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Para casarse hay que llenar el formulario

En la agencia matrimonial Eurochallenges el cliente puede elegir los criterios de la mujer de sus sueños: su situación matrimonial (soltera, divorciada o viuda), el sector en el que trabaja (artístico, docencia, turismo, agricultura, médico…), su...

Spleen Journal es una revista bimestral que publica crónicas latinoamericanas. Aunque en VICE normalmente no publicamos textos generados para otros proyectos, decidimos hacer una excepción, porque nos gusta lo que hacen en Spleen J., un medio impreso no lucrativo e independiente al que admiramos y respetamos. Así que durante los próximos meses, compartiremos algunos de los mejores artículos publicados originalmente en spleenjournal.com.

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La consejera matrimonial me recibe en un lujoso departamento de la ciudad de Lyon. Las paredes están revestidas de fotos de parejas en traje de boda. Svetlana y Daniel. Vera y Jean-Marc. Olga y Michel. Son los trofeos de la agencia matrimonial Eurochallenges, autoproclamada “Número 1 para las uniones internacionales”. Todos los hombres que pisan esta agencia son franceses –la mayoría tiene entre 30 y 40 años- y la mayoría de las mujeres que propone la agencia son eslavas (rusas, ucranianas, bielorrusas).

Con su voz suave, Gaëlle, sicóloga de formación, me invita a sentarme. Le pido que me explique las etapas que siguen los clientes que vienen para encontrar el amor de su vida. “Primero, hablamos durante un buen rato con ellos para conocer su pasado. Buscamos saber qué tipo de historias sentimentales han tenido, a quien buscan etc. Luego se les entrega este formulario”. “Los hombres que nos solicitan son muchas veces agricultores, camioneros, pero también ejecutivos que tienen una vida profesional poco compatible con una vida matrimonial”, señala Gaëlle.

La consejera me da una hoja titulada ¿A QUIÉN DESEA ENCONTRAR? El cliente puede elegir los criterios de la mujer de sus sueños: su situación matrimonial (soltera, divorciada o viuda), el sector en el que trabaja (artístico, docencia, turismo, agricultura, médico…), su religión, y su carácter.

Le pido a la consejera si podemos ver la base de datos de las mujeres de entre 25 y 30 años. Con unos clics, la consejera selecciona los perfiles de mujeres a partir de 18 años. Protesto: “Dieciocho años es muy joven para casarse…”

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Me contesta: “No se preocupe, a esta edad en los países de Europa del este las muchachas ya están listas para una unión estable, contrariamente a las francesas de 18 años.”

Detallo unos criterios ficticios: “quisiera ver los perfiles de mujeres rusas, sin hijos y que hablen inglés”.

“Hay aquí 427 muchachas que corresponden a sus criterios”, dice la consejera. El primer perfil que sale es el de Olesya, una rusa de 29 años. Aparece su peso, su estatura y cinco fotos tomadas por un fotógrafo profesional. Tiene el cabello teñido de rojo, unos grandes ojos verdes y unas piernas interminables.

Su profesión: periodista. “No lo hice a propósito”, dice la consejera sonriendo.

Entre la inscripción en la agencia y el matrimonio, transcurre en promedio 9 meses. El hombre elige entre 12 y 24 perfiles de mujeres y se le pone en contacto con ellas. Si bien la mayoría de candidatas son eslavas, hay también vietnamitas, pero lo que no hay son camboyanas, porque las autoridades de Camboya prohibieron las agencias matrimoniales a raíz de que varias de las mujeres sufrieran abusos.

En su página oficial, el ministerio de asuntos exteriores de Francia, advierte también a los franceses que viajan a Rusia y Ucrania de las posibles estafas que pueden sufrir en caso de recurrir a sitios de Internet para encontrar a una mujer. “Los sitios de encuentros en Internet llevan a veces a estafas que se desarrollan de la siguiente manera: ciertas personas se hacen pasar por muchachas rusas y se aprovechan de la ingenuidad de sus interlocutores para sustraerles dinero (entre 500 y 5000 euros) para financiar una supuesta visita a Francia, antes de desaparecer luego de haber recibido el dinero”.

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Marina Fedorova, consejera matrimonial de la agencia “Inter marriage”, basada en el sur de Francia, recopiló decenas de testimonios de hombres víctimas de estafas vía Internet. “En mi agencia, las mujeres deben mostrar documentos de identidad” subraya.

Marina dice ser oriunda de Sebastopol en Ucrania. Por teléfono (nunca encuentra a los clientes en carne y hueso), Marina cuenta, en un francés perfecto, que empezó a trabajar en 1996 en un club de encuentro en Rusia: “Hace unos 20 años atrás, en la época del fin del comunismo, se abrieron las fronteras y hubo una emigración masiva. Les cuento que las mujeres emigraban sobre todo hacia estados unidos en cualquier condición y con cualquier persona. Fueron las agencias estadounidenses las que abrieron este movimiento. Organizaban desfiles durante los cuales los hombres eligen las mujeres. Cada una tenía un número atribuido para identificarla. Yo misma participé en esto ya que buscaba a un marido. Me confirmaron que todavía existe este tipo de encuentros”.

En Europa, el fenómeno empezó sobre todo hace 8 años, con el auge de Internet. Pero Marina distingue los “clubs de encuentros” y las agencias matrimoniales. “En Francia el negocio de agencia matrimonial está reglamentado con un objetivo claro: fundar una familia”.

Hoy, Marina vive en el sur de Francia y dice estar feliz con su esposo y sus hijos. Creó su negocio de encuentros matrimonial y considera que al conciliar su vida familiar y profesional es una mujer “ideal”.

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En las agencias “formales”, el camino hacia el encuentro es progresivo. Después de la selección de los perfiles, los clientes de la agencia se comunican con las mujeres.

El contacto se hace por mail, chat y skype y reciben la asesoría diaria de una consejera matrimonial por teléfono. “Cuando ya están listos para conocerse en carne y hueso, el hombre viaja a Europa del este y se realiza el encuentro con la ayuda de una traductora que acompaña a las parejas que se conocen”, detalla Gaëlle, antes de exponerme el servicio que brinda Eurochallenges.

El costo del servicio es de entre 3,000 y 10,000 euros anuales. “El precio depende del hombre, explica la agencia. Nosotros (las consejeras) evaluamos el potencial de seducción del cliente y determinamos el paquete que conviene. Entre más dificultad tendrá el hombre en sus relaciones sentimentales, más tiempo tendremos que dedicarle. El paquete más caro les permite acceder a 24 perfiles de mujeres mensualmente. Además del acceso a la base de datos, damos una asesoría sentimental diaria y hay un viaje incluido.”

A veces, la agencia tiene que rechazar a algunos hombres que piensan que pueden comprar mujeres. “Ellos piensan en el método americano en el que las agencias envían a grupos de hombres en charters a Rusia y les presentan a mujeres que hacen desfilar. Es una verdadera feria de animales. Es abominable”, lamentan las consejeras matrimoniales.

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Llega la directora y fundadora de la agencia Eurochallenges. Se llama Anne Muser. Con una voz cansada, Anne cuenta su historia. Tiene unos sesenta años, los párpados color cielo, un chaleco del mismo tinte y un gran collar de perlas de turquesa adorna su cuello. “Creé esta agencia en 1996 para conocer a un hombre. Acababa de divorciarme. Al principio solamente poníamos en contacto a los hombres y a las mujeres a nivel local, no recurríamos a mujeres extranjeras.”

“Un amigo de mi hijo me aconsejó algún día abrir nuestros archivos a mujeres de Europa del este. Lo hice, sin mucha convicción. Y el resultado fue exitoso, más allá de lo que nos podíamos imaginar, así que abandonamos a las francesas”, cuenta Anne Muser.

El éxito tiene que ver con “la fantasía de la joven eslava, alta y rubia”, reconoce Anne Muser. “Además, muchas de ellas recibían una buena educación gracias a los programas popular y masivos de la época de la URSS, algo que se perdió con los años”. Sus ojos verdes miran hacia abajo. En el escritorio, unas muñecas rusas alineadas y una maqueta miniatura del Kremlin. “Es una cajita musical, mire”. Anne voltea el Kremlin y gira una manivela. Suena Le temps du muguet, una canción en francés que reinterpreta una famosísima melodía rusa de los años 1950.

A la fantasía de la Barbie rusa se suma la reputación del french lover en el imaginario de las extranjeras. Varias consejeras matrimoniales admiten que en los países eslavos los hombres tienen mala fama: hay mucho alcoholismo y la consideración de las mujeres no es la misma que en Francia. “Los hombres son muy machistas, las mujeres hacen todo, pero no reciben admiración y son intercambiables. El hombre francés es percibido como fiel, estable, deseoso de fundar una vida conyugal duradera”, agrega Gaëlle.

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Hoy, Anne Muser, la directora, está de gira en su agencia de Lyon -en total hay 15 en todo el territorio francés- para celebrar el casamiento de Gérald y Alexandra que se unieron hace 6 meses gracias a Eurochallenges. Anne pone un punto final a la conversación: “Bueno, es tiempo de abrir el champagne para celebrar esta boda”.

A la oficina entra Gérald Thorant, un paisajista de 40 años oriundo del sureste de Francia. Lo acompaña Alexandra Dzihileva – se la llama cariñosamente Sacha-, de 30 años de edad. Es contadora y viene de Bielorrusia. Sus ojos verdes son enormes. Entiende bien el francés desde que toma clases en la oficina de migración. “Yo no buscaba específicamente un francés. Buscaba amor”, señala Alexandra.

Gérald y Sacha se conocieron vía Eurochallenges, que tiene agencias asociadas en los países del Este. Y se casaron un año después, en octubre de 2012.

“Llevaba 10 años siendo soltero. No encontraba a mi media naranja”, cuenta Gérald, que tiene las manos sudorosas y habla de manera afable, con una voz profunda. Un día, Gérald dio clic en una publicidad en internet que decía “la belleza amanece en el Este”. “Así acudí a la agencia”.

“¿Porqué buscaba específicamente a una chica de los países del Este?”, le pregunto.

“Tienen otra mentalidad. La de la antigua Francia, le dan importancia a la familia, no como las chicas francesas de ahora”, contesta Gérald.

Alexandra, por su parte, se inscribió en una agencia en su ciudad, Grodno. Subraya que buscaba antes que nada “el amor” y no específicamente a un hombre francés. Con su francés limitado, cuenta la dificultad de encontrar a una pareja en su ciudad. “Había mucha industria textil, siempre ha habido más mujeres que hombres”. Gérald lo confirma: “cuando fui a ver a Sacha por primera vez a Grodno, no lo creía: la proporción de mujeres es de siete por un hombre. En las calles se oyen los tacones de tantas mujeres que hay”.

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Gérald y Alexandra se paran para tomarse una foto. Anne, la intermediaria, los abraza, y los tres posan. La foto completará la colección que adorna las paredes de la agencia matrimonial. “Uní a miles de parejas”, dice la directora que asegura que 8 de cada 10 hombres que asesora acaban por casarse

“Y usted, ¿encontró al amor de su vida?”, le pregunto a ella.

“Mi esposo es Eurochallenges”, contesta en una carcajada.

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Teresa Margolles: Carne muerta como alegoría a lo fallido

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