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La noche siguiente me habló sobre su vida. Su madre estuvo internada en un hospital siquiátrico por mucho tiempo y no se llevaba bien con su padre. Al saber que no tenía muchas personas en quienes confiar, de inmediato sentí que debía protegerla. En menos de una hora, decidimos regresar juntos a casa.La primera noche en la cama fue algo inigualable. Era poderosa y andrógina. Hubo un momento en el que me tomó del cuello y susurró fingiendo ser un hombre. Fuimos inseparables por varios meses.Poco después, Bowie me confesó que quería acostarse con una mujer. Sé que los tríos son la fantasía de muchas personas (64 por ciento de los hombres y 31 por ciento de las mujeres en Francia, según una encuesta del IFOP) pero no en mi caso. Aun así, terminé sugiriendo a Hermine —una chica que alguna vez fue mi free y que seguía siendo mi amiga—. Las presenté por Facebook y a las dos les gustó la idea.Una noche, estaba acostado cuando Bowie llamó y sugirió que invitara a Hermine. Las dos terminaron en mi casa pero todo fue muy incómodo y ellas apenas se tocaron.No fue hasta la siguiente semana que me di cuenta de todo lo que había cambiado a partir de esa noche. Los tres estábamos en casa de Hermine pero ellas dos estaban muy calladas. Me quedé dormido y cuando desperté, unas horas después, las encontré durmiendo juntas, abrazadas, en el sillón. La imagen era hermosa pero me dieron celos. Al día siguiente me fui a una comida familiar y traté de hablar con Bowie pero nunca me contestó.
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Meses después, me encontré a Hermine y a Bowie en un bar gay en la ciudad. Hermine trató de saludarme pero la ignoré. "Buenas noches, perras", dije cuando iban de salida y pasaron junto a mí. No podía creer que esas palabras hubieran salido de mi boca y juré que esa era la última vez que me comportaba de esa forma.