FYI.

This story is over 5 years old.

Música

No hay fecha que no llegue ni Foo Fighters que no cumplan

Un show de los que perduran en la memoria.

Foto: Terra.mx

En 2004 fui a mi primer concierto de Foo Fighters en San Diego, California. Yo ya tenía edad para entrar a un concierto con mi cajetilla de cigarros sin problema. Recuerdo llegar con mi mejor amiga en el coche de su mamá, ella vestía con una playera de la banda Louis XIV y yo, como siempre, iba de tenis Converse y pantalones de mezclilla. Una día antes habíamos pasado la noche en el techo de su casa fumando cigarros y escuchando The Colour and the Shape, nuestro disco favorito de Foo Fighters. Éramos unas morritas disfrutando de la plena dicha del inicio de la juventud. Nuestros problemas eran los trabajos pendientes de la escuela y los morros que nos gustaban. Una vida simple.

Publicidad

Ahora, casi diez años después, viví las mismas emociones que aquel día del 2004. La situación cambió un poco, ya no estaba en el moshpit rodeada de batos sudados; estaba, más bien, sentada en una butaca del Foro Sol, con pierna cruzada, con un cigarro y whiskey en mano.

Foo Fighters marcó una etapa dentro del tejido musical de una generación post grunge. Por lo menos en la mía y en las de más de 50 mil personas que aplaudían frenéticamente durante la noche del pasado sábado. El hecho de que durante años Foo Fighters se negara a venir a México aumentó las expectativas de su público. Y para corroborarlo, la segunda fecha de la banda en México fue un ejemplo de por qué es una de las bandas más icónicas del rock.

La noche se llevó consigo el frío, se apagaron las luces, aumentaron los gritos y la banda salió al escenario para abrir el concierto con un tema emblemático: “All My Life”. Inició el concierto y el público respondió con una aclamación colectiva. No hubo ni un momento para recuperar la voz; un concierto de dos horas y media, donde la banda le entregó al público temas como “This Is a Call” y “Big Me”, de su álbum debut de 1995.

Dave Grohl al micrófono, con asombro, le dijo al público que ese había sido el mejor concierto de su carrera y prometió regresar a México. La cúspide de nostalgia en el concierto llegó al escuchar al foro entero correar canciones como “My Hero” y “Best of You”. Me di cuenta de que fue un concierto que alimentó nuestra nostalgia y nos regresó a muchos al pasado. Para el cierre, la banda se despidió con “Everlong”, un tema proveniente del disco The Colour and the Shape, el mismo que escuché en el techo de la casa de mi amiga.

Los Foo Fighters nos recuerdan que no se necesita estar precisamente de moda o tener el escenario más complejo, a la Muse, para presentarse ante unas cien mil personas en una semana siendo un éxito rotundo. Son cinco cabrones que se la pasan bien en el escenario y le dan al público la historia musical por la que esperó casi 20 años. Es más que suficiente y esta banda lo dio todo: los hits, la ejecución, el carisma y sobre todo, la satisfacción de que no sólo la espera valió la pena, sino que ver estos conciertos en el DF tiene una magia especial.

Un show de los que perduran en la memoria.