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Música

​Mi papá, Gene Simmons, dice pura mierda y tú también

Es necesario matar a tus héroes. Y, a veces, es necesario matar a tu padre.

El comediante Patton Oswalt tiene una rutina que trata sobre la vez que se dio cuenta de que los padres dicen pura mierda, "Cuando creces, llega un punto en el que todo lo que dicen los adultos, sin excepción, es un dogma", dice, "y es cuando empiezas a analizar toda la mierda que dicen". Imagino que a la mayoría de nosotros nos pasó a una edad temprana.

En mi caso, fue durante mi adolescencia. Y fue mucho más difícil de aceptar.

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Esta el la única vez que voy a hablar de eso, ¿ok? Así que pongan atención. Voy a hablar sinceramente acerca de la experiencia con mi padre, Gene Simmons. Por lo tanto, tengo que mencionar cómo se gana la vida pero no me voy a enfocar en eso. Voy a hablar sobre su lado humano, que no tiene nada que ver con su reputación y con el personaje que interpreta en la vida diaria. En términos generales, me parece que rebelarse sin motivos es una forma de esclavitud, tanto como conformarse. El imán que empuja manipula igual que el imán que jala. A fin de cuentas, hay una fuerza externa que te mueve. Entonces, voy a ignorar cualquier expectativa y me voy a limitar a hablar sobre mi papá.

Mi papá tenía una voz barítono muy fuerte. Cada que quería que hiciera algo, "hacía un trato" conmigo y me apretaba la mano con fuerza, como si fuéramos socios de alguna empresa.

Hoy en día mido 2 metros y soy más alto que mi padre, que mide 1.87 m. Pero antes de la pubertad, mi padre era un gigante. Recuerdo que su enorme figura me hacía temblar y me reconfortaba al mismo tiempo. Cuando escuchaba su voz rugir desde el pasillo y sus botas chocando contra el piso, me sentía como la primera vez que vi al T-Rex en Jurassic Park.

Mi papá tenía una voz barítono muy fuerte. Cada que quería que hiciera algo, "hacía un trato" conmigo y me apretaba la mano con fuerza, como si fuéramos socios de alguna empresa a punto de emprender una aventura (una aventura llamada 'si dejas de pegarle a tu hermana, te doy permiso de comer galletas'). Nunca nos trataba como bebés. Lo que hacía era llenarnos de clichés paternales en todo momento, como: "el respeto se gana" o cosas así. A pesar de ser clichés que se repiten de forma infinita, contienen información valiosa. Es un buen disco aunque esté roto.

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También recuerdo que todos los demás adultos hacían lo que él quería. Era famoso, exitoso y todos se callaban cuando él hablaba. La gente solía arrodillarse para verme a los ojos y decirme: "¿Sabías que tu papá es una leyenda?"

Creía que lo que lo que decía mi padre estaba escrito en piedra y lo había aprendido con años de experiencia y errores. Pero cuando crecí y él se encogió, empecé a ver las fallas. Empecé a ver sus poros, sus canas y todos los defectos menores que lo hacían humano. Me di cuenta de que era un hombre, y que como cualquier hombre, tenía (dicho en palabras de Stephen Novella) "una percepción distorsionada y construida, ambas al servicio de la narrativa bajo la cual está operando tu cerebro".

Esta epifanía me llegó en la preparatoria, cuando empecé a aprender sobre las drogas. Mi papá se jacta de nunca haber fumado, tomado o haberse drogado en toda su vida, excepto por la vez que comió unos brownies "especiales" porque creyó que eran brownies normales.

Hoy en día, sigue estando en contra de las drogas. Quizá se debe a los encuentros desagradables que tuvo con algunos drogadictos en la escena del rock n' roll durante la década de los 70 y 80. Según él, le hicieron la vida (y el trabajo) más difícil de lo que debió haber sido.

En varias ocasiones ha hablado sobre este tema y ha llegado a decir cosas inapropiadas. Una vez estaba viendo tele con él en la cocina y estaban pasando un programa en VH1 que trataba sobre las tragedias en el mundo de la música por la violencia y la drogadicción. Cada que veía algo así, se ponía muy sensible y decía cosas como: "Deberían [inserte x o y castigo medieval] a esos idiotas". Mi madre, la eterna voz de la razón, le pegaba con una revista o le aventaba una cajita de mentas o de lo que encontrara cada que le daban estos ataques.

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Sí, es una exageración, pero en serio está muy en contra de las drogas y no siente empatía por ningún adicto. Después de tener una larga platica con mi padre, ahora sé que el resentimiento que muchos malinterpretan no es hacia las víctimas trágicas de la drogadicción. Lo que en realidad detesta es el tipo de persona que eran cuando tomaron esa decisión, cuando se dieron ese primer toque, cuando se metieron la primera jeringa, cuando se metieron esa primera línea. Como es inmigrante, no comprende cómo alguien puede ser capaz de poner en juego una vida en la tierra de las oportunidades. Cree que el adicto tiene la culpa de haber probado la droga a pesar de todo el conocimiento que se tiene en ésta que es la era de la información. Tomar este riesgo significa perder su apoyo. El hombre que muere después de haber molestado a un oso con una vara, lo tiene bien merecido. Así es más o menos la filosofía de mi padre con respecto a las drogas. Y debo admitir que tiene sentido.

