Fotografiando la terrible realidad de las protestas y la pobreza en Atenas

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Fotografiando la terrible realidad de las protestas y la pobreza en Atenas

El proyecto 'Shadows in Greece' del fotógrafo Enri Canaj documenta el horror diario de Atenas.

Enri Canaj es un fotoperiodista Aalbanés que emigró a Atenas con su familia cuando tenía 11 años. La mayor parte de su vida ha crecido rodeado de adversidades y durante los dos últimos años ha estado documentando la transformación de Atenas, desde la próspera ciudad que era antes hasta la amalgama de fascistas, antifascistas, protestas, pobreza y tráfico sexual que es ahora. Las fotografías de Enri, que se centran en la población inmigrante de la ciudad, son una compasiva mirada a las vidas de una población atrapada en unas condiciones terribles. Tuvo la amabilidad de mandarme estas fotos –a veces desgarradoras- de su serie titulada Shadows in Greece y hablé con él sobre sus temáticas, los problemas por los que está pasando su ciudad y si hay esperanza en el futuro.

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VICE: ¿Qué te inspiró a hacer estas fotos?

Enri Canaj: Shadows in Greece es un proyecto personal que empecé hace dos años. La serie documenta el día a día en la Atenas del despertar del tremendo influjo de turistas durante las Olimpiadas del 2004 y la subsiguiente disminución de éstos. Esos son lugares que una vez fueron los distritos más concurridos de la ciudad y ahora están pudriéndose en el abandono. La gente se arrastra a través de las calles como sombras, con la cabeza agachada, con los hombros rígidos, con los labios sellados. Mientras el mercado de valores cae, el suicidio está en constante aumento. Cada foto representa a una persona con una historia que contar.

¿Qué estabas buscando cuando empezaste?

Al principio de este proyecto, estaba únicamente centrado en esa crisis económica y social más pequeña que estaba propagándose a nivel personal, día tras día. Pero las cosas cambiaron de inmediato. Grandes huelgas, manifestaciones y gente enfadada protestando, quemar tiendas y edificios en Atenas se convirtió en la norma. Al principio, fotografiaba sin un propósito demasiado claro. Incluso para mí, todo por lo que todos nosotros estábamos pasando me parecía increíble.

El centro de Atenas, según lo recuerdo al principio de todo, estaba lleno de vida. Durante el periodo de antes de las Olimpiadas había un gran desarrollo. Pero después de que todo el mundo se marchara, la ciudad empezó a deteriorarse y gradualmente fue recuperando su carácter anterior: los yonkis, los comerciantes callejeros, los inmigrantes y las prostitutas. Pero para mí, esa gente siempre había estado allí. Vi todo esto justo cuando llegué a Atenas, cuando era un niño de 11 años.

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Empecé a centrarme en los inmigrantes, los que vivían en pequeñas habitaciones alquiladas, muchos de ellos sin demasiadas esperanzas. Las mujeres se prostituían por cinco euros. Estar con ellos ha sido mi rutina diaria. Son gente sensible con muchos problemas familiares, pero ellos fueron los primeros en ser agradables conmigo cuando llegué por primera vez a Atenas, de hecho yo mismo era un inmigrante. Vinieron a Grecia buscando un futuro mejor pero encontraron pobreza y racismo. Algunos de ellos sufrieron violencia física y algunos incluso perdieron sus vidas. Estas son las personas de las que mi proyecto habla. Las imágenes que he seleccionado me resultan potentes a un nivel personal, ya que conozco las historias que hay detrás. Cuando otros miran estas fotografías quiero que sientan respeto  por las personas que aparecen, como hago yo.

¿Podrías contarme un poco sobre cómo viniste a Grecia de niño?

Nací en Tirana, Albania, en 1980. Mi familia emigró a Grecia en 1991, cuando las fronteras se abrieron. No entendí por qué nos estábamos marchando; para mí, Albania era bonita. Vendimos la mayoría de las cosas que teníamos. Nos llevamos algunas fotos antiguas, en blanco y negro, de la familia y una bolsa con ropa y nos montamos en un autobús. Todo eso me parecía confuso y aterrador, hasta que vi una carretera llena de luces brillantes, carteles comerciales, tiendas y bares donde probaría mi primera Coca-Cola.

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Los dos primeros meses, nuestra casa fue un hotel barato en el centro de Atenas. Vivíamos en el tercer piso, pero mi favorito era el segundo por esas guapas y jóvenes chicas griegas que se alojaban allí y trabajaban como prostitutas. Ellas fueron mis primeras amigas. Me dejaban entrar en sus habitaciones y me fascinaba poder mirarles a la cara a través del espejo, mientras se maquillaban. Esas chicas me enseñaron a hablar griego. Estas imágenes aún siguen siendo muy fuertes en mi memoria.

Grecia fue dura con mi familia. Pensábamos que volveríamos pronto a casa, pero los años fueron pasando y nos fuimos encontrando con muchos problemas, sacrificios, dificultades e incluso racismo. Ahora, después de 22 años, Grecia es el sitio donde encontré tanto lo bueno como lo malo. Éste es mi hogar y mi guerra.

Dices que esta gente vive en Atenas “sin demasiadas esperanzas”. ¿Es esto lo que tus imágenes representan o crees que hay lugar para el optimismo?

Como todo el mundo sabe, la situación en Grecia se ha vuelto muy difícil en los últimos seis años. Las cosas se están volviendo progresivamente peor y la gente está pasando por un momento muy complicado. Se sienten perdidos y sin demasiada esperanza. Están sufriendo y en mis fotografías quiero mostrar esto. No quiero ocultarlo.

Es por eso que también pienso que hay esperanza. Ver y hacer frente a la realidad, incluso cuando ésta es dura, hace que tengamos esperanza. Incluso mientras que algunos de nosotros tenemos más suerte, debemos ser sensibles y compasivos con el dolor de los otros. Quiero hacer que la gente se pare un minuto para poder sentir y pensar.

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Dentro de una habitación cerca del centro de la ciudad.

Hombres haciendo cola para comida.

Una policía pidiéndole los papeles a un inmigrante.

Una chica enseñando su tatuaje, ella dice que la M es de Mamma

Una callejuela detrás la plaza Omonia, bastante popular entre los drogadictos.

Un hombre que fue apaleado por un grupo de jóvenes cerca del centro de la ciudad.

Prostitutas besándose en la calle.

Mixalis, de 28 años, y Eleni, de 32, en la habitación de un hotel. Ambos toman drogas y Eleni trabaja como prostituta. Ella tiene dos hijos y el estado se encarga de ambos.

Inmigrantes de Afganistán en una fábrica abandonada.

Xia, 32, es drogadicta y por la tarde se prostituye para pagar su adicción. Xia vivía con su madre, quien no sabe nada sobre su trabajo.

Un hombre tomando su comida en un comedor social organizado por la iglesia griega.

Inmigrantes de Afganistán en una fábrica abandonada.

Jona, 22, chutándose heroína en la calle. Al anochecer trabaja como prostituta y vive sola en un hotel muy barato.

La policía arrestando a un refugiado después de robarle el móvil a una señora en el centro de Atenas.

Un inmigrante afgano en una fábrica abandonada.

Una protesta contra el gobierno.

Esta foto fue tomado durante una de las protestas más grandes de Atenas, donde se incendiaron muchos edificios.