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Sexo

Mi primera fiesta sadomasoquista

Dos hombres se divertían con mis pies, otros dos me masajeaban el pecho mientras otro me besaba en la boca. Fue mi primera experiencia sadomasoquista, y no me arrepiento nada de haberlo hecho.

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Me pregunto cómo terminé en esta situación. Ante mí, una figura con un traje de látex ajustado y cubierta con un abrigo paseaba tranquilamente en la pista de baile. Todos los presentes miraban en su dirección, en los ojos que se veían en la máscara y los picos que adornaban su cuerpo. Era imposible saber si era un hombre o una mujer. De repente sentí algo que tocaba mi mano, era un chico flaco con medias de color púrpura y una máscara de perro. Estaba en cuatro patas y me puso una correa alrededor del cuello. Fue mi primera experiencia sadomasoquista, y no me arrepiento nada de haberlo hecho.

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Todo comenzó cuando buscaba un trabajo a través del servicio de colocación del estado. Ahí es donde conocí a Augustin, durante un taller sobre "cartas de motivación y candidaturas de trabajo no solicitadas". Rápidamente me di cuenta de que estaba interesado, y no en mi currículum. Lo estuve mirando durante varios minutos, mientras se acercaba la pausa para el café. Como yo, trabajaba en comunicación, y después de un rápido intercambio de palabras accedí a tomar una copa durante la semana.

En nuestro segundo encuentro no pasó mucho tiempo hasta que la conversación entró en el terreno personal, y terminé hablando con él sobre mi deseo de tener una sexualidad más abierta. Augustin respondió confesando su pasión por el BDSM, el sado. Ese ambiente era totalmente ajeno a mí, y como cualquier novata me lo imaginaba inquietante, lleno de personas con deseos inconfesables y atrapadas en una doble vida, algo siniestro, peligroso e insano.

Después de hablar con Augustin, sin embargo, me entró más y más curiosidad, tanta como para pedirle que me introdujera en ese mundo. No pareció sorprendido, y de hecho la idea le encantó. Así que me invitó a la Nuit Elastique, una noche parisina frente a Notre-Dame de París. El código de vestimenta era muy claro: cuero, látex o vinilo.

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Para participar en el evento sin destacar necesitaba un uniforme. Opté por una falda de cuero vintage que había encontrado el mismo día en una tienda de segunda mano y la combiné con un top negro. La falda me hacía un buen culo y me quedaba muy bien.

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A eso de las 10PM, después de tomar una copa donde había quedado con Augustin, llegamos al sitio y de inmediato nos dirigimos a los vestidores. Yo estaba realmente emocionada. Augustin se puso unos pantalones de vinilo, y luego nos dirigimos directamente a la pista de baile. En ese momento no había mucha gente.

En la pista no había nadie y la mayoría estaban alrededor de la pista o sentados en los sofás de los laterales. Dos tipos sin bragas estaban siendo azotados al ritmo de la música por un par de chicas. Un poco más lejos, un hombre estaba colocando una cuerda alrededor de una muchacha lista para ser colgada en un gancho de metal diseñado para eso. Augustin me explicó que se trataba de una técnica derivada de Shibari, el arte japonés del bondage. Es una práctica que requiere de muchas precauciones, ya que es bastante arriesgada: marcas y quemaduras causadas por la cuerda, moretones, dolor muscular, pérdida de sensibilidad en alguna parte del cuerpo o parálisis temporal o permanente de una extremidad.


Mira nuestro documental sobre Shibari:


Tuve que lanzarme; besé a Augustin, lo agarré de la mano y nos fuimos juntos a la pista. Cerca de allí, había una chica sonriente disfrazada de Catwoman que se presentó como Mei. Empezamos a tocarnos; Augustin pronto se unió a nosotras, Mei se bajó la cremallera de su traje y dejó que Agustín y yo tocáramos sus hermosos y redondos pechos.

Mientras tanto, la pista se llenó. Los rayos de luz verde revelaron poco a poco la composición de los asistentes: mujeres con corsé, trajes de vinilo, correas de cuero, botas brillantes negras, chaquetas rollo steampunk. Esa combinación de estilos tenía algo vagamente friki. La gente a mi alrededor no era ni especialmente atractiva ni fea, ni joven ni vieja, pero mucho más raros que la media. A alguien externo a este mundo —como yo pocas horas antes—, la noche le podría parecer una reunión de cosplayers que han quedado específicamente para coger. Yo había imaginado un grupo de personas misteriosas, pero lo que tenía delante era una peña muy alegre.

