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Ojo, mucho ojo

Nicola "Ókin" Frioli

En 'Al “Otro Lado” del Sueño', el fotógrafo italiano Nicola “Okín" Frioli utiliza su propio punto de vista como migrante para retratar el paso por México de los ciudadanos centroamericanos que van en busca del sueño americano.

El tema de la migración en México no es nada nuevo. Los noticieros reportan los abusos que reciben nuestros paisanos cuando llegan al "otro lado", pero parece que muchas veces olvidamos a los que vienen de más lejos. No sólo se enfrentan a los güeros una vez que consiguen cruzar nuestra querida Republica Méxicana, si no que aquí los peligros pueden ser mayores que aquellos de los que están huyendo y en la mayoría de los casos quedan en el olvido.

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En la serie Al "Otro Lado" del Sueño, el fotógrafo italiano Nicola "Okín" Frioli utiliza su propio punto de vista como migrante para retratar el paso por México de los ciudadanos centroamericanos que van en busca del sueño americano.

VICE: ¿Cómo llegas a México?
Nicola "Ókin" Frioli: En febrero del 2000 vine por primera vez para asistir a las ceremonias del 21 de marzo en Teotihuacán como invitado de unos danzantes mexicas. A este grupo lo conocí a través de una amiga antropóloga italiana. Yo era muy joven, tenía 22 años y quería hacer de la fotografía mi carrera. Al mismo tiempo buscaba un camino de conocimiento espiritual.

Así que todo coincidió en este primer viaje a México. Estuve viviendo dos meses por Ecatepec, hospedado en la casa de un jefe de danza. Nunca imaginé poder llegar a la ciudad más grande del mundo, donde convivía la modernidad con una tradición azteca aún viva. Era como si en Roma todavía estuvieran los romanos del Imperio.

Ese año me hablaron sobre los huicholes, a quienes los mexicas siempre han considerado una comunidad con grandes conocimientos espirituales. A partir de entonces, hice viajes a México casi todos los años (2000-2007) para así completar seis años de peregrinación con la comunidad Wirrárika. Al final del 2007, decidí hacer de México mi base.

¿Hay alguna relación entre tu experiencia como migrante y Al "Otro Lado" del Sueño?
Sin duda. Así como ellos, yo soy migrante. Todo lo que me interesaba y alimentaba mi curiosidad estaba afuera de mi país nativo. También migré por necesidad, sólo que en mi caso, fue para tener más cerca los temas y acontecimientos que quería vivir y fotografiar. Por otro lado, como siempre digo, todos somos migrantes: lo fueron nuestros padres, y lo serán aún más nuestros hijos, claramente cada quien con necesidades y motivos diferentes. Lo triste es que existan formas tan inhumanas para poder migrar, como cuando eres centroamericano y no cuentas con documentos, y peor cuando tienes que cruzar México expuesto a la inseguridad, corrupción e intolerancia.

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De alguna manera me sentí reflejado a nivel emocional y por eso decidí empezar. Estoy convencido de que Al "Otro Lado" del Sueño, representa mi empatía con los migrantes que fotografié y con el tema en general.

¿En donde tomaste las fotografías?
En los Albergues de migrantes en el sur del país. En el albergue Jesús es buen pastor del pobre y El migrante de Doña Olga, en Tapachula, Chiapas. También en el albergue del Padre Solalinde de Ixtepec, Oaxaca.

Para tomar las fotografías era necesario encontrarlos en un lugar seguro y los albergues eran el lugar ideal. Ahí pueden quedarse unos dos o tres días y continuar el viaje. La gente que quería fotografiar, en su mayoría, eran las personas que permanecían más tiempo en el albergue. En muchos casos eran migrantes accidentados, ya fuera por accidentes de tren carguero o por asaltos. La mayoría de ellos eran trasladados al albergue de Doña Olga en Tapachula para recibir atención médica especializada.

¿Qué te llevo a enfocar el proyecto en migrantes centroamericanos?
Había visto muchas imágenes del tema, migrantes arriba de los trenes, personas agarradas a un tren en movimiento o escondidos en los bordes de las vías. Yo quería retratarlos, quería ponerles un nombre, saber de su vida, verlos a los ojos, quería mostrar claramente las consecuencias de sus intentos fallidos y descubrir las motivaciones personales de cada uno para decidir emprender un viaje tan riesgoso.

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Mi intento desde el principio fue conmover y reducir la posibilidad de que alguien pueda acercarse al tema con indiferencia. Quería que este proyecto fuera un puente de comunicación entre un país que se siente invadido, y los migrantes.

¿Cual fue la mayor dificultad que se te presentó durante el proyecto?
Las amenazas que recibí. Fui amenazado por teléfono y tuve que salir forzosamente del lugar donde estaba. Recibí apoyo de Artículo 19 y otras asociaciones, incluyendo la CNDH y los federales. ¡Fue un desmadre! Ahora lo cuento con una chela en la mano, pero la post-amenaza es una dinámica emocional complicada.

Cuando te acercas a los migrantes de esta forma, también te acercas, sin querer, a extorsionadores, traficantes de personas, polleros y oportunistas. A veces la información sale de los albergues y les llega por los mismos migrantes que creen que esto podría protegerlos de alguna manera. Además, si te ven con una cámara o saben que estás fotografiando y haciendo entrevistas, puedes ser un problema para ellos.

