vivir así". Qué loco, ¿no?Debo admitir que no podría haberlo hecho sola. Tuve que hablar con personas que habían vivido lo mismo que yo y que lo habían superado. No había pedido ayuda porque mi estúpido orgullo me lo impedía. Deshacerme de ese orgullo y darme cuenta de que no tenía el control iba a ser difícil pero necesario. Para dejar de tomar es necesario destruir la sique y el ego, algo que era muy fuerte en mí.En un momento de desesperación etílica, le envié un mensaje a un amigo sobrio que decía "la vida es insoportable" y después me desmayé. Desperté a la mañana siguiente como un zombi, leí su respuesta y supe que había llegado el momento.
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