Pero como muchas filosofías de la vida en general, mi padre toma esta premisa, la lleva al extremo y hace uso indiscriminado de la hipérbole. En varias ocasiones se ha metido en problemas por lo mismo y toda la familia se siente mal cuando termina siendo carne de cañón para los tabloides.

Fue durante uno de estos escándalos que me di cuenta de que no estaba de acuerdo con mi padre. Todo el mundo, tanto en televisión como en internet, hablaba sobre algo que había dicho mi padre. Todos lo atacaban por su forma tan poco textual de hablar. Me di cuenta que, aunque soy su hijo y quería defenderlo, estaba de acuerdo con las críticas. Aunque no es muy profunda, esta revelación vino acompañada de una gran disonancia cognitiva. No sabía que podía estar en desacuerdo.

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Mi papá me enseñó por accidente que nuestros héroes también se equivocan.

Tenía amigos que fumaban mota. Casi todos mis amigos tomaban. Pero a diferencia de mi padre, era incapaz de llegar a la conclusión de que merecían todo el impacto negativo en su salud por las decisiones que habían tomado. A fin de cuentas, la vida es un riesgo. Me di cuenta de que no creo que la mariguana y el alcohol deberían considerarse iguales a la heroína y al tabaco. En mi opinión, catalogar todas las drogas como "dañinas" es un desperdicio. Siempre he creído que la deberían legalizar a la mayoría de las drogas y que debería abordarse como un problema de salud y no como un problema de delincuencia. Creo que de lo único que somos dueños es de nuestro cuerpo y deberíamos tener la libertad de hacer lo que queramos con ellos siempre y cuando no hagamos daño a los demás. Mi padre nunca iba a estar de acuerdo conmigo y sabía perfectamente por qué: iba en contra de la narrativa bajo la que opera. Esa también había sido mi narrativa hasta que cambié de opinión y me formé una propia.

Si compartes o no mi opinión acerca de las drogas es irrelevante. El punto es que, al no estar de acuerdo, mi padre me enseñó una lección mucho más valiosa que todas las veces en que estuvo de acuerdo. Esta lección es: ninguna creencia es sacrosanta. Me enseñó por accidente que nuestros héroes también se equivocan. Hasta ese momento había vivido una falacia de autoridad. Incluso si estoy en un error, este sentimiento —de que la autoridad estaba mal— fue una parte importante en mi desarrollo. Si esta figura autoritaria semejante a un dios podía equivocarse, entonces todos, sin importar que tan poderosos sean o qué tan calificados estén, podrían estar en el mismo pedestal. Lo importante es la evidencia, no la autoridad.

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Cuando vi la grieta en la armadura, el resto se desplomó en segundos. Dejó de ser Superman.

Aún recuerdo cuando me volví más alto que él. Levantó la cabeza para verme a los ojos, luego la bajó para ver mis zapatos, luego volvió a verme a los ojos y dijo: "Esto es ridículo. No me gusta". Y mientras más crezco, más cómica es nuestra interacción. Si me siento frente a él en un restaurante, nos pateamos sin querer. Cada que pasa algo así, deja caer su cabeza en la mesa y dice: "Increíble. No puedo escapar". El T-Rex, el coloso, desapareció. Ahora no es más que un hombre y por eso mismo me parece más interesante.

Antes escuchaba las enseñanzas de mi padre con el entusiasmo de un pupilo, con los ojos abiertos y toda la atención del mundo. Nunca peleábamos. Ahora sí, y a veces las discusiones suben de tono, en especial cuando son por cuestiones políticas o sociales. Pero a pesar de todo, incluso si nunca llegamos a un acuerdo, me doy cuenta de que ahora me respeta más que cuando le decía que sí a todo.

No estar de acuerdo con mi padre ha hecho que sus roces con la prensa sean mucho más fáciles de digerir. Pasa mínimo una vez al año y ya no me molesta. Las opiniones son sólo eso y no importa lo que digas, siempre habrá alguien que te muestre su dedo medio en respuesta, ya sea de parte de la multitud o de un solo individuo.

Es necesario matar a tus héroes. Y, a veces, tienes que matar a tu padre para poder amarlo a él y a sus errores en vez de amar a un arquetipo vacío.

Esta lección aplica tanto para el legado profesional de mi padre como para su legado paternal. Hoy en día, la gente a su alrededor lo adora y le dice que sí a todo. Sin embargo, sus grandes logros fueron en tiempos difíciles, antes del "sí, señor". Cuando formó la banda Kiss, era un chico raro y larguirucho de Nueva York. Nadie le decía que sí. Las mujeres no le hacían caso. La gente creía que era estúpido porque no sabía hablar bien inglés. Paul y mi papá tuvieron que luchar todos los días en todos los conciertos, tuvieron que luchar contra las reseñas negativas y las deudas y sus otros trabajos. Tuvieron que luchar por todo para lograr lo que tienen ahora. Tuvieron que estar en contra de todos. Tuvieron que creer que todos los demás, incluyendo la autoridad, estaban mal.

Por eso es necesario no estar de acuerdo. Es necesario matar a tus héroes. Y, a veces, es necesario matar a tu padre para poder amarlo a él y a sus errores en vez de amar a un arquetipo vacío. Lo más importante que me enseñó es que a veces dice pura mierda, igual que todos.

Feliz día del padre atrasado, papá.

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