¿Por qué tomaste la decisión de hacer los retratos en un ambiente de estudio?
Quería hablar sólo del lado humano de la migración, del fracaso por no haber cumplido el sueño americano, de la violencia a la que están expuestos y lo quería hacer a través de retratos. El set lo montaba en los dormitorios de las mujeres, en cuartos desocupados, o donde se pudiera y que no molestara. Quería resaltar al individuo, hablar de su fracaso corriendo tras un sueño incumplido, uno que para muchos es la supervivencia económica, el sustento familiar o en otros casos para huir de la violencia. Para esto necesitaba una locación que no permitiera distracciones. Me interesaba enseñar los cuerpos, las cicatrices causadas por los machetes de los asaltantes, la mirada de quien vive el desprecio.

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El retrato nos habla y nos acerca al "otro", nos detenemos a observar a aquel que es diferente de nosotros, conocerlo, de inicio, de una manera estética, percibir su ánimo, conocer su historia, lo que tenemos en común los seres humanos. Lo desconocido se decodifica en miedo, luego en desconfianza. Mi reto era que los espectadores se sintieran perturbados al ver las imágenes, que pudieran incrementar su sensibilidad hacia esta gente dejando de hacerse pendejos como si esto no existiera, que pudieran sentir compasión y no desprecio o indiferencia.

En la serie hiciste tres tipos de imágenes: una donde tus sujetos aparecen con un letrero mandando un mensaje, ya sea a sus seres queridos o al espectador; en otra aparecen con cicatrices o miembros mutilados y por último fotografías de objetos. ¿Esto a qué obedece?
El proyecto comenzó con los migrantes afectados físicamente. Pensaba enfocarme sólo en ese aspecto pero con el tiempo y las circunstancias, el proyecto se fue modificando y tomando diferente forma. La idea de los cartones nació cuando visité el Albergue de Ixtepec para una residencia artística, ya que ahí no iba a encontrar migrantes como los que había fotografiado en Tapachula. Al escribir frases en un cartón, se abrió la posibilidad de dar a conocer otras historias que no terminan con una mutilación o unos machetazos. Me sorprendieron mucho las cartas espontáneas que algunos escribieron para su familia, su mujer, etcétera. Algunos me rompieron el corazón. Los objetos sirvieron para "aflojar" la intensidad del drama aún contando historias desde otro punto de vista y con un lenguaje visual muy actual.

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¿Cómo fue la selección de tus sujetos y de los objetos?
Siempre fue dictado por la situación. Cuando iba a los albergues no sabía a quién me iba a encontrar, cuántos eran o si me darían la oportunidad de fotografiarlos. Mis viajes a los albergues se volvían visitas a los huéspedes, algunas veces dando apoyo como voluntario sin obligaciones, lo que hizo que la cercanía con mis sujetos fuera significativa, alimentando en ellos la confianza hacia mí. Lograban entender lo que yo quería hacer y creo que se dieron cuenta de que yo era sensible a sus desgracias. Eso nunca lo pude esconder. Es el único proyecto en el cual conozco el nombre de cada uno de los fotografiados.

Sobre los objetos, la primera necesidad fue pedir a los migrantes que me enseñaran algún objeto significativo o amuleto que se habían traído de su país quizá para confortarse en momentos difíciles y colmar la ausencia de su familia o para protegerse en el viaje. Al final había más significado del que se pudiera imaginar detrás de cada pertenencia: el número de algún teléfono escrito en el interior de una mochila para no perderlo, unas fotos de la familia, un carrito de la policía estadunidense, una Biblia, el cambio "bueno" de ropa para cuando estuvieran ya en Estados Unidos. Todo fue necesario y el proyecto resultó más completo y amplio.

La selección de aproximadamente 24 imágenes que presento en mi página web la hice pensando en contar una historia en secuencia, cubriendo los diferentes aspectos —causas, motivaciones, consecuencias— para este viaje desesperado, seleccionando las fotos que lograban convivir entre estética y drama.

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¿El proyecto está terminado?
Por ahora diría que si. No excluyo cambiar de idea pronto y querer darle seguimiento. Al final, la migración ha cambiado desde que me acerqué al tema por primera vez y no terminará nunca, sólo se trasformará. Con todo el material que tengo me gustaría poder sacar un libro.

¿Ha cambiado tu percepción del país de cuando empezaste el proyecto al día de hoy?
México no ha cambiado, creo que esta época sólo hace más evidente todo. México no es más violento, ni más cruel de cuando lo conocí por primera vez. Estamos, a nivel mundial, en una etapa donde todo se ve más claramente, por motivos de conciencia colectiva y por tanto circular de información.

La migración ha cambiado desde que me acerqué al tema. Antes no había el perfil del "refugiado", ahora muchos migrantes huyen de sus países por el aumento de violencia a causa de las pandillas, la corrupción y extorsión. En el pasado, la mayoría corría tras una ilusión para solucionar su situación económica y el sustento de la familia. Ahora huyen por amenazas y miedo a que exterminen a su familia. En todos lados el ser humano ha perdido la razón.

¿En qué proyecto trabajas actualmente?
Estoy con diferentes proyectos simultáneamente. Además de los fotográficos, hago encargos editoriales y fotografía publicitaria. El trabajo que está tomando forma es un proyecto sobre cosplayers mexicanos, por el momento se llama Nuevos mundos posibles e identidades acrecidas, donde busco una relación entre las personas y los personajes que representan.

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Conoce más fotógrafos en nuestra columna Ojo, mucho ojo.