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Fuimos al piso de arriba a fumar. Augustin acarició cada centímetro de mi cuerpo que estaba a la vista; emocionado, me pidió que fuéramos abajo porque podrían vernos. A mí ya me daba igual. Estaba completamente metida, y que alguien me viera semidesnuda era la menor de mis preocupaciones. Me quité la parte de arriba y sonreí.

En el baño había un poco de movimiento alrededor de los lavabos. Una chica le estaba haciendo una mamada a un hombre mientras dos o tres se masturbaban cerca de su cara. Su cuerpo se estremeció de forma enérgica. Al lado, otro hombre estaba jugando con el secador de manos, poniéndolo repetidamente en la cara de la chica. No fue fácil seguirle el ritmo a toda esa gente, pero tengo que admitir que me gustó.

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En la pista de baile, sin saber muy bien cómo, me encontré en medio de un grupo perverso. Dos hombres se estaban divirtiendo con mis pies, y otros dos me masajeaban el pecho y me apretaban. Otro comenzó a estimular mi clítoris mientras otro me besaba en la boca. A estos se añadió un travesti con rasgos vagamente asiáticos. Debía de tener unos cincuenta años, y al sonreír mostró una boca desdentada. Sin dejar de sonreír me puso en la mano su miembro flácido, empecé a tocarlo sin protestar.

Ese contacto me sorprendió un poco, pero no había ninguna razón para rechazarlo, y pronto empecé a tocarlo también con mi otra mano. Me sentí un poco como la diosa Kali con mil brazos, el centro erótico del mundo.

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Todos los ojos estaban puestos en mí. Era una locura, potente e intensa. Pero en el momento en que la emoción se desvaneció, me puse tensa, el tipo que me estaba tocando perdió ritmo y a mi alrededor sentí un olor desagradable, de alguien que no tenía demasiado interés en su propia higiene. Entonces volví al baño a lavarme los brazos que estaban cubiertos de esperma hasta el codo.

Le pregunté a Augustin por su remo, una especie de madera larga y plana utilizada para golpear las nalgas, y juntos nos pusimos de acuerdo en una señal de seguridad: el puño significaba que habían alcanzado el límite del dolor soportable. Empecé a pegarle, y después de unos gemidos levantó el puño. Exageró, pero me gustó mucho, cosa que nunca había imaginado hasta entonces, así que empecé a buscar otros voluntarios. Empecé a caminar alrededor del perímetro de la pista invitando a los hombres con los ojos, y más de uno me dijo que sí. A un hombre en particular parecía gustarle mucho, tanto así que después de un tiempo tuve que parar por el dolor de mi hombro. Al día siguiente me dolía la mano.

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Poco después el tipo en cuatro patas se puso a mi lado. Tomé la iniciativa y le di un paseo.

"Ladra", le ordené.

"Guau, guau", dijo inmediatamente.

"¡Sigue ladrando!"

"¡Guau, guau!"

Pero pronto me cansé de la broma, así que me senté a un lado de la pista, indecisa todavía a si obligarlo a lamerme la vagina. ¿Se podría haber negado, siendo mi perro? No.

Con un gesto le ordené que cuidara de mis partes íntimas, y le levanté la máscara de perro lo suficiente para que usara la lengua. Su rostro era casi angelical, pero con una nariz un poco grande. Tenía un aire casi triste. Obedientemente comenzó a lamerme, a acariciar mi clítoris con su nariz. Augustin parecía un poco aburrido en la pista de baile, y me susurró al oído que yo era "muy agradable" y que le estaba ofreciendo una magnífica vista".

El cielo comenzó a iluminarse y las farolas se habían apagado. A las cinco y media de la mañana, la noche terminó y una chica con el pelo azul vino a avisarnos a los que todavía estábamos en la pista. Augustin y yo salimos, y empezamos a caminar por el puente de Nôtre-Dame.

Sentada en el metro, de la mano y con la cabeza apoyada en su hombro, dijimos que algún otro día nos tomaríamos algo.

Valentine Desclozeaux no tiene Twitter porque es un nombre falso.