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El alfabeto (ilustrado) del narco mexicano

Ñ de "ñetas"

Es el diminutivo de puñetas, que es como popularmente se le denomina a quien ha propasado los límites sobrentendidos al interior de una jerarquía, ya sea por ignorancia como por estupidez.

Éste es uno de 29 testimonios que he recogido entre gente metida en la Guerra contra el Narco. Los nombres y locaciones específicas han sido omitidas por seguridad. Lo he acompañado de un dibujo y mi definición sobre alguna de las 29 palabras que he escuchado mentar a esta gente. Aquí les dejo la palabra de esta semana: Ñeta.

I. “Mi amigo se encontraba en la casa de sus abuelos en la playa, lugar en donde su familia religiosamente se juntaba cada año a celebrar las navidades. También, siempre era un buen pretexto viajar allá para atender ‘juntas’ con prostitutas que duraban una semana al lado de su padre, o para estar durante largas sesiones de spa con su madre. Por entonces llegó uno de sus tíos favoritos, uno de los pocos que le impedían aflorar su personalidad infantiloide. Éste lo invito a jugar un partido de tenis en el club. Desde hace años, en su familia es una suerte de honor personal ganarle a los tíos y papás en el juego. Calentaron con intensidad, y después de algunos reveses empezaron a soltar los brazos en pocos minutos. Normal: un juego en donde se marca todo y duele ir perdiendo por dos juegos. Como es común en los clubes sociales de alcurnia, los miembros juegan entre sí mientras discuten algún arreglo, negocio, licitación, contrato, o cualquier devenir jurídico y empresarial. Se van cambiando de canchas y van jugando todos entre los que están. Saúl llevaba ya un rato perdiendo contra su tío, que aún conserva un buen golpe y un colmillo para el juego a pesar de sus casi sesenta primaveras. En un momento, los invitan a jugar “dobles” un hombre chaparro que se acompañaba en el juego por un tipo más viejo. Aceptan. Aún haciendo pareja con su tío, mi amigo siguió perdiendo; caliente de estar de nuevo en desventaja, comienza a maldecir su falta de concentración; de pronto, observa que la pelota dirigirse a él suavecita. El hombre chaparro estaba en la mira de su raqueta. A pesar de la fuerza del impacto, la pelota nomás pudo rozar el short del hombre chaparro. Éste último se rió, mirando fijamente a mi amigo: Tranquilo chavo, le dijo acercándose a la red, ¿Con quién crees que estas jugando? Luego se fue, cambiándose a otra cancha junto a su acompañante. El tío se acerco apresuradamente a mi amigo: No mames, cómo eres puñetas. ¿Por qué? ¿Quién era? El Chueco, le contestó el tío. ¿Quién? El Gobernador, pendejo. ¿Por que le dicen así?, replicó todo atolondrado. ¿Quieres ir a darle otro pelotazo y preguntarle?”

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II. Ñetas es el diminutivo de puñetas, que es como popularmente se le denomina a quien ha propasado los límites sobrentendidos al interior de una jerarquía, ya sea por ignorancia como por estupidez. Esta transgresión, cuando no es por ignorancia, puede interpretarse como deslealtad: el robo de mercancía, el coqueteo a la mujer del patrón, la toma de decisiones sin el consentimiento de un superior, la ejecución de un objetivo equivocado, la anteposición del interés propio al interés de la organización o simplemente la mera ingratitud.

        Este acto de negligencia comparte con la traición la necesidad de dar al infractor un castigo ejemplar para así restituir la estructura de poder. Este castigo, una suerte de contrainsurgencia, no sólo fortalece la organización, sino que centraliza cualquier intento por crear una pequeña empresa paralela al mercado controlado por un capo. El ñetismo, sin embargo, ha florecido desde que se resquebrajaron los cárteles gestionados por el Estado. La alternancia de partidos en el poder en México a finales del siglo XX y la posterior disputa por las plazas tradicionalmente repartidas, llevó a un incremento de aprehensiones y ejecuciones de líderes de la mafia, especialmente en los sexenios de Fox y Calderón. Ello permitió que mandos medios, e incluso mandos de sicarios, crearan células independientes que recrudecieron estas disputas hasta llevar el arquetipo del puñetas a jefe de algunas organizaciones, especialmente en el norte del país.

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        De ser el ñetismo un “estado de excepción”, se convirtió en norma. Y no sólo al interior de los cárteles: también entre funcionarios de gobierno hubo y ha habido desobediencias ante las jerarquías propias de la política nacional. Sólo así se podría explicar la aprehensión y hundimiento mediático de algunos gobernadores (Narciso Agúndez, de Baja California Sur; Pablo Salazar, de Chiapas, y Mario Villanueva, de Quintana Roo, éste último el más inmiscuido con el narco) en comparación a la impunidad de otros (Andrés Granier, de Tabasco; Juan Sabines, de Chiapas; Humberto Moreira, de Coahuila; Tomás Yarrington, de Tamaulipas; Mario Marín, de Puebla; Ulises Ruiz, de Oaxaca, y Patricio Patrón, de Yucatán, entre muchos otros). La represión al ñetismo en aras de la restitución del poder presidencial tradicionalmente ejercido por el PRI, se ha vuelto aún más evidente con la detención por lavado de dinero de Elba Esther Gordillo, lideresa sindical intocable en los sexenios donde la figura del mandatario estaba más debilitada estaba, y ahora despanzurrada en el imaginario público con el regreso no sólo del PRI, sino de la ideología normativa y soberana del caciquismo caudillista encarnada en el presidente Peña Nieto.

        Curioso que regresen las formas en que el poder se ha representado durante décadas, ahora que se hallan absolutamente repudiadas, en especial en la redes sociales. Política y narco son espejos de una misma crisis: la de la abolición del tabú del poder. No sólo es posible la caída de una lideresa sindical o la ejecución humillante de un capo como Arturo Beltrán Leyva, sino que se pierde las distinciones entre medios y fines. El ciclo intermitente (y quizá ad infinitum) entre el surgimiento de ñetas y su posterior represión, apunta hacia un nihilismo perpetuado desde el poder intrínseco a la fusión inevitable entre guerra y política. Así lo advertimos en el sexenio calderonista, así lo advertiremos en lo que resta del peñanietista.

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N de "nomina